mito urbano

Seis obstinados mitos acerca del cáncer

 El internet está lleno de información errónea acerca del cáncer, con consecuencias que podrían ser trágicas para los pacientes.

Por: David Robert Grimes

Traducido del inglés por C. Daniela Robles-Espinoza

Publicado originalmente en theguardian.com y traducido con permiso del autor.

 

Hay pocas enfermedades que nos aterrorizan más que el cáncer. Ya que hasta una tercera parte de nosotros desarrollaremos cáncer en alguna etapa de la vida, es casi imposible mantenerse indiferente a esta enfermedad. Como un siniestro recordatorio de que somos mortales, el cáncer nos asusta de tal forma que preferimos evitar discutirlo, y el lenguaje que usamos cuando lo hacemos está plagado de eufemismos.

El reciente documental del Canal 4 británico, “You’re killing my son” (“Estás matando a mi hijo”, en español), contó la historia de Neon Roberts, un joven cuyo tratamiento para un tumor cerebral fue detenido por su madre Sally, quien estaba convencida de que la radioterapia le causaría daños a largo plazo y prefería intentar tratamientos médicos alternativos.

Tras una difícil batalla judicial, Neon recibió radioterapia, dejando a su madre poco convencida. “Que los doctores causen la muerte es muy común, pero afortunadamente, varios de nosotros nos hemos educado gracias al internet” dice ella en el documental. “Hay tantas otras opciones que nos han quitado, que se nos han negado”.

El caso de Neon Roberts es trágico y revela la cantidad de información errónea que rodea a esta enfermedad, pero el comentario de la Sra. Roberts no debe ser completamente ignorado. Tan confundida como pueda estar, no se puede negar su punto: el internet está lleno de información acerca del cáncer. Una gran parte de esta información es dudosa y estrafalaria, pero diferenciar entre verdad y ficción puede ser difícil. Esto ha provocado que muchos mitos acerca del cáncer cobren vida en línea.

Si bien sería imposible abarcar todas las leyendas que existen alrededor de este tema, vale la pena desmitificar algunos de los malentendidos más prevalentes.

 

La tasa de incidencia del cáncer está aumentando

Esta aseveración es cierta en un sentido, pero a menudo es citada como “prueba” de que nuestro mundo se está volviendo más carcinogénico. La edad es el mayor factor de riesgo independiente asociado con el desarrollo del cáncer, y como ahora vivimos más años no es muy sorprendente que la tasa de incidencia esté aumentando. Esto solamente significa que ahora hay menor probabilidad de que muramos de la serie de plagas y heridas que devastaron a generaciones anteriores. Lo que es esperanzador es que las tasas de supervivencia también han aumentado sustancialmente gracias a técnicas de diagnóstico y tratamientos más eficientes.

 

A los tiburones no les da cáncer

Este “supuesto hecho” se ha fijado con tal determinación en la conciencia pública que sólamente una lobotomía cultural podría borrarlo. La aparente inmunidad de los tiburones al cáncer ha llevado a que sean masacrados para recolectar su supuestamente curativo cartílago, lo cual es malo para los tiburones y no beneficia a los humanos.

A los tiburones sí les da cáncer – de hecho, a casi todos los organismos multicelulares les da, desde los perros hasta los elefantes.

El mito de que “a los tiburones no les da cáncer” fue popularizado en un libro con ese nombre del Dr. William Lane, escrito en 1992. Se estima que la población de tiburones norteamericanos ha disminuido 80% en la década pasada, con más de 200,000 tiburones cazados cada mes para crear una píldora que no funciona. Al lector escéptico no le resultará sorpresivo saber que el Dr. Lane tiene intereses económicos relacionados con la pesca de tiburones y la producción de píldoras de cartílago.

 

El cáncer es una enfermedad moderna

Los doctores egipcios ya registraban casos de cáncer de mama en algún momento entre los años 1500 y 3000 A.C. Para el año 400 A.C., el médico griego Hipócrates (el mismo del juramento) había distinguido entre tumores benignos y malignos. (Como dato curioso, los científicos griegos de esta época llamaron a esta enfermedad “cáncer” porque pensaban que ciertos grupos de tumores se veían como patas de cangrejo. Si esto te parece una comparación algo rara, ten en cuenta que los médicos griegos no estaban familiarizados con la técnica de la disección y por lo tanto sólo podían observar tumores protuberantes.)

