metabolismo

Las formas, la evolución y las matemáticas unidas por el corazón

animalitosRayas o manchas, grandes o chiquitos, ramas y hojas… Pocas cosas causan tanta admiración como la descomunal variedad de formas que exhibe la naturaleza. Pero si le preguntamos a algún científico sobre el origen y evolución de ellas, seguramente levantaría una ceja, se llevaría una mano a la barbilla y nos contestaría que la respuesta sigue siendo un reto. ¿Qué tal si usamos las matemáticas para darnos una ayudadita? La ley de Kleiber es una expresión matemática que explica la relación de la tasa metabólica de los animales con su masa, y es evidencia del gasto energético en sinnúmero de organismos. Ésta menciona que en tanto los organismos se hacen más grandes, su metabolismo y su tiempo de vida aumentan a tasas predecibles. Así se puede explicar por qué el corazón de un ratón late el mismo número de veces que el de un elefante, haciendo una relación entre el número de latidos del corazón por minuto y el tiempo de vida de ambos animales.

A partir de este modelo matemático, se ha propuesto que las formas de plantas y animales evolucionaron en respuesta a los mismos principios físicos, es decir, como formas ideales que resuelven la manera de utilizar la energía de forma eficiente. Se podría decir que los primeros organismos que habitaron la Tierra tenían formas diferentes, pero la selección natural ha actuado en ambos grupos de tal manera que muestran geometrías similares y eficiencias energéticas equivalentes.

Aunque la ley parece explicar la relación entre masa y energía, tiene un factor ausente. Algunos dicen que se debe tomar en cuenta el espacio ocupado por los órganos internos de los animales. Otros proponen enfocarse en las formas fractales de las formas de los organismos, como las ramas de los árboles o los vasos sanguíneos.

Una nueva propuesta toma en cuenta la velocidad a la que los nutrientes son transportados en los cuerpos de los animales, así como la forma en que se deshacen del calor. Al calcular la tasa a la que los corazones bombean sangre, ésta sugiere que la velocidad de flujo es igual a la masa de los animales en una doceava parte. Esto significa que los animales tienen que ajustar el flujo de sus nutrientes y el calor mientras su masa cambia para mantener la mayor eficiencia posible. Por otro lado, el área de la superficie de un árbol y el volumen  que ocupa son casi los mismos y los nutrientes del árbol fluyen a una velocidad constante, independientemente de su tamaño. Dicha propuesta explicaría por qué los animales necesitan de un corazón y los árboles no.

La nueva propuesta completa el poder explicativo de la ley de Kleiber, y es un argumento a favor de la evolución convergente – en la que dos características diferentes evolucionan hasta llegar a la misma solución –, misma que resalta el sustento tanto matemático como de la física.

Bibliografía:

Nota Fuente | Artículo en PNAS | Nota original en el Blog de Historias Cienciacionales

Cómo quemar grasa (¿y bajar kilos?) y no morir en el intento [Parte 2]

(Para leer la primera parte, dá click aquí)

Mito 4: La única forma de ejercitarse efectivamente es ir al gimnasio Realidad: A muchas personas les resulta aburrido ir al gimnasio. Afortunadamente, existen muchas otras formas de ser activo físicamente. Por ejemplo, puedes correr, nadar, hacer jogging, andar en bicicleta, sacar a tu perro a pasear, ó participar en algún deporte (particularmente aquellos de conjunto). De hecho, un ejercicio tan sencillo como saltar la cuerda te permite ejercitar todos los músculos de tu cuerpo. Del mismo modo, es realmente muy difícil elevar tu ritmo cardiaco a un nivel quema-grasa simplemente caminando. En todo caso, es más recomendable subir y bajar escaleras, intercalándolo con series de sentadillas, lagartijas, lunges u otros ejercicios que no requieren más que tu peso corporal.

