Asia

Genoma siberiano revela a los dos ancestros de los nativos americanos

Imagen que muestra el ejemplar de hace 24 000 años (Tomada de la nota de Science). Muchos investigadores sostienen que las raíces de los americanos nativos están en Asia, aunque el lugar preciso no está claro; algunos otros, la minoría, aseguran que están en Europa. Ahora, de acuerdo con evidencia genética, se ha demostrado que ambos grupos de estudiosos están en lo cierto.

Investigadores en Europa y en Estados Unidos secuenciaron el material genético del esqueleto de un niño que vivió en Siberia hace 24 000 años, ejemplar que tiene el genoma completo más antiguo de un humano moderno hasta ahora encontrado. Posteriormente, compraron esta información con demás datos genéticos.

Los resultados mostraron que el material genético de la mitocondria del niño está relacionado con europeos, mientras que el cromosoma Y está asociado con euroasiáticos del oeste. Esto sugiere que el niño está relacionado con euroasiáticos y americanos nativos, pero no con asiáticos del este. Gracias a esto, ahora los investigadores sugieren que de 14 a 38% de las relaciones ancestrales de los nativos americanos se pudieron originar a través de un flujo genético de esta población ancestral.

Este estudio puede explicar por qué algunos cráneos de los primeros americanos tienen características morfológicas que no se parecen a los asiáticos del este. Además, revela que las características propias de los euroasiáticos presentes en los americanos modernos derivan de la mezcla europea por la colonización y por las relaciones ancestrales de los primeros americanos. Bibliografía:

Artículo original en Nature | Nota en Science | Nota en el blog de Historias Cienciacionales

Las aventuras de un naturalista y su archipiélago

Escena de "La vida animada de A.R. Wallace", una animación muy completa que celebra la vida de este gran naturalista (New York Times). En el extremo oriental del océano Indico, entre el exótico sureste asiático y la aún más exótica tierra australiana, descansan más de 25,000 islas de diversos tamaños, formas, olores y sabores. Se trata del archipiélago Malayo, el más extenso de todos los archipiélagos del planeta y uno de los más interesantes para la historia de la ciencia.

Si viajáramos al archipiélago Malayo a mediados del siglo XIX, podríamos encontrar una multitud de cosas calamitosas. Los insectos nos recibirían con piquetes cargados de enfermedades sin cura. Los días estarían poblados de feroces tormentas. Las aguas, inexploradas para los occidentales, estarían llenas de bandidos y piratas. Al primer descuido en tierra firme, nos podríamos encontrar con una pitón comehombres o en medio de una erupción volcánica. Para cuando hubiésemos aprendido la lengua de una isla, nos daríamos cuenta que en la de al lado hablan una diferente. Pero si viajáramos al archipiélago entre 1854 y 1862, podríamos haber compartido nuestro sufrir porque, con un poco de suerte, nos hubiéramos cruzado con las andanzas de Alfred Russell Wallace.

Wallace es recordado como el naturalista responsable de que Charles Darwin sintiera “toquidos en la puerta” cuando, en 1858, le envió una carta en la que le contaba de manera sucinta un mecanismo sencillo que explicaba la evolución de la especies. Ese mecanismo resultó ser una idea tan parecida a la selección natural de Darwin que éste al fin se sentó a terminar el libro en el que llevaba 20 años trabajando; no fuera a ser que Wallace escribiera uno antes que él. Así, mientras Darwin publicaba su obra "Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural", Wallace seguía explorando las islas que le faltaban del archipiélago. Darwin terminó por darle crédito del co-descubrimiento frente a la comunidad naturalista pero, por diversas razones, Wallace permaneció tras la sombra de su colega.

Este naturalista de orígenes humildes y sin educación formal exploró, sin apoyo de ningún gobierno ni institución, una de las regiones más biodiversas y desconocidas del planeta en su momento. Nadie lo había enviado en ninguna expedición; su objetivo personal era colectar especímenes, satisfacer su pasión por la vida y establecerse como un naturalista de renombre. Aventurero valiente, paciente y hábil, también fue una de la mentes más brillantes de la biología.

Wallace resume sus increíbles aventuras en el libro "El Archipiélago Malayo", publicado siete años después de su retorno a su terruño. Sus historias, reflexiones y descripciones abarcan mucho de lo que vio en las islas: su naturaleza, sus lenguajes, sus personajes, sus culturas y sus comidas. Una de aquellas comidas fue el misterioso fruto durián: “Comer durianes es una sensación nueva, por la cual vale la pena el viaje a Oriente”, les escribía a sus compatriotas para animarlos a que salieran de su propio archipiélago. Wallace también estaba fascinado por la diversidad de escarabajos, y en sus pasajes hace sentir que colectar nuevas especies fuese algo inevitable. De los más de 2,000 especímenes que colectó, 90% eran nuevos para la ciencia.