La realidad es que el cáncer es en realidad un mal muy antiguo y probablemente ha estado presente desde el surgimiento de la humanidad y aún antes, en las especies de primates de las que descendemos.

 

La radioterapia y la quimioterapia son venenosas

En cierto sentido, sí – y es la idea. Tanto la radioterapia como la quimioterapia dañan el ADN. Las células de los tumores son mutantes, y aunque crecen y se dividen mucho más de lo que deberían, son mucho más sensibles al daño causado por estos agentes y son mucho menos propensas a ser reparadas correctamente en comparación con el tejido sano que las rodea. Como consecuencia, una dosis bien planeada de radioterapia es concentrada en áreas donde se han encontrado tumores, eliminando preferentemente a las células cancerosas y afectando lo menos posibles a los tejidos y órganos sanos.

La quimioterapia ataca a las células que se dividen rápidamente, precisamente como las células cancerosas. Esto también puede afectar a células no tumorales que se dividen rápidamente, como las de la médula ósea y los folículos pilosos.

El objetivo de ambas terapias es matar a las células tumorales sin dañar (idealmente) a las células sanas. Son terapias efectivas y por ello que tienen efectos secundarios. La cantaleta del “veneno” es a menudo utilizada por promotores de tratamientos alternativos sin efectos secundarios, los cuales convenientemente ignoran el hecho de que un tratamiento para el cáncer sin efectos secundarios, probablemente no esté matando a ninguna célula cancerosa.

 

Ya hay una cura, pero las grandes compañías farmacéuticas la están ocultando

La aseveración de que hay una cura para el cáncer “reprimida” es, tristemente, bastante común. Existen algunos documentales que pretenden investigar curas alternas para el cáncer, desde aceites curativos hasta la homeopatía, todos supuestamente reprimidos por la “industria del cáncer” para proteger su fuente de ingresos.

El cáncer es causado por la división descontrolada de células mutantes, que pueden invadir tejidos adyacentes o viajar por el cuerpo en un proceso llamado metástasis. Precisamente porque el cáncer puede surgir de prácticamente cualquier tipo de mutación en cualquier tipo de célula, hay un gran número de tipos de cáncer – algunos responden bien a la cirugía, otros a radioterapia, y otros a quimioterapia. Algunos tumores están muy avanzados para ser curados, pero pueden realizarse tratamientos paliativos con estas intervenciones.

La prognosis y las tasas de supervivencia para diferentes tipos de cáncer varían enormemente – los que crecen lento, son diagnosticados rápidamente y son de acceso fácil tienden a tener una prognosis buena. Normalmente el cáncer de piel no melanocítico y el cáncer de mama, por ejemplo, tienen relativamente buenas prognosis. Otros tumores crecen rápidamente o se presentan con síntomas clínicos solo cuando ya están muy avanzados, lo cual los hace más difíciles de tratar.

Lo que complica más las cosas es que debemos considerar que cada cáncer es único para cada paciente, ya que surge de mutaciones en sus propias células. Por lo tanto, la idea de que existe una única arma mágica para tratar a todas estas formas con causas, patologías y respuestas diferentes es extremadamente exagerada y debe ser tratada con escepticismo.

También existen las teorías de conspiración, como esta joya proveniente del infame bastión de información errónea que es ‘Natural News’:

“…la industria global del cáncer se estima en 200 mil millones de dólares al año. Hay muchos en varias posiciones asociadas a esta industria que no tendrían un trabajo si su fuente de ingresos se terminara de golpe con las noticias de que hay remedios más baratos, más eficaces y menos dañinos. Las grandes compañías farmacéuticas virtualmente desaparecían.”

Esta aseveración no pasa ni siquiera una primera examinación de cortesía. Si las grandes empresas farmacéuticas realmente tuvieran  una cura para el cáncer, entonces seguramente sus altos ejecutivos e investigadores nunca morirían de esta enfermedad. Además, un secreto como este sería imposible de mantener por mucho tiempo, sin importar la falta de escrúpulos de las compañías involucradas.