Mito 5: Las mujeres no deben levantar pesas, porque sus cuerpos podrían volverse monstruosamente musculosos de un día para otro (esta se la he escuchado decir a varias mujeres). Realidad: Existen tres tipos diferentes de ejercicios, que tienen efectos complementarios en nuestro cuerpo:

  • Los ejercicios aeróbicos como correr, nadar, andar en bicicleta, caminar, saltar la cuerda, remar o jugar tenis nos ayudan a aumentar la resistencia cardiovascular y llenan de oxígeno nuestras células. Nos hacen sudar y quemar calorías (y por lo tanto, son indispensables si queremos reducir la grasa corporal).
  • Los ejercicios anaeróbicos son aquellos que nos ayudan a incrementar nuestra fuerza muscular, como el entrenamiento con pesas o las carreras en sprints. Para obtener el efecto deseado, es importante llevarlos a cabo con un peso adecuado (que te permita realizar series de entre 8 y 14 repeticiones de cada ejercicio), llegar al “punto de agotamiento” (que es cuando el músculo es forzado a realizar un esfuerzo para terminar la última serie) y mantener una buena postura durante toda la serie (sin doblar la espalda, o moverse hacia los lados).
  • Por último, los ejercicios de flexibilidad consisten de estiramientos y nos ayudan a mejorar el rango de movimiento de nuestros músculos, y a mantener en buen estado nuestras articulaciones (Una hora de yoga 2 o 3 veces por semana es un excelente complemento a una rutina de ejercicios. Además, el yoga y la meditación tienen efectos positivos en la materia gris y la función cerebral, pero eso se los platico en otro post).
Soraya Jimenez, campeona olímpica en levantamiento de pesas. Se requiere mucho entrenamiento para llegar a esos niveles.

Cualquier programa de ejercicios debe estar conformado por una combinación de ejercicios de los tres tipos arriba mencionados.

Los músculos son tejidos que se adaptan rápidamente a las demandas de nuestro estilo de vida. Cuando levantamos pesas, generamos pequeños puntos de ruptura en las fibras musculares que trabajamos. Esto estimula al músculo a regenerarse y producir más proteína, y por lo tanto, incrementar su volumen y fuerza. Estos incrementos de volumen son realmente mínimos y progresivos (aunque existen diversos suplementos nutricionales que ayudan a potenciar el crecimiento muscular). Sin embargo, a diferencia de los hombres, las mujeres presentan niveles muy bajos de testosterona, lo cual limita enormemente su posible aumento en volumen muscular.

Del mismo modo, si dejamos de ejercitar nuestros músculos, éstos disminuirán su tamaño. ¿Por qué? Porque, como mencionamos en el post anterior, nuestros metabolismos están confeccionados genéticamente para almacenar energía (osea, grasa), y los músculos son un tejido que consume mucha energía. Por lo que, cuando el organismo debe decidir si mantener músculo o ahorrarse esa energía, siempre va a elegir la segunda opción.

Mito 6: La masa muscular disminuye con la edad (y la grasa corporal aumenta) Realidad: Hasta hace poco, esto era considerado verdad. Numerosos estudios habían documentado que, entre los 40 y los 50 años, una persona experimenta una pérdida de entre el 8 y el 10% de su masa muscular, y de ahí en adelante, el ritmo tiende a acelerarse. Sin embargo, dichos estudios presentaban unan falla terrible: Sólo habían analizado adultos sedentarios. Un estudio reciente de la Universidad de Pittsburgh, reclutó a 40 voluntarios (entre 40 y 81 años) que compiten en triatlones y entrenan 4 o 5 veces a la semana. Los resultados revelaron que los atletas de 70 u 80 años tenían una composición de masa muscular comparable a la de atletas de 40 años. Ni más ni menos. La imagen a la derecha muestra una imagen de resonancia magnética de las piernas de dos triatletas (de 40 y 70 años) y un hombre sedentario de 74 años. Una imagen habla más que mil palabras.

Mito 7: La grasa corporal es tejido inerte e inofensivo Realidad: Por mucho tiempo se pensó que la grasa corporal no era más que tejido inerte que almacenaba energía. Sin embargo, varios estudios han demostrado que no es así, sino que es un tejido muy activo. Los depósitos de grasa corporal producen hormonas (conocidas como adipocinas) que producen una inflamación crónica del cuerpo, entre otros efectos negativos sobre el cerebro, hígado, médula ósea, glándula suprarrenal y el sistema inmune. Además, cuando los depósitos de grasa crecen mucho, éstos pueden activar la formación de nuevos vasos sanguíneos que los alimenten y les provean de oxígeno para así poder seguir creciendo (algo similar a la angiogénesis en cáncer).

Los efectos benéficos (casi mágicos) del ejercicio son ampliamente reconocidos. Sin embargo, ¿cómo es que se originan a nivel celular? Es una pregunta que aún no tiene una respuesta completa.

