Por: Emiliano Cantón
En la primera parte de esta historia comenzamos a platicar de un tipo de insectos que para alimentarse succionan a las plantas, causando daños económicos importantes a los cultivos. Hoy tocaré un grupo más de insectos drenadores de vegetales y también brevemente como la ciencia está desarrollando formas nuevas de limitar su impacto.
Un tipo de insectos succionadores, y aquellos a los que actualmente dedico mis horas de investigación, son aquellos conocidos comúnmente como chinches apestosas o hediondas. Como su nombre lo indica, si molestas, amenazas o aplastas a las chinches, sentirás el intenso olor que liberan de unas glándulas en su vientre. Este compuesto se presume es producido para ahuyentar a los posibles predadores. Al igual que los insectos que tratamos en la primera parte, las chinches apestosas también son parte del orden de los hemípteros, y miembros del suborden de los heterópteros. Este suborden también lleva el apodo de "verdaderos bichos". Resultaron un poco más inteligentes en su dieta que sus primos. A diferencia de los áfidos o psílidos, favorecen alimentarse de frutos y semillas, y es ahí el impacto que tienen sobre las plantas, al atrofiar el crecimiento de los frutos, o dañarlos notoriamente impidiendo su venta.
Evolutivamente, se plantea que estos insectos tuvieron que "reaprender" a digerir una dieta rica en proteínas desde su antepasado común con los psílidos y áfidos. A diferencia de ellos, en el suborden de los heterópteros hay especies herbívoras, predadoras y hasta omnívoras. O sea, aquí encuentras de todo. De hecho, algunas especies de heterópteros se alimentan de sangre como la chinche besucona, Triatoma infestans, que es vector de la enfermedad de Chagas. Un área de investigación es estudiar la relación entre el tipo de dieta y la historia evolutiva de este grupo.
Estrictamente, las chinches apestosas no sólo succionan los líquidos de las plantas, sino que aprovechan los tejidos de su dieta. ¿Cómo logran esto cuando su mandíbula tiene la forma de popote? Bueno, las chinches apestosas al alimentarse primero perforan el tejido y entonces secretan saliva cargada de enzimas que empieza a degradar los tejidos. Después, sorben estos tejidos pre-licuados para completar la digestión en el intestino. Aunque también ingieren mucho líquido de esta forma, no es al nivel de un áfido. Una característica que hace de estos insectos un creciente problema en la agricultura es que son bastante polífagos, es decir que se alimentan de una multitud de plantas distintas, a un grado mayor que los psílidos o áfidos. Esto lleva a que salten de un cultivo a otro durante todo el año a medida que se sobrelapan los periodos de maduración de las plantas. Halyomorpha halys, conocida comúnmente como la chinche apestosa marmoleada café, es invasiva en América, Europa y Australia, y es una fuerte amenaza para México en particular, como detalla este reporte. La eficiencia con la que hemos logrado combatir las plagas principales de los cultivos dejó cancha abierta para que alguien ocupara el nicho, y estos insectos son algunos de lo que están tomando la batuta como problemas en los sembradíos.
No podría finalizar este primer acercamiento a los insectos hemípteros chupa plantas sin hablar de las formas de controlarlos. Los métodos tradicionales de rociar la superficie de las plantas resultan poco efectivos con este mecanismo de alimentación donde se perfora un punto pequeño para llegar al interior, con poca exposición al agente de control. Se requerirían demasiadas perforaciones para llegar a una dosis efectiva. Además, muchos áfidos y psílidos ya han desarrollado resistencia a insecticidas químicos (aquí el resumen de un estudio en Australia). La forma de entregar un agente de control desde el interior de la planta para que sea succionado será la solución, pero el punto de innovación en este momento es descubrir exactamente qué se puede hacer llegar a la boca de los insectos para eliminarlos y es un área de investigación intensa (y que orgullosamente formo parte). Por ejemplo, podrían desarrollarse plantas que produzcan fragmentos de genes específicos que detienen la síntesis de proteínas esenciales para el desarrollo de los insectos, un proceso conocido como interferencia por ácido ribonucléico. Al menos en condiciones de laboratorio ya se ha visto que si se encuentra al interior de la planta, se puede afectar a chinches apestosas y áfidos. Otra estrategia es utilizar compuestos volátiles similares a hormonas atractivas de las chinches apestosas para concentrarlas en trampas lejos de las plantas y hogares. Esperemos en futuras entregas pueda hablar sobre soluciones establecidas y no sólo problemas. Por lo pronto, aprovechen que se pueden mover y pueden alejarse de los insectos chupasangre y compadézcanse de las plantas.
Editores: Ximena Bonilla, Emiliano Cantón