Pero el tiro de gracia para este argumento es algo tan obvio como un elefante adornado con luces destellantes bailando en el centro de una habitación: si existiera una cura efectiva para el cáncer, ¡¿Por qué rayos una compañía farmacéutica NO la vendería?!

 

El cáncer puede ser curado por X

El catálogo de supuestas curas para el cáncer es alarmantemente amplio, pero que el producto sea “natural” y fácil de obtener es una característica típica – por ejemplo, semillas de albaricoque, la guanábana, los muérdagos y hasta el bicarbonato de sodio han sido aclamados como “curas” a pesar de haber muy poca o ninguna evidencia clínica.

Combinaciones exóticas de todo tipo, desde hierbas hasta vitaminas, son vendidas y promovidas como curas potenciales, pero simplemente no hay evidencia de que funcionen. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) mantiene una lista de tratamientos falsos contra el cáncer en un intento por combatir la información errónea.

Otros insisten en que los imanes pueden curar el cáncer, pero los estudios hechos a esta supuesta “terapia magnética” han demostrado que tales campos estáticos son biológicamente inertes y al final es sólo pensar ilusamente. También se ha dicho que la homeopatía puede curar el cáncer, lo cual por supuesto no tiene ningún sentido porque se ha demostrado que ésta no es mejor que el placebo y que tendría que desafiar las leyes de la física y la química para ser efectiva.

Aunque es posible que estas personas tengan buenas intenciones pero estén mal informadas, hay más establecimientos más dudosos como la clínica Burzynski, la cual asegura haber descubierto una nueva forma de tratamiento para el cáncer llamada antineoplastones. Sin embargo, desde su fundación en 1976, esta clínica no ha generado ninguna evidencia revisada por expertos de que su método realmente funciona, y cobra cifras colosales a los pacientes para permitirles participar en los ensayos clínicos, lo cual es una práctica éticamente cuestionable. Los críticos de la clínica han sido amenazados con ser llevados a juicio.

Stanislaw Burzynski, su fundador, ha sido demandado de fraude por sus pacientes. A pesar de esto, es constantemente presentado como un héroe reprimido por las grandes empresas farmacéuticas, encajando completamente con las falaces teorías de conspiración e ignorando el hecho de que estas organizaciones cobran altas sumas de dinero a personas enfermas sin ofrecerles ningún tratamiento aprobado.

El gran Patrick Swayze, quien murió de cáncer de páncreas en 2009, dijo: “Si alguien tuviera esa cura allá afuera como tantas personas me juran que la tienen, esa persona sería dos cosas: sería muy rica, y sería muy famosa.(…)”.

El cáncer puede aterrorizarnos, pero no debemos olvidar que las opciones de tratamiento y sus resultados nunca han sido mejores, y continúan mejorando. Como demuestra acertadamente el caso de Neon Roberts, la información errónea puede causar problemas serios y potencialmente catastróficos. Es normal que tengamos preocupaciones y preguntas, pero una plática con nuestro médico, enfermera o asesor de salud puede esclarecer nuestras dudas y calmar nuestros miedos.

Aunque el internet es potencialmente una fuente fantástica de información (La página de Cancer Research UK tiene algunas explicaciones muy útiles para pacientes), tenemos que tener mucho cuidado de evitar tomar información espuria como real. Siempre que nos encontremos con promesas de curas milagrosas, debemos tener en mente aquella frase célebre de Carl Sagan: “Afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria”.

 

 

Acerca del autor

David Robert Grimes es físico e investigador en la Universidad de Oxford y escribe para el Irish Times. Su cuenta de twitter es @drg1985 y mantiene un blog  en Three men make a tiger.

¿Está el internet matando tus espermatozoides?

Como un hombre que pasa varias horas al día usando la computadora con el Wi-Fi encendido para tener acceso a internet, hay ciertas noticias que no pasan desapercibidas. Así, cuando la semana pasada encontré en mi lector de noticias el siguiente encabezado, no pude evitar alarmarme: "La radiación de las conexiones del Wi-Fi pueden reducir la actividad de los espermatozoides en un cuarto de los hombres, encuentra estudio" [noticia en inglés].