Hace apenas unas semanas, investigadores de la universidad de Harvard publicaron en la revista académica Nature un reporte en el que dan a conocer el aislamiento (en ratones) de una hormona a la que bautizaron como Irisina. Esta hormona es secretada por los músculos justo después de ser ejercitados, para inducir un cambio metabólico que convierte la grasa ordinaria (también conocida como grasa blanca) en grasa marrón, con lo que aumenta el consumo calórico del organismo. ¿Por qué? Porque a diferencia de la grasa blanca, que sólo almacena energía, el tejido adiposo marrón, es un tejido activo que consume energía. Una teoría para explicar la existencia de este mecanismo biológico es que responde a un mecanismo que se activa comunmente cuando tenemos frío y nuestros músculos se contraen (tiemblan) para producir calor. En teoría, los músculos producirían irisina para activar el proceso de termogénesis, durante el cual se quema energía almacenada (grasa blanca) y se produce este tejido conocido como grasa marrón, produciendo calor en el camin, y protegiéndonos de sufrir una hipotermia. Con todo, aún cuando si la irisina se convirtiera en un medicamento terapéutico que pudiera ayudarnos a quemar grasa (mismo que ya esta siendo desarrollado por la empresa Ember Therapeutics, en Boston, USA), el ejercicio seguiría siendo una mejor opción, pues además de quemar calorías, fortalece nuestros músculos, huesos y sistema cardiovascular, entre otras ventajas.

Para concluir: El secreto para bajar de peso quemando grasa, consiste en seguir una lógica simple. Quema más calorías de las que consumes. Sólo para poner un ejemplo: Se estima que 1 kg de grasa corporal equivale a 7,750 calorías. Esto quiere decir que, por ejemplo, si tu meta es bajar 5 kg de peso, necesitas quemar 38,750 calorías más que las que ingieres en tu dieta. Para evitar una descompensación, esto se debe hacer en un plazo de tiempo razonable. Supongamos que logras un déficit calórico de 400 calorías diarias (siendo muy activo y comiendo saludablemente). A este paso, te tomaría entre 13 y 14 semanas lograr tu objetivo de reducir 5 kg. Esto, es ser realista (y una razón "de peso" para que no malgastes tu dinero comprando "productos milagro"). Lo mejor que puedes hacer, es consultar con tu médico y buscar la asesoría de un nutriólogo, quienes te podrán ayudar a diseñar un programa a la medida de tu estilo de vida, gustos y metas. ¡Ah! Y si eres del 33% de mexicanos que no tienen obesidad ni sobrepeso, considerate afortunado. Pero recuerda que tú también debes ejercitarte, pues ser delgado no es necesariamente sinónimo de ser metabólicamente sano.

No olvides compartir este artículo con tus amigos y conocidos. Ayúdanos a crear consciencia y a divulgar el conocimiento.

Acerca del Autor: Miguel E. Rentería es egresado de la UNAM y actualmente estudia un doctorado en genética y neurociencias en la Universidad de Queensland, Australia. Click aquí para ver otros textos del autor.

Cómo quemar grasa (¿y bajar kilos?) y no morir en el intento [Parte 1]

Según estadísticas contenidas en el informe “La Obesidad y la economía de la prevención” publicado por la OCDE en Septiembre de 2010, dos de cada tres personas mayores de 15 años en México tienen sobrepeso u obesidad. Paralelamente, diversos estudios han identificado a la obesidad como el principal factor de riesgo para desarrollar hipertensión y diabetes, entre otras enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Lo alarmante de esta situación es que la diabetes y sus complicaciones se ubican ya como la principal causa de muerte, de amputaciones y ceguera en el país. Se calcula que simplemente este año, más de 100,000 mexicanos morirán víctimas de la diabetes, y la tendencia apunta a que esta cifra se incrementará en próximos años.

Quisiera comenzar por decir que la obesidad es una condición compleja y multifactorial que es producto de una combinación de múltiples factores de tipo biológico, pero que también obedece a una serie de circunstancias de índole social, cultural, y económica que afectan los aspectos nutricionales, emocionales y conductuales de las personas. Este texto no busca discutir acerca de las diferentes políticas de prevención y estrategias de intervención a nivel salud pública. Por el contrario, busca presentar algunas ideas derivadas de estudios médicos y epidemiológicos sobre el ejercicio físico y su rol en la prevención de la obesidad y sus enfermedades asociadas. ¿Por qué hablar de ejercicio? Porque diversos análisis han demostrado que es la forma más efectiva de medicina preventiva. Y también porque creo que, al final del día, todos los individuos tenemos cierto poder de decisión sobre nuestro estilo de vida. Por lo que, apoyados con conocimientos que se basan más en evidencias que en creencias, podemos tomar decisiones más sabias al respecto que nos permitan alcanzar y disfrutar de una vida más saludable.