Cuando habla de Borneo, Wallace se toma su tiempo para hablar de sus experiencias al cazar orangutanes. A pesar del horror del eco de los disparos a través de los prístinos bosques tropicales, de los cuerpos que caen de los árboles y las lágrimas de los huérfanos, Wallace ofrece una descripción tan clara de la morfología del orangután que generó un verdadero debate sobre el tamaño y las proporciones de los animales de pelo rojo.

Entre las páginas de su libro también se encuentran descripciones detalladas del extraordinario contraste entre las plantas y animales que habitaban las distintas islas. Poco a poco, Wallace fue dándose cuenta que algunas islas tenían plantas y animales más emparentados con la flora y fauna asiática, mientras que las plantas y animales de las otras islas estaban más relacionados con los organismos australianos. Wallace fue buscando una forma de dividir las dos zona y, al final, fue capaz de trazar una línea entre la isla de Bali y la isla de Lombok, separadas por no más de 35 kilómetros de mar. Ambas islas pertenecen a Indonesia pero, como Wallace descubrió al trazar la línea que lleva su nombre, a los organismos no les interesa demasiado la geopolítica y sus divisiones.

Como con todo naturalista de la época, los fundamentos de la visión de Wallace son los inventarios de la biodiversidad –qué especies existen y en dónde se encuentran–, pero lo que hace la extraordinaria diferencia entre él y cualquiera de sus contemporáneos (y probablemente con cualquier naturalista de cualquier otra época) es que Wallace construyó estos fundamentos él mismo: isla tras isla, orangután tras orangután, escarabajo tras escarabajo, durián tras durián.

 

Bibliografía‎:

Con información y colaboración de Daniel Scantlebury, hombre de aventuras que estudia en la Universidad de Rochester. | "La vida animada de A.R. Wallace", una animación muy completa que celebra la vida de este gran naturalista.  Nota en Historias Cienciacionales.

El Polo Norte no es un Continente [Parte 2 de 2]

En este punto es posible que estemos más confundidos que al inicio del post anterior, porque ahora podrían haber solo tres continentes, ¡o docenas de ellos! ¿Cómo solucionar este dilema? Quizá analizando más a detalle la estructura del planeta y partiendo de ella para definir algunos límites. Para ello, tendríamos que preguntar ¿qué es un continente para un geólogo?

Plataformas Continentales

Los geólogos definen a los continentes de una manera distinta a como se hace en tradicionalmente, siendo una de las formas en las que se define un continente la dada por la corteza continental, una plataforma de rocas metamórficas y rocas ígneas, en gran medida de composición granítica, que se distingue de la corteza oceánica por ser más dura y resistente a las deformaciones de la tectónica de placas. De esta forma, algunos continentes pudieran ser extendidos a los confines de una masa continua de tierra para incluir aquellas áreas adyacentes sumergidas en el mar conocidas como plataformas continentales, y aquellas islas que se encuentran dentro de esa plataforma continental formarían parte del continente. De esta forma, el dilema en cuanto a las Islas Británicas e Irlanda quedaría resuelto al formar parte de la masa continental en donde se encuentra Europa. Aunque introduce otros problemas, por ejemplo, el hecho que bajo este esquema, Australia y la isla de Nueva Guinea serían consideradas un continente (como ilustrábamos en la entrada anterior), pero Nueva Zelanda formaría junto a las islas de Nueva Caledonia un continente denominado Zealandia.

Zealandia

Otra de las maneras en las cuales se apoyan los geólogos para delimitar continentes es a través de la tectónica de placas. Según esta teoría, la corteza de nuestro planeta está dividida en placas tectónicas que "flotan" sobre el manto terrestre, y que se encuentran en constante movimiento. Para muchos geólogos, cada placa tectónica es un continente. Si consideramos esta forma, encontramos que tenemos los siguientes continentes/placas: la placa Antártica, la placa Australiana, la placa Euroasiática, la placa Sudamericana, la placa Africana.... hasta ahora, todo parece ir bien. Otras de las placas que existen son la placa Índica, la placa Arábica (lo cual podría inclusive justificar lo que se comentaba anteriormente sobre las diferencias culturales... y eso si dejamos a un lado que muchos consideran a la placa Índica y la Australiana como una sola). También tenemos... ¿la placa del Caribe? ¿la placa del Pacífico? ¡Si ahí casi no hay nada ahí que pudiera considerarse como "grande masa de tierra"! Las placas de Nazca, Cocos o la Escocesa... Bueno, tal vez.... Pero falta una, claro, la Placa Norteamericana, que resulta interesante porque además de contener lo que conocemos como Norteamérica, ¡también incluye una parte de Rusia, la mitad de Japón y la mitad de Islandia! Ok, creo que al final, pedirle ayuda a la Geología nos terminó de confundir más de lo que nos ayudó.