De acuerdo a varias noticias publicadas en distintos diarios, el estudio publicado el 30 de Noviembre en la revista científica 'Fertility and Sterility', recolectó muestras de semen de 29 hombres, dentro de un rango de edad de los 26 a los 45 años. Estas muestras fueron divididas en dos grupos. El primer grupo de muestras fue colocado debajo de una laptop conectada a internet a través de una conexión Wi-Fi mientras se realizaba una descarga de información por cuatro horas, mientras que la otra muestra fue colocada en condiciones idénticas de temperatura, pero lejos de la computadora y de cualquier otro aparato eléctrico. Los resultados indicaron que cerca del 25% de los espermatozoides de las muestras expuestas a la laptop con conexión Wi-Fi dejaron de nadar, en contraste con un 14% de los espermatozoides que dejaron de nadar en la muestra que se mantuvo alejada de la computadora (una diferencia del 11%). De manera similar, alrededor del 9% de los espermatozoides expuestos al Wi-Fi mostró daño en DNA, comparado con un 3% en la muestra control.

Total, que tras un ligero ataque de pánico auspiciado por el carácter alarmista de docenas de noticias que se generaron al respecto, con el potencial de convertirse en un mito urbano, y que ha estado circulando por las redes sociales por un par de semanas, decidí revisar con mayor detalle las implicaciones de este estudio. Al fin y al cabo, en un mundo donde cada vez es más común encontrarse una conexión Wi-Fi y dónde inevitablemente en algún momento tienes que usar alguna de ellas para acceder al internet, ya sea por trabajo o por simple diversión, es probable que la futura descendencia de un servidor se viera comprometida.

Lo primero que llama la atención es la manera en que el conocimiento científico se traduce en las agencias de noticias para ser difundido a la sociedad. Si recordamos el encabezado original, se menciona que las conexiones a internet a través del Wi-Fi pueden reducir la actividad de los espermatozoides en un cuarto de los hombres. Sin embargo, la observación del estudio indicaba que por cada muestra, habían encontrado que el 25% de los espermatozoides habían sido afectados en su capacidad de nadar (movilidad). Aquí encontramos un error básico que cometen varias agencias de noticias al momento de traducir los datos de un estudio a un lenguaje más accesible para el lector promedio; un encabezado más honesto, en este sentido, debería decir "La radiación de las conexiones del Wi-Fi pueden reducir la actividad de un cuarto de los espermatozoides en los hombres, encuentra estudio". Dicho de esta forma, ciertamente, la noticia es todavía más alarmante, porque ahora todos los hombres que usen una conexión al internet a través de Wi-Fi van a sufrir los efectos, a diferencia de la interpretación anterior en dónde aún existía la posibilidad de ser parte de aquel 75% de hombres cuyos espermatozoides no se verían afectados. El lector se preguntará, ¿Ya es momento de preocuparnos? No realmente.

Revisando a detalle la publicación original (que puede ser consultada al final del texto) encontramos que los autores suponen que existirá un daño a los espermatozoides por la forma en que se usa la computadora portátil. En la imagen que se muestra a continuación, podemos ver cómo el uso de la laptop en el regazo, cerca de los testículos, podría tener un efecto en los espermatozoides según los autores del estudio.

 

Imagen que muestra una manera común de utilizar una laptop.

 

Ahora, si bien es cierto que utilizar la laptop en las piernas puede ocasionar algunos efectos adversos (se han documentado casos de quemaduras en las piernas, tras una exposición de varias horas), lo cierto es que no es una constante en todos los usuarios el adoptar dicha posición. La pregunta en este caso sería si utilizar la laptop con el Wi-Fi encendido pudiera tener los efectos reportados por el estudio. En este punto es importante recalcar la diferencia entre estudios realizados ex vivo y estudios realizados in vivo. Los primeros son aquellos en los cuales se analizan muestras, tejidos, o células que han sido extruidas del organismo para su estudio y análisis. La investigación que se realizó en los espermatozoides es un ejemplo de un tipo de experimentación ex vivo, puesto que en este caso las muestras se analizaron fuera del cuerpo humano. Por el otro lado, los experimentos in vivo son aquellos que se realizan directamente sobre un organismo vivo, y en los cuales los efectos reportados son más informativos por tratarse de datos más apegados a la realidad. ¿Cómo afecta lo anterior al caso de los espermatozoides y el Wi-Fi? Bien, resulta que un espermatozoide cuando es eyaculado fuera del cuerpo es particularmente sensible a muchísimos factores, dado que no tiene la protección de otras células, tejidos y fluidos que el se encuentran en el cuerpo y en los cuales son necesarios para su supervivencia. De tal forma que no podemos realmente concluir que un hombre que usa una computadora, ya sea en el regazo o en un escritorio, sufra necesariamente un efecto directo en sus espermatozoides por el uso del Wi-Fi. Como el mismo estudio indica, el porcentaje de espermatozoides cuya movilidad se vio afectada en el grupo control que no tenía acceso al Wi-Fi fue de aproximadamente el 14%, lo cual confirma que no estar dentro del cuerpo es un factor que también afecta la movilidad de los espermatozoides.