Es cierto aquello de que cada quien posee un metabolismo diferente. Algunas personas son envidiadas por que pueden comer cantidades vastas de comida y no engordar ni un gramo. Afortunados ellos. Sin embargo, para la mayoría de nosotros, la batalla contra el peso es difícil y dura toda la vida. Nuevas investigaciones sugieren que uno de los posibles factores que afectan el riesgo de ser obeso reside en la composición del tipo de bacterias que viven en nuestro intestino, mientras que otros estudios sugieren que sustancias como los microRNAs que se encuentran en los vegetales que comemos, interactúan con nuestro metabolismo para formar sistemas de co-regulación genética. “Eres lo que comes”, reza el refrán, y estas investigaciones parece que lo comprueban. Independientemente de todos estos descubrimientos interesantes, hay que recordar que gracias a la evolución, nuestros cuerpos están diseñados para asimilar los nutrientes y la energía contenidos en los alimentos que ingerimos y, cuando ingerimos más energía de la que podemos “quemar”, nuestros cuerpos felizmente la convierten en grasa y la almacenan en el tejido adiposo (bajo el supuesto de que esas reservas de energía podrían salvarnos de morir de hambre en una época de escasez). Nos guste o no, ese es el mecanismo biológico que, por default está embebido en nuestras células.

No hace mucho, en la década de los 80’s, la tasa de obesidad se encontraba en menos del 10% a nivel mundial. Pero gracias a nuestra “prosperidad” como especie, producto del “éxito” económico, nuestro estilo de vida se ha transformado progresivamente en uno más sedentario que viene acompañado de una dieta que nos provee de más calorías de las que necesitamos. Es una situación muy difícil, ya que los alimentos, particularmente aquellos que contienen mucha azúcar (y por lo tanto muchas “calorías), nos producen placer, y su consumo frecuente sólo refuerza los circuitos neuronales (y conductuales) que nos llevan a consumirlos. Es como si nuestro cuerpo nos estuviera tendiendo una trampa en la que nos hace comer más, para obtener más y más calorías para sí mismo.

NOTA: Tener un poco de grasa corporal es bueno. Incluso, necesario. En el caso de una persona sana, se estima que entre el 18-24% del peso corporal en los hombres y entre 25-31% en las mujeres, debería ser grasa. Estar arriba de esos rangos, se considera un problema. Si bien existen diversos métodos para medir la composición corporal, los más exactos son la imagenología por resonancia magnética y la tomografía computarizada, ya que permiten distinguir entre tejidos, e incluso entre los dos tipos más importantes de tejido adiposo: la grasa blanca y la grasa marrón, que difieren en su biología, y esto es algo que se discutirá con más detalles en la segunda entrega del post.

Volviendo al tema, el asunto de la dieta es muy complejo, y requiere varios posts para tratarlo. Muchas campañas en los medios han sido enfocadas en concientizar a la población sobre los efectos negativos de una dieta basada en la vitamina T (tamales, tacos, tortas, etc.). Sin embargo, menos atención se le ha dado al componente de la actividad física. Para combatir nuestro sedentarismo, los humanos contamos con un invento reciente llamado “ejercicio”. El ejercicio nos permite mantener en buena forma nuestros músculos, fortalecer nuestros huesos y quemar ese exceso de grasa producto de la abundancia de calorías del desayuno/comida/cena. Sin embargo, existen innumerables conceptos erróneos sobre el ejercicio y, en mi opinión, un gran déficit en México de entrenadores y personal calificado en el tema. El año pasado, Travis Saunders, autor del blog “Obesity panacea” presentó una lista de 7 mitos sobre la actividad física, que reproduzco a continuación:

Mito 1: Los niños deben dedicar su tiempo a cosas más importantes, como estudiar, en lugar de hacer ejercicio.

