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Here comes the Sun... para no elevar nuestra presión sanguínea

20012014 Cuenta la historia que a George Harrison, guitarrista principal de los Beatles, le llegó la inspiración para componer una de sus canciones más famosas cuando veía el amanecer desde el jardín de Eric Clapton, también destacable guitarrista británico y entrañable amigo de Harrison. Los rayos del Sol son el factor más importante para que los seres humanos produzcamos vitamina D. En esta época del año, el hemisferio sur está disfrutando de los rayos de verano, pero en el hemisferio norte el invierno trae consigo menos horas de luz, razón por la cual los niveles de vitamina D en los cuerpos de los habitantes norteños tienden a bajar dramáticamente.

La deficiencia de vitamina D en nuestro organismo desencadena diversos padecimientos. Los niños, por ejemplo, no crecen tanto y se arriesgan a una alta probabilidad de adquirir infecciones. En el caso de los adultos, esto puede causar debilidad muscular, dolor en los huesos y fracturas óseas. Además, la falta de vitamina D también ha sido relacionada con cáncer, diabetes mellitus, enfermedades autoinmunes y una alta presión sanguínea.

Unos investigadores de la Universidad de Medicina Veterinaria, en Viena, se preguntaron cuál era la relación entre la presión sanguínea alta y la deficiencia de vitamina D. Para responderse, estudiaron ratones genéticamente modificados cuyas células no podían recibir las señales de este nutrimento.

Después haber pasado un año sin vitamina D, la presión sanguínea de estos ratones aumentó de manera considerable. Esto se debe a que las vesículas sanguíneas, concretamente la aorta, se expanden con menos flexibilidad a cada pulso de sangre porque la vitamina D favorece la producción de una enzima llamada eNOS, encargada de regular la presión sanguínea.

La enzima eNOS recibe ese nombre ya que produce óxido nítrico (NO), un gas importante para la relajación del músculo liso. Cuando se forma poco óxido nítrico, los vasos son menos flexibles, lo cual conlleva una presión alta. Este estudio también encontró una baja expresión de eNOS en los ratones, indicando así que la vitamina D controla la presión sanguínea de manera indirecta.

Esto nos deja una buena y una mala noticia. La mala es que, a pesar de poder ingerir alimentos artificialmente adicionados con vitamina D, el cuerpo es incapaz de eliminar un exceso de este nutrimento y lo deposita en riñones, pulmones, vasos sanguíneos y corazón. Pero la buena noticia es que podemos mantener niveles saludables de vitamina D si tan solo nos exponemos al Sol durante el tiempo apropiado. Qué mejor si lo hacemos mientras George Harrison nos canta Here Comes the Sun.

Bibliografía:

Artículo original en Molecular Endocrinology | Nota de la Universidad de Medicina Veterinaria,Viena | Nota de Historias Cienciacionales

Cometas descansan en el cinturón de asteroides a la espera de su rayito de Sol.

Interpretación gráfica del viejo (arriba), nuevo (medio) paradigma y abajo vemos como era hace muchos millones de años con base en el nuevo paradigma por Ignacio Ferrin de la Universidad de Antioquia. Un grupo de astrónomos colombianos, provenientes de la Universidad de Anitoquia, Colombia, ha encontrado en el cinturón principal de asteroides (una zona en nuestro Sistema Solar que abarca desde la órbita de Marte hasta la de Júpiter), que algunas de estas rocas no son asteroides, sino cometas dormidos capaces de regresar a su forma activa con un pequeño aumento porcentual de la energía que reciben del sol. Algo así como cierta princesa de Disney, pero en el espacio, con rocas y rayos del Sol.

En el Sistema Solar, los cometas están entre los objetos más pequeños. Normalmente su tamaño es de pocos kilómetros y están compuestos de una mezcla de rocas y hielos, lo que provoca que al momento de aproximarse a nuestra estrella (cosa poco común debido a sus órbitas elípticas grandes), algunos de estos hielos se conviertan en gases, dándoles la cola de gas con la cual normalmente los recordamos.

Lo que llamó la atención del equipo de investigadores compuesto por Ignacio Ferrin, Jorge Zuluaga y Pablo Cuartas, fue que en la última década, se habían descubierto 12 cometas activos en la región principal del cinturón asteroides, zona que se pensaba estar compuesta por asteroides sin algún tipo de actividad. Ferrin comentó: “imagínense todos estos asteroides yendo alrededor del sol por eones (eón: período de tiempo en los que se desarrolla el universo), sin ningún tipo de actividad. Hemos encontrado que algunos de estos no son rocas muertas después de todo, sino cometas inactivos que podrían regresar a la “vida” si la energía que ellos reciben del Sol se incrementa por un pequeño tanto por ciento”. Debido a esto el equipo los llamó “Lazarus Comets”.

Por sorprendente que parezca, esto podría pasar con bastante facilidad, ya que muchos de estos objetos en el cinturón, son empujados por la gravedad de Júpiter. Lo que podría provocar un cambio en la órbita de los objetos y llevarlos a la distancia mínima necesaria del Sol (perihelio) y ¡BAM! De vuelta a la vida errante.

Con base en este nuevo paradigma, podemos pensar en un cinturón principal lleno de miles de cometas activos, que con el tiempo envejecieron y finalmente cesaron la actividad, dejándonos sólo viejos que con un poco de calor se reaniman para recordarnos de su glorioso pasado.

Nota fuente en la Royal Astronomical Society | El artículo es de libre acceso y está publicado en “Monthly notices of the Royal Astronomical Society”