Al final, no podemos decir que los estudios realizados en esta investigación sean conclusivos, aunque tampoco podemos desestimarlos. Por enumerar algunos de los posibles análisis que se deberían hacer en el futuro, podríamos pensar en analizar como distintas frecuencias de radiación de la señal del Wi-Fi afectan a los espermatozoides ex vivo, para determinar si la frecuencia a la cual existiera un daño considerable es cercana a las frecuencias que se utilizan en los distintos estándares bajo los cuales operan distintos tipos de conexiones Wi-Fi (que operan desde los 2.5 GHz hasta los 5 GHz, y que son similares a los de otros protocolos, como el Bluetooth). También sería conveniente confirmar las hipótesis que este estudio ha generado con una muestra más grande, dado que un estudio con sólo 29 participantes divididos en dos grupos resulta poco significativo en términos estadísticos. Finalmente, también sería conveniente analizar si los mismos efectos observados se dan in vivo, haciendo una comparación tanto del uso de la computadora en el regazo con el uso de la computadora en un escritorio.

Mientras tanto, podemos permanecer tranquilos. Ciertamente, aunque haya un efecto, las células germinales masculinas se regeneran constantemente, y están protegidas con la ropa que usamos y por nuestros propios cuerpos. Aun así, no sería mala tratar de usar la computadora en un escritorio y tratar de evitar nuestros regazos; se ha reportado el caso de un hombre que sufrió quemaduras en el pene tras usar la laptop en sus piernas por un periodo de tiempo considerablemente largo. Así que ya saben, para minimizar cualquier efecto negativo, por su bien y por el de sus futuros hijos, el escritorio es su mejor opción.

Referencia

Conrado Avendaño, Ariela Mata, César A. Sanchez Sarmiento, Gustavo F. Doncel. Use of laptop computers connected to internet through Wi-Fi decreases human sperm motility and increases sperm DNA fragmentation. Fertility and sterility 23 November 2011 (Article in Press DOI: 10.1016/j.fertnstert.2011.10.012)

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Acerca del Autor

José Antonio Alonso es egresado de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM. Actualmente se encuentra estudiando una Maestría en Bioética en la Universidad de Pennsylvania.

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El mito urbano alrededor del aspartame: ¿es en realidad un dulce veneno? [Parte 2 de 2]

La vez anterior platicábamos de los dos primeros mitos e inquietudes que el aspartame ha despertado en ciertos sectores de la sociedad. En esta ocasión voy a terminar de analizar el caso del aspartame, retomando en donde me quedé la última ocasión:

3. El aspartame es responsable de aproximadamente el 75% de las reacciones adversas por aditivos a las comidas que son reportadas a la FDA. Dichas reacciones incluyen convulsiones, migrañas, vértigo, nausea, espasmos musculares, subida de peso, depresión, fatiga, irritabilidad, palpitaciones, dificultad para respirar, ansiedad, esquizofrenia y muerte.

3. ¿El aspartame produce tantas enfermedades como dicen?

Traté de encontrar el origen de aquel 75% de casos reportados a la FDA. Sin embargo, en ningún sitio oficial se menciona dicho porcentaje.  Lo que sí encontré es que los efectos del aspartame se han estudiado profundamente, siendo el aditivo alimenticio más analizado en el mundo, habiendo sido aprobado por más de 90 agencias regulatorias alrededor del mundo de manera independiente. Además, se han publicado más de medio millar artículos científicos sobre los efectos del aspartame desde 1988, y todos determinaron que éste es seguro para el consumo humano. Se han analizado sus efectos en animales, humanos, niños, personas obesas, diabéticos y mujeres durante la lactancia, y ninguno ha encontrado que alguno de los efectos mencionados anteriormente exista.