Realidad: Varios estudios señalan que los niños que más participan en actividades deportivas, generalmente tienen mejores habilidades matemáticas y de lectura. En Ontario, Canadá, implementaron un programa para medir el impacto de la educación física en el rendimiento escolar. En un periodo de dos años, aquellos niños que tuvieron actividad física diariamente lograron calificaciones 36% más altas en lectura y 24% más altas en matemáticas, comparado con aquellos que no tuvieron actividad física a diario. En un proyecto piloto en Québec, no sólo aumentaron el tiempo dedicado a la actividad física, sino que redujeron el tiempo dedicado a las clases. Como resultado, la condición física de los niños mejoró considerablemente, mientras que no se observó ningún efecto negativo en el aprovechamiento o aprendizaje. Estudios en adultos indican que el ejercicio aeróbico estimula la generación de nuevas neuronas en el hipocampo, una estructura cerebral clave en la consolidación y la formación de nuevas memorias, lo que favorece el aprendizaje en cualquier etapa de la vida.

Mito 2: No es recomendable que personas de la tercera edad hagan ejercicio.

Realidad: Antes de comenzar con un programa de acondicionamiento físico, es indispensable que toda persona consulte con su médico y que discuta cualquier asunto relevante de salud. Numerosos estudios indican que, en un periodo de tan sólo 6 meses de actividad física, una persona de la tercera edad puede: disminuir la grasa corporal, aumentar la masa muscular, disminuir la resistencia a la insulina (un factor de riesgo para la diabetes) y aumentar su aptitud física  (entendida como la capacidad de llevar a cabo actividades por sí mismo).

Mito 3: No es posible que alguien obeso o con sobrepeso sea saludable. Son gordos, y deben bajar de peso para poder ser saludables. Ah, y si alguien es delgado, significa que es sano.

Realidad: Un estudio que analizó a más de 40,000 personas durante más de 17 años encontró que aquellas personas que eran moderadamente activas, tenían un riesgo 25% menor de morir o presentar enfermedades crónico-degenerativas, y aquellas que eran consideradas como muy activas tenían un riesgo 40% menor. Esto, sin importar su índice de masa corporal. Es decir: lo malo y lo peligroso no es ser llenito, gordito o de complexión robusta, sino ser sedentario. Asimismo, hay que destacar el hecho de que el ejercicio nos da muchos otros beneficios, más allá de ayudarnos a bajar de peso. De hecho, por si solo, el ejercicio es solo uno de varios hábitos saludables que hay que cultivar para ayudarnos a ganar la batalla contra el peso. Por otro lado, creer que las personas delgadas son sanas por el simple hecho de ser delgadas, es un error. La actividad física es mucho más importante que el índice de masa corporal. Por lo tanto, me atrevo a decir que lo peligroso para México no es ser un país de gorditos, sino ser un país donde la gente es sedentaria.

Por cuestiones de espacio, este post está dividido en dos partes. En la segunda parte, terminaremos con los 7 mitos sobre del ejercicio, hablaremos de los diferentes tipos de grasa corporal y analizaremos las implicaciones de un descubrimiento dado a conocer por investigadores de Harvard hace unas semanas, quienes encontraron una hormona que es secretada por nuestros músculos cuando nos ejercitamos, y que presumiblemente es la responsable de desencadenar la serie de cambios metabólicos asociados a los beneficios de la actividad física. Además, resolveremos la incógnita del título de este artículo. Manténganse pendientes.

 

Acerca del Autor: Miguel E. Rentería es egresado de la UNAM y actualmente estudia un doctorado en genética y neurociencias en la Universidad de Queensland, Australia. Click aquí para ver otros textos del autor.

El mito urbano alrededor del aspartame: ¿es en realidad un dulce veneno? [Parte 2 de 2]

La vez anterior platicábamos de los dos primeros mitos e inquietudes que el aspartame ha despertado en ciertos sectores de la sociedad. En esta ocasión voy a terminar de analizar el caso del aspartame, retomando en donde me quedé la última ocasión:

3. El aspartame es responsable de aproximadamente el 75% de las reacciones adversas por aditivos a las comidas que son reportadas a la FDA. Dichas reacciones incluyen convulsiones, migrañas, vértigo, nausea, espasmos musculares, subida de peso, depresión, fatiga, irritabilidad, palpitaciones, dificultad para respirar, ansiedad, esquizofrenia y muerte.

3. ¿El aspartame produce tantas enfermedades como dicen?