Placas Tectónicas

La raíz del problema radica en que la palabra "continente" no tiene una definición sencilla y consistente para el uso diario. El concepto "continente", lo queramos o no, está construido política, cultural e históricamente, y eso nos hace más sencillas las cosas que considerar cortezas continentales, placas tectónicas o definiciones estrictas. De esta ambigüedad surgen todos los debates en cuanto a si América es un solo continente, dos o tres (si consideramos a Centroamérica), o si el subcontinente Indio debe ser considerado aparte de Asia, así como el Medio Oriente, etc. Pero a pesar del debate, dichas construcciones alrededor del concepto de continente también nos ayuda a agrupar islas oceánicas y otros fragmentos continentales en grupos que facilitan su estudio. Por ello, consideramos que las Antillas y demás islas del Caribe son parte de América, y no nos repartimos a Islandia entre América y Europa, sino que la consideramos parte de Europa por razones históricas. Finalmente, es más sencillo considerar los archipiélagos e islas del Océano Pacífico junto a Australia como un continente llamado Oceanía, porque resulta más sencillo en términos políticos, aunque "estrictamente" no sea un continente.

Al final, aunque no nos fue posible dar una respuesta definitiva a la cuestión de cuántos continentes existen, y que siempre habrá debate al respecto, al menos el ejercicio nos sirvió para conocer más el método mediante el cual se puede analizar una pregunta tan sencilla como la que tratamos de resolver, haciendo uso de distintos conceptos básicos de geografía. A pesar de lo anterior, de lo único que podemos estar seguros es que el Polo Norte no es, ni será, un continente. Lo siento por Bieber.

"Deberíamos conocer más acerca de Geografía Básica que lo que sabemos acerca de la vida personal de los actores" (Fuente: failblog.org)

Para saber más:

Acerca del Autor

José Antonio Alonso es egresado de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM. Actualmente se encuentra estudiando una Maestría en Bioética en la Universidad de Pennsylvania.

Click aquí para ver otros textos del autor.

El Polo Norte no es un Continente [Parte 1 de 2]

Hace unas cuantas semanas, en el programa Late Show de David Letterman, el cantante canadiense Justin Bieber tuvo dificultades al momento de responder a una sencilla pregunta: ¿Cuáles son los continentes? El video se volvió viral en pocos días, y es probable que ya hayas reído un par de veces viendo como el joven cantante cree que Canadá y el Polo Norte son continentes. Por si aún no lo has visto, puedes verlo haciendo click aquí [video con subtítulos en español]

Sin embargo, la pregunta no deja de ser curiosa... ¿Cuántos continentes hay en el planeta Tierra? Si naciste en México y otros países Latinoamericanos, o en la mayoría de los países Europeos, la respuesta que te va a venir en mente de inmediato es 6: América, Europa, Asia, África, Oceanía y Antártida. Sin embargo, si le preguntas a alguna persona que estudió la primaria en un país anglosajón o en países como China, su respuesta va a ser un poco distinta: Norteamérica, Sudamérica, Antártida, África, Europa, Asia y Australia. Lo cual nos indica que no todo el mundo cuenta los continentes de la misma manera, y hay más de una manera de contar el número de continentes en el planeta, como podemos apreciar en la siguiente figura.

La definición más común sobre lo que es un continente es la siguiente: “Grandes extensiones de tierra separadas unas de otras por océanos”. Si nos apegamos a esta definición básica de continente, nos encontramos con algunos problemas. Problemas como los siguientes:

Mapa de Europa y Asia

Por un lado tenemos a Europa, y por el otro lado tenemos a Asia. Si observamos en un mapa ambos continentes, nos damos cuenta que no existe un océano que los separe, ¿cierto? Entonces, ¿por qué los consideramos continentes distintos? Bien, la razón práctica para esta división es una cuestión de índole cultural: Europa es tan distinta de Asia en cuestión histórica y cultural, que es mejor pretender que son dos entidades diferentes.

Ok. Tal vez haya un poco de razón en ello. Una definición más elaborada de "continente" nos indica que son grandes extensiones de tierra que se diferencian de otras por conceptos geográficos y culturales, como océanos y etnografía.

Pero si asumimos que el argumento cultural es válido, entonces seguramente también podría aplicarse en otros escenarios. Por ejemplo, ¿Qué sucede con India y con el Medio Oriente? Seguramente ambas regiones podrían ser consideradas como un continente distinto, basándose en las diferencias culturales que hay entre ellos y con las regiones colindantes. Si consideramos la premisa anterior como cierta, entonces caeríamos en una situación en dónde no terminaríamos de dibujar líneas cada vez más absurdas: ¿Es Brasil un continente aparte a Sudamérica? ¿Latinoamérica debería ser considerada un continente aparte de Estados Unidos y Canadá? ¿Qué pasa con el África subsahariana? Y así hasta que no haya más tierra que dividir...