En el 2007, la Fundación Europea Ramazzini para la Oncología y las Ciencias Ambientales declaró que había conducido ciertos estudios que asociaban la ingesta de aspartame con la formación de tumores en ratas. Sin embargo, los datos de estos estudios fueron reanalizados por la FDA y su equivalente en Europa, la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria, quienes encontraron errores en el estudio. Posteriormente, ambas agencias llevaron a cabo sus propios estudios, y en 2009 determinaron que no había razón para creer que el aspartame pudiera generar tumores en seres humanos (ni ratas).

Otro de los mitos alrededor del aspartame es que es el causante de fuertes dolores de cabeza, mareos, vértigo y migrañas severas. Este mito se puso a prueba en un estudio de Schiffman et al. del Departamento de Psiquiatría de la universidad de Duke. Ellos diseñaron el siguiente experimento para poner a prueba la relación entre los dolores de cabeza y el aspartame: invitaron a 40 personas quienes en alguna ocasión habían expresado haber sufrido los síntomas antes mencionados tras haber consumido algún producto con aspartame. Entonces, separaron a este grupo de cuarenta personas en dos: un grupo al que le administraron un producto con aspartame, y al segundo grupo le administraron un placebo, es decir, un producto que no contenía aspartame. Lo interesante del estudio es que los que recibían el producto no sabían si estaban recibiendo el producto con aspartame o el placebo. Los resultados indicaron que sólo el 35% de aquellos individuos que recibieron el producto con aspartame desarrollaron síntomas como dolores de cabeza, así como el 45% que recibieron el placebo, que no contenía aspartame. Esto quiere decir que el dolor de cabeza difícilmente puede ser relacionado con el aspartame, y que probablemente el origen de esos dolores se encuentra en otra parte.

¿Entonces, el aspartame es seguro para todos?

Siempre existe la posibilidad de que algún día se descubra un efecto adverso a cualquier sustancia en el mercado, y cuando esto ocurre los encargados de la salud de cada país retiran dichos productos. Sin embargo, aunque la gente y ciertos grupos reporten una lista de reacciones adversas, éstas no son significativas por sí solas. Se pueden reportar miles de historias de personas que sufrieron algún malestar después de consumir algún producto con aspartame, pero estas historias caen en un tipo de falacia lógica llamada post hoc, ergo propter hoc. ¿Qué significa esto? Bien, esto quiere decir sólo porque algún evento A ocurrió justo después de alguna situación B, no quiere decir que la situación B sea necesariamente la causa de dicho evento A. En otras palabras, si una persona se toma un vaso de jugo de zanahoria endulzado con aspartame todos los días, y de repente desarrolla alguna enfermedad crónica, no se puede culpar directamente al aspartame de dicha enfermedad (¡y menos a la zanahoria!). Estudios controlados como los que han desarrollado las agencias regulatorias de 90 países de manera independiente son necesarios para determinar si los síntomas reportados que ocurren en las personas que consumen aspartame son en realidad causados por el aspartame o por alguna otra situación ajena a este endulzante artificial. Y hasta el momento, ninguno de esos estudios nos ha dado motivos para dudar de su seguridad.

Entonces, la respuesta a la cuestión de la seguridad del aspartame es sí, es seguro utilizarlo, con una sola excepción. Quizá hayas notado que las etiquetas de los productos con aspartame dicen "Fenilcetonúricos: Contiene Fenilalanina". ¿Qué quiere decir esto? Bueno, existe una enfermedad hereditaria llamada Fenilcetonuria que afecta la vía metabólica encargada de metabolizar la fenilalanina. Esta es una condición que se hereda de padres a hijos y no es algo que puedas adquirir durante el transcurso de tu vida. Al no poder metabolizar la fenilalanina los niveles de este aminoácido se acumulan en el cuerpo, pudiendo ocasionar estragos irreversibles en el cerebro y otras partes del sistema nervioso. Dado que el aspartame está conformado por fenilalanina, aquellos que sufren de fenilcetonuria deben abstenerse de consumir aquellos productos que la contienen. Para el resto de las personas no se ha demostrado que existan riesgos significativos para la salud.