Traté de encontrar el origen de aquel 75% de casos reportados a la FDA. Sin embargo, en ningún sitio oficial se menciona dicho porcentaje.  Lo que sí encontré es que los efectos del aspartame se han estudiado profundamente, siendo el aditivo alimenticio más analizado en el mundo, habiendo sido aprobado por más de 90 agencias regulatorias alrededor del mundo de manera independiente. Además, se han publicado más de medio millar artículos científicos sobre los efectos del aspartame desde 1988, y todos determinaron que éste es seguro para el consumo humano. Se han analizado sus efectos en animales, humanos, niños, personas obesas, diabéticos y mujeres durante la lactancia, y ninguno ha encontrado que alguno de los efectos mencionados anteriormente exista.

En el 2007, la Fundación Europea Ramazzini para la Oncología y las Ciencias Ambientales declaró que había conducido ciertos estudios que asociaban la ingesta de aspartame con la formación de tumores en ratas. Sin embargo, los datos de estos estudios fueron reanalizados por la FDA y su equivalente en Europa, la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria, quienes encontraron errores en el estudio. Posteriormente, ambas agencias llevaron a cabo sus propios estudios, y en 2009 determinaron que no había razón para creer que el aspartame pudiera generar tumores en seres humanos (ni ratas).

Otro de los mitos alrededor del aspartame es que es el causante de fuertes dolores de cabeza, mareos, vértigo y migrañas severas. Este mito se puso a prueba en un estudio de Schiffman et al. del Departamento de Psiquiatría de la universidad de Duke. Ellos diseñaron el siguiente experimento para poner a prueba la relación entre los dolores de cabeza y el aspartame: invitaron a 40 personas quienes en alguna ocasión habían expresado haber sufrido los síntomas antes mencionados tras haber consumido algún producto con aspartame. Entonces, separaron a este grupo de cuarenta personas en dos: un grupo al que le administraron un producto con aspartame, y al segundo grupo le administraron un placebo, es decir, un producto que no contenía aspartame. Lo interesante del estudio es que los que recibían el producto no sabían si estaban recibiendo el producto con aspartame o el placebo. Los resultados indicaron que sólo el 35% de aquellos individuos que recibieron el producto con aspartame desarrollaron síntomas como dolores de cabeza, así como el 45% que recibieron el placebo, que no contenía aspartame. Esto quiere decir que el dolor de cabeza difícilmente puede ser relacionado con el aspartame, y que probablemente el origen de esos dolores se encuentra en otra parte.

¿Entonces, el aspartame es seguro para todos?

Siempre existe la posibilidad de que algún día se descubra un efecto adverso a cualquier sustancia en el mercado, y cuando esto ocurre los encargados de la salud de cada país retiran dichos productos. Sin embargo, aunque la gente y ciertos grupos reporten una lista de reacciones adversas, éstas no son significativas por sí solas. Se pueden reportar miles de historias de personas que sufrieron algún malestar después de consumir algún producto con aspartame, pero estas historias caen en un tipo de falacia lógica llamada post hoc, ergo propter hoc. ¿Qué significa esto? Bien, esto quiere decir sólo porque algún evento A ocurrió justo después de alguna situación B, no quiere decir que la situación B sea necesariamente la causa de dicho evento A. En otras palabras, si una persona se toma un vaso de jugo de zanahoria endulzado con aspartame todos los días, y de repente desarrolla alguna enfermedad crónica, no se puede culpar directamente al aspartame de dicha enfermedad (¡y menos a la zanahoria!). Estudios controlados como los que han desarrollado las agencias regulatorias de 90 países de manera independiente son necesarios para determinar si los síntomas reportados que ocurren en las personas que consumen aspartame son en realidad causados por el aspartame o por alguna otra situación ajena a este endulzante artificial. Y hasta el momento, ninguno de esos estudios nos ha dado motivos para dudar de su seguridad.

Entonces, la respuesta a la cuestión de la seguridad del aspartame es sí, es seguro utilizarlo, con una sola excepción. Quizá hayas notado que las etiquetas de los productos con aspartame dicen "Fenilcetonúricos: Contiene Fenilalanina". ¿Qué quiere decir esto? Bueno, existe una enfermedad hereditaria llamada Fenilcetonuria que afecta la vía metabólica encargada de metabolizar la fenilalanina. Esta es una condición que se hereda de padres a hijos y no es algo que puedas adquirir durante el transcurso de tu vida. Al no poder metabolizar la fenilalanina los niveles de este aminoácido se acumulan en el cuerpo, pudiendo ocasionar estragos irreversibles en el cerebro y otras partes del sistema nervioso. Dado que el aspartame está conformado por fenilalanina, aquellos que sufren de fenilcetonuria deben abstenerse de consumir aquellos productos que la contienen. Para el resto de las personas no se ha demostrado que existan riesgos significativos para la salud.