Algunos también justifican la división entre Europa y Asia por la presencia de la cordillera de los Montes Urales, que atraviesa Rusia desde el Mar Ártico hasta el río Ural en Kazajistán, como la división natural de ambos continentes. Pero bajo este argumento, la cordillera de los Himalayas también podría ser un argumento perfectamente válido para suponer que existe una división no-cultural entre India y Asía, pero dicha división no se considera en términos prácticos tampoco. Otras cordilleras con mayor tamaño y relevancia podrían sentar la base para hacer otro tipo de divisiones. Consideremos las Montañas Rocosas en Norteamérica, o La Gran Coordillera Divisoria en Australia, las cuales no sientan las bases para delimitar distintos continentes aun siendo mayores que los Himalayas o los Urales.

Mapa de Eurafrasia

Por todo lo anterior, algunos autores desestiman la división cultural u orográfica entre Europa y Asia, y consideran que esa enorme masa de tierra es un solo continente: Eurasia (el cual no debe ser confundido con la Eurasia del libro 1984 de George Orwell).

Vale, todo suena bien. Esta visión la podemos extender a América también, para aquellos modelos que consideran que Norteamérica y Sudamérica son entidades distintas. Ambos están conectados en Panamá -o al menos lo estaban antes que Theodore Roosevelt decidiera que alguien tenía que cortar ese país a la mitad, y quién mejor que él para hacerlo. Aun considerando que el Canal de Panamá tiene una profundidad de 13 metros, cualquier persona puede comenzar una travesía desde el extremo septentrional de Alaska, caminar todo el camino hacia el sur atravesando Panamá, hasta llegar el extremo más meridional de América, en Chile. Entonces, a pesar de todo, Norteamérica y Sudamérica no están tan divididos.

El continente de Australia, que está conformado por la isla homónima, la isla de Tasmania y la isla de Nueva Guinea.

Ahora este ejemplo nos pone en otra situación un poco incómoda, porque si decidimos desechar el Canal de Panamá como un criterio que separe al continente Americano, también podríamos aplicar el mismo argumento para desechar la separación entre Eurasia y África, que están separados por el Canal de Suez, y terminarías con un mega-continente monstruoso de casi 85 millones de kilómetros cuadrados: Eurafrasia.

Con este modelo de cuatro continentes (América, Eurafrasia, Australia/Oceanía y Antártica), seguramente nuestra visión sobre los continentes debe estar completa, porque ya no hay más masas de tierra que unir y nuestra definición básica inicial es consistente. Excepto que no hemos realmente terminado porque aún queda por analizar otra parte de dicha definición: 'grandes'. Exactamente, ¿qué tan 'grande' debe ser una masa de tierra para ser "continentalmente grande"?

Imágen del lecho de roca de la Antártida. Esta imagen no considera las zonas que se inundarían si se derritiera todo el hielo del continente, ni las zonas que emergirían dado que no tienen encima la presión de todo el peso del hielo.

Recordemos que en algunas partes del mundo, el concepto de Oceanía como continente no es considerado como tal, y se considera a "Australia" como el continente más pequeño. En este modelo continental, la pregunta que surge de inmediato es si realmente Australia es el continente más pequeño o es algo así como "El Rey de las Islas". Si se considera a Australia como un continente, ¿por qué no considerar a Groenlandia? Es bastante grande, inclusive cuando no consideras todo el hielo que la cubre. Y hablando de hielo, ¿qué pasa con Antártida? Este continente olvidado, injustamente arrumbado en el fondo de los mapas porque casi nadie vive en él, parece ser enorme hasta que analizas lo que hay realmente bajo la superficie helada. Quítale todo el hielo a Antártida, y surge a la vista un archipiélago que no es la gran masa de tierra que pretende ser. Para complicar más las cosas, la isla más grande de este archipiélago es mucho más pequeña que "El Rey de las Islas". Dado el caso, si queremos seguir llamando "continente" a Antártida, bien podríamos llamar continentes a otras islas o archipiélagos. Es de ahí que en otros modelos continentales se considera que el continente no es Australia exclusivamente, sino Oceanía, que incluye dentro del continente a las islas vecinas en el Pacífico y a Nueva Zelanda. Pero bajo el mismo criterio, entramos en un debate de qué tan grande debe ser un archipiélago para ser considerado un continente. ¿Podríamos considerar a las Antillas, el conjunto de islas de delimitan el Mar Caribe, un continente aparte? ¿Podríamos considerar a la Gran Bretaña y la Isla de Irlanda, conocidas como las Islas Británicas, como un continente aparte? ¿Qué pasaría con Islandia?

Trataremos de responder a todas estas interrogantes en la siguiente parte de esta entrada.