Así que no te preocupes y disfruta aquellas bebidas endulzadas con aspartame. Sólo recuerda que el aspartame por sí sólo no ayuda a bajar de peso, simplemente hace que el contenido calórico de tus bebidas y postres sea menor al que tendrían si estuvieran endulzadas con azucar o fructosa. Por ello, si estás dentro de un régimen para bajar de peso o eres diabético, no olvides que una dieta balanceada y hacer ejercicio regularmente son los mejores aliados para una vida saludable. ¡Recuerda esto la próxima vez que te acompañes tus taquitos al pastor con una Coca Light!

Referencias y lecturas adicionales:

Aspartame: a safety evaluation based on current use levels, regulations, and toxicological and epidemiological studies. Crit Rev Toxicol. 2007;37(8):629-727. (en inglés)

Aspartame: review of safety.  Regul Toxicol Pharmacol. 2002 Apr;35(2 Pt 2):S1-93. (en inglés)

Aspartame Controversy en Wikipedia (inglés)

Acerca del autor:

José Antonio Alonso es egresado de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM. Actualmente se encuentra estudiando una Maestría en Bioética en la Universidad de Pennsylvania.

El mito urbano alrededor del aspartame: ¿es en realidad un dulce veneno? [Parte 1 de 2]

¿Alguna vez te han dicho que el aspartame es malo para tu salud? A muchos de nosotros también, pero ¿qué tan cierto es? En esta serie de entradas del blog vamos a analizar el mito urbano alrededor del aspartame, esperando que la información que te brindemos te ayude a despejar las dudas en cuanto al este famoso edulcorante.

El aspartame es un substituto de azúcar con bajo contenido calórico que se comercializa bajo las marcas Equal, Nutra-Sweet y Canderel. La composición química del aspartame se reduce a la combinación de dos aminoácidos: ácido aspártico y fenilalanina. Hay que recordar que los aminoácidos son los bloques constructores de las proteínas que consumimos en productos como carne, huevo, lácteos y algunas plantas como la soya, entre otros. Ahora bien, depende de a quién le hagas caso, el aspartame puede ser un compuesto seguro que ayuda a los regímenes de reducción de peso y del control de la diabetes, o bien una encarnación maligna y venenosa que está destruyendo la salud de aquellos que lo consumen. La pregunta es: ¿quién tiene la razón?

A través del internet han circulado infinidad de cadenas y presentaciones en PowerPoint que aseguran que consumir aspartame es malo para la salud. Las cosas que se mencionan en estos correos pueden agruparse en tres categorías:

1. El aspartame es malo porque se deriva del excremento de una bacteria genéticamente modificada llamada E. coli.

2. Tras ser ingerido, el aspartame se metaboliza en ácido aspártico, fenilalanina, metanol, formaldehído y ácido fórmico, los cuales son malos para la salud.

3. El aspartame es responsable de aproximadamente el 75% de las reacciones adversas por aditivos a las comidas que son reportadas a la FDA. Dichas reacciones incluyen convulsiones, migrañas, vértigo, nausea, espasmos musculares, subida de peso, depresión, fatiga, irritabilidad, palpitaciones, dificultad para respirar, ansiedad, esquizofrenia y muerte.

Para conocer cuál es la validez de cada una de estas aseveraciones, te invito a que analicemos cada una de ellas. En esta entrega vamos a analizar las primeras dos aseveraciones, y en la siguiente ocasión vamos a analizar a detalle la número 3.

1. ¿El aspartame se produce a través del excremento de una bacteria?

En algunos mercados, la manufactura de aspartame toma ventaja de procesos de ingeniería genética modernos. Estos procesos pueden describirse de la siguiente manera: los científicos toman una bacteria, en este caso Escherichia coli, que es una bacteria que vive en condiciones normales en nuestros intestinos y que forma parte de nuestra flora intestinal, y le introducen un pequeño segmento de ADN llamado plásmido. Este plásmido contiene algunos genes de interés para que la bacteria produzca lo que los científicos quieren. Este proceso se ha utilizado para producir una gran cantidad de enzimas y compuestos útiles para el hombre. En el caso del aspartame, lo que los científicos han hecho es introducir un plásmido que contiene las instrucciones para producir más fenilalanina, convirtiendo a las bacterias en un tipo de fábrica a nuestro servicio. Es importante mencionar que la fenilalanina en exceso que producen estas bacterias modificadas es exactamente igual a la fenilalanina que se produciría naturalmente, por lo cual no existe una diferencia que pudiera representar riesgo alguno. Posteriormente, la fenilalanina es combinada con el ácido aspártico, el cual es producido de una manera similar, para generar el aspartame.