Así que no te preocupes y disfruta aquellas bebidas endulzadas con aspartame. Sólo recuerda que el aspartame por sí sólo no ayuda a bajar de peso, simplemente hace que el contenido calórico de tus bebidas y postres sea menor al que tendrían si estuvieran endulzadas con azucar o fructosa. Por ello, si estás dentro de un régimen para bajar de peso o eres diabético, no olvides que una dieta balanceada y hacer ejercicio regularmente son los mejores aliados para una vida saludable. ¡Recuerda esto la próxima vez que te acompañes tus taquitos al pastor con una Coca Light!

Referencias y lecturas adicionales:

Aspartame: a safety evaluation based on current use levels, regulations, and toxicological and epidemiological studies. Crit Rev Toxicol. 2007;37(8):629-727. (en inglés)

Aspartame: review of safety.  Regul Toxicol Pharmacol. 2002 Apr;35(2 Pt 2):S1-93. (en inglés)

Aspartame Controversy en Wikipedia (inglés)

Acerca del autor:

José Antonio Alonso es egresado de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM. Actualmente se encuentra estudiando una Maestría en Bioética en la Universidad de Pennsylvania.

El mito urbano alrededor del aspartame: ¿es en realidad un dulce veneno? [Parte 1 de 2]

¿Alguna vez te han dicho que el aspartame es malo para tu salud? A muchos de nosotros también, pero ¿qué tan cierto es? En esta serie de entradas del blog vamos a analizar el mito urbano alrededor del aspartame, esperando que la información que te brindemos te ayude a despejar las dudas en cuanto al este famoso edulcorante.

El aspartame es un substituto de azúcar con bajo contenido calórico que se comercializa bajo las marcas Equal, Nutra-Sweet y Canderel. La composición química del aspartame se reduce a la combinación de dos aminoácidos: ácido aspártico y fenilalanina. Hay que recordar que los aminoácidos son los bloques constructores de las proteínas que consumimos en productos como carne, huevo, lácteos y algunas plantas como la soya, entre otros. Ahora bien, depende de a quién le hagas caso, el aspartame puede ser un compuesto seguro que ayuda a los regímenes de reducción de peso y del control de la diabetes, o bien una encarnación maligna y venenosa que está destruyendo la salud de aquellos que lo consumen. La pregunta es: ¿quién tiene la razón?

A través del internet han circulado infinidad de cadenas y presentaciones en PowerPoint que aseguran que consumir aspartame es malo para la salud. Las cosas que se mencionan en estos correos pueden agruparse en tres categorías:

1. El aspartame es malo porque se deriva del excremento de una bacteria genéticamente modificada llamada E. coli.

2. Tras ser ingerido, el aspartame se metaboliza en ácido aspártico, fenilalanina, metanol, formaldehído y ácido fórmico, los cuales son malos para la salud.

3. El aspartame es responsable de aproximadamente el 75% de las reacciones adversas por aditivos a las comidas que son reportadas a la FDA. Dichas reacciones incluyen convulsiones, migrañas, vértigo, nausea, espasmos musculares, subida de peso, depresión, fatiga, irritabilidad, palpitaciones, dificultad para respirar, ansiedad, esquizofrenia y muerte.

Para conocer cuál es la validez de cada una de estas aseveraciones, te invito a que analicemos cada una de ellas. En esta entrega vamos a analizar las primeras dos aseveraciones, y en la siguiente ocasión vamos a analizar a detalle la número 3.

1. ¿El aspartame se produce a través del excremento de una bacteria?