Decir que el aspartame, o más bien la fenilalanina, es producida a través del "excremento" de las bacterias es una representación errónea de todo este proceso. Las bacterias como E. coli producen fenilalanina de manera natural, y las instrucciones que se introducen a través del plásmido lo único que le dicen a la bacteria es "¡Produce más fenilalanina, por favor!". Como ya había comentado, este proceso se ha utilizado para otros procesos, como la producción de Humilina, que es la insulina humana producida mediante ingeniería genética. Cuando se comenzó a producir insulina para los diabéticos, se utilizaba insulina derivada de animales como vacas y cerdos, los cuales llegaban a producir reacciones alérgicas en las personas que la utilizaban ya que la insulina de animales es ligeramente distinta a la insulina de los seres humanos. Sin embargo, con técnicas de ingeniería genética como las que hemos visto, los científicos encontraron la manera de decirle a las bacterias "Hey... aquí están las instrucciones para producir insulina humana, ¿nos ayudas?". El éxito ha sido tan grande que hoy en día la insulina de origen animal ya no es usada ni producida.

2. ¿El aspartame se metaboliza en productos venenosos para el ser humano?

Muchas de las cosas que comemos pueden ser absorbidas por el cuerpo tal cual como las ingerimos, esto sucede con el agua. Sin embargo, la mayoría de los alimentos deben ser metabolizados para poder ser utilizados por nuestro organismo. Esto quiere decir que las moléculas deben ser cortadas en pedacitos más pequeños. Un ejemplo son las proteínas, que consisten en largas cadenas de aminoácidos que deben ser divididas que el cuerpo pueda utilizarlas. El aspartame también debe ser metabolizado. El proceso que el aspartame sigue para ser metabolizado es el siguiente: primero, el cuerpo lo corta en sus dos componentes principales: ácido aspártico y fenilalanina. Durante este proceso se producen moléculas de metanol, conocido como el "alcohol de madera", que cuando es consumido en grandes cantidades puede tener reacciones adversas como la ceguera e inclusive la muerte. Entonces, ¿eso quiere decir que el aspartame es peligroso? Bueno... no necesariamente. El metanol es producido en pequeñas cantidades como un compuesto secundario del metabolismo de una gran variedad de alimentos, y la cantidad es tan pequeña que no sufrimos ningún efecto secundario. Por ejemplo, el metabolismo de una taza de jugo de tomate produce seis veces más metanol que un vaso de refresco de dieta, y no por ello se considera que el jugo de tomate sea seis veces más peligros que un refresco de dieta. Ahora bien, el metabolismo del metanol continúa, y se completa cuando éste es transformado en formaldehído, que es a su vez es convertido por el cuerpo en ácido fórmico. El ácido fórmico es otra sustancia que, cuando es ingerida en grandes cantidades, puede tener efectos desastrosos para la salud. Sin embargo, estudios en el metabolismo humano han encontrado que el ácido fórmico es eliminado cuando se rompe en moléculas de agua y dióxido de carbono, y que este proceso es mucho más rápido cuando el ácido fórmico se encuentra en el cuerpo tras la ingesta de ácido aspártico. ¿Y cuál podría ser una fuente de ácido aspártico? Oh, sí: ¡el aspartame!. Entonces, podemos decir que es cierto, cuando consumimos aspartame, el metabolismo genera compuestos como metanol y ácido fórmico, pero esto no significa que sean peligrosos para nuestra salud. Como ya vimos, estos compuestos aparecen en mayores cantidades cuando consumimos otros alimentos, como el jugo de tomate, y hasta la fecha nadie se ha muerto por tomarse un Clamato (¡o varios!).

Continuará…

Acerca del autor:

José Antonio Alonso es egresado de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM. Actualmente se encuentra estudiando una Maestría en Bioética en la Universidad de Pennsylvania.