En algunos mercados, la manufactura de aspartame toma ventaja de procesos de ingeniería genética modernos. Estos procesos pueden describirse de la siguiente manera: los científicos toman una bacteria, en este caso Escherichia coli, que es una bacteria que vive en condiciones normales en nuestros intestinos y que forma parte de nuestra flora intestinal, y le introducen un pequeño segmento de ADN llamado plásmido. Este plásmido contiene algunos genes de interés para que la bacteria produzca lo que los científicos quieren. Este proceso se ha utilizado para producir una gran cantidad de enzimas y compuestos útiles para el hombre. En el caso del aspartame, lo que los científicos han hecho es introducir un plásmido que contiene las instrucciones para producir más fenilalanina, convirtiendo a las bacterias en un tipo de fábrica a nuestro servicio. Es importante mencionar que la fenilalanina en exceso que producen estas bacterias modificadas es exactamente igual a la fenilalanina que se produciría naturalmente, por lo cual no existe una diferencia que pudiera representar riesgo alguno. Posteriormente, la fenilalanina es combinada con el ácido aspártico, el cual es producido de una manera similar, para generar el aspartame.

Decir que el aspartame, o más bien la fenilalanina, es producida a través del "excremento" de las bacterias es una representación errónea de todo este proceso. Las bacterias como E. coli producen fenilalanina de manera natural, y las instrucciones que se introducen a través del plásmido lo único que le dicen a la bacteria es "¡Produce más fenilalanina, por favor!". Como ya había comentado, este proceso se ha utilizado para otros procesos, como la producción de Humilina, que es la insulina humana producida mediante ingeniería genética. Cuando se comenzó a producir insulina para los diabéticos, se utilizaba insulina derivada de animales como vacas y cerdos, los cuales llegaban a producir reacciones alérgicas en las personas que la utilizaban ya que la insulina de animales es ligeramente distinta a la insulina de los seres humanos. Sin embargo, con técnicas de ingeniería genética como las que hemos visto, los científicos encontraron la manera de decirle a las bacterias "Hey... aquí están las instrucciones para producir insulina humana, ¿nos ayudas?". El éxito ha sido tan grande que hoy en día la insulina de origen animal ya no es usada ni producida.

2. ¿El aspartame se metaboliza en productos venenosos para el ser humano?

Muchas de las cosas que comemos pueden ser absorbidas por el cuerpo tal cual como las ingerimos, esto sucede con el agua. Sin embargo, la mayoría de los alimentos deben ser metabolizados para poder ser utilizados por nuestro organismo. Esto quiere decir que las moléculas deben ser cortadas en pedacitos más pequeños. Un ejemplo son las proteínas, que consisten en largas cadenas de aminoácidos que deben ser divididas que el cuerpo pueda utilizarlas. El aspartame también debe ser metabolizado. El proceso que el aspartame sigue para ser metabolizado es el siguiente: primero, el cuerpo lo corta en sus dos componentes principales: ácido aspártico y fenilalanina. Durante este proceso se producen moléculas de metanol, conocido como el "alcohol de madera", que cuando es consumido en grandes cantidades puede tener reacciones adversas como la ceguera e inclusive la muerte. Entonces, ¿eso quiere decir que el aspartame es peligroso? Bueno... no necesariamente. El metanol es producido en pequeñas cantidades como un compuesto secundario del metabolismo de una gran variedad de alimentos, y la cantidad es tan pequeña que no sufrimos ningún efecto secundario. Por ejemplo, el metabolismo de una taza de jugo de tomate produce seis veces más metanol que un vaso de refresco de dieta, y no por ello se considera que el jugo de tomate sea seis veces más peligros que un refresco de dieta. Ahora bien, el metabolismo del metanol continúa, y se completa cuando éste es transformado en formaldehído, que es a su vez es convertido por el cuerpo en ácido fórmico. El ácido fórmico es otra sustancia que, cuando es ingerida en grandes cantidades, puede tener efectos desastrosos para la salud. Sin embargo, estudios en el metabolismo humano han encontrado que el ácido fórmico es eliminado cuando se rompe en moléculas de agua y dióxido de carbono, y que este proceso es mucho más rápido cuando el ácido fórmico se encuentra en el cuerpo tras la ingesta de ácido aspártico. ¿Y cuál podría ser una fuente de ácido aspártico? Oh, sí: ¡el aspartame!. Entonces, podemos decir que es cierto, cuando consumimos aspartame, el metabolismo genera compuestos como metanol y ácido fórmico, pero esto no significa que sean peligrosos para nuestra salud. Como ya vimos, estos compuestos aparecen en mayores cantidades cuando consumimos otros alimentos, como el jugo de tomate, y hasta la fecha nadie se ha muerto por tomarse un Clamato (¡o varios!).

Continuará…

Acerca del autor:

José Antonio Alonso es egresado de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM. Actualmente se encuentra estudiando una Maestría en Bioética en la Universidad de Pennsylvania.