Hace tiempo leí en Scientific American MIND un artículo sobre los distintos tipos de apego emocional que existen y cómo influyen en nuestras relaciones interpersonales (en específico, las relaciones de pareja). El tema me parece de lo más interesante, así que me animé a escribir al respecto para el blog.
Para empezar, pongamos un poco de contexto. La teoría del apego, sostiene que la capacidad que poseemos los humanos (y varias otras especies de mamíferos y aves) de formar vinculos afectivos con otros seres surgió como una tendencia de adaptación que permitiera mantener la proximidad de la cría hacia la figura del progenitor. Un recién nacido no está equipado para sobrevivir sin la ayuda de figuras protectoras que lo alimenten, brinden calor y lo auxilien en circunstancias en las que se enferma o se lastima. Por lo tanto, la capacidad de desarrollar este apego, representaría una ventaja evolutiva que sería favorecida por la selección natural.
Numerosos estudios en el campo de las neurociencias del comportamiento y la psicología han estudiado las relaciones entre padres e hijos. Una de las contribuciones más importantes en el área, fué sin duda el descubrimiento de Mary Ainsworth, quien al estudiar las diferencias en la calidad de la interacción madre-hijo en Uganda, identificó tres patrones principales de apego: seguro, inseguro e indiferente.
(a) Los niños con un apego seguro, lloran poco y se muestran contentos cuando exploran en presencia de la madre;
(b) Los niños con un apego inseguro o ansioso, lloran frecuentemente, incluso cuando están en brazos de sus madres; mientras que
(c) Los niños de apego indiferente o evasivo, no muestran apego ni conductas diferenciales hacia sus madres.
Los infantes de estilo seguro se apoyan en el respaldo emocional que proveen sus madres para explorar su entorno, aprender y prosperar, así como para encontrar consuelo cuando se encuentran molestos o cansados. Mientras que los de estilo inseguro, viven demasiado preocupados y con un miedo constante a ser abandonados por su madre, por lo que requieren de tenerla a la vista todo el tiempo. Por otro lado, aquellos con un perfil de apego indiferente parecen ser independientes y no necesitar (o ser incapaces de generar o sentir la necesidad) de la presencia materna para encontrar apoyo en momentos de necesidad.
OK, quiero suponer que hasta aquí vamos bien. Hagamos una pausa para dar tiempo de que vayas a preguntarle a tu mamá qué tipo de apego mostraste cuando eras un(a) bebé. Es más, si quieres hacer esto más interesante, puedes preguntarle a tu suegra qué tipo de estilo de apego tuvo tu pareja. Por que, según estudios recientes, estos estilos de apego individual permanecen en nuestro cerebro e influencían el tipo de apego emocional que empleamos cuando adultos al establecer relaciones amorosas:
De adultos, las personas con estilo seguro tienden a desarrollar modelos mentales de sí mismos como amistosos, afables y capaces, y de los otros como bien intencionados y confiables, ellos encuentran relativamente fácil intimar con otros, se sienten cómodos dependiendo de otros y que otros dependan de ellos, y no se preocupan acerca de ser abandonados o de que otros se encuentren muy próximos emocionalmente.
Las personas con estilo ansioso tienden a desarrollar modelos de sí mismos como poco inteligentes, inseguros, y de los otros como desconfiables. Buscan intimar con otros, pero siempre tienen miedo al rechazo, se preocupan constantemente de que sus parejas no los quieran y sienten temor al abandono. Son particularmente celosos(as) y posesivos(as) en sus relaciones.
Mientras que los individuos con estilo evasivo, desarrollan modelos de sí mismos como suspicaces, escépticos y retraídos, y de los otros como desconfiables o demasiado ansiosos para comprometerse en relaciones íntimas, se sienten incómodos intimando con otros y encuentran difícil confiar y depender de ellos. Otorgan particular importancia a la realización personal. Y defensivamente, desvalorizan la importancia de los vínculos afectivos.
Dado que las expectativas y comportamientos de cada estilo de apego son extremadamente diferentes, es lógico pensar que las distintas combinaciones de personas tengan diferentes grados de compatibilidad y afecten las dinámicas de pareja. Por ejemplo: ¿Qué pasa si una chava ansiosa decide andar con un chavo evasivo? Aún suponiendo que su amor sea sincero y genuino, es probable que ella viva pensando constantemente que él no la quiere (debido a su inseguridad), lo cual será reforzado por el hecho de que él vivirá evitando el compromiso (o apego emocional).
El caso anterior es quizás exagerado. Por lo que creo que vale la pena hacer varias precisiones:
1) Existe también un cuarto estilo de apego, conocido como tímido.
2) La distribución del grado de apego para cada estilo de apego sigue una distribución normal a nivel poblacional. De hecho, no son poco comunes los casos de personas que presentan combinaciones de dos tipos de apego. Por ejemplo, seguros y evasivos (en distintas proporciones).
3) Los patrones de comportamiento de los diferentes estilos de apego, son bastante estables. Esto quiere decir que no cambian en el ~80% de las personas, y que la única forma de cambiar o corregir comportamientos no deseados, es a través de terapia.
Para no hacer el post muy largo, voy a parar aquí. No sin antes: (1) Invitarte a comentar qué te pareció el artículo y sugerirme temas de neurociencias ó genética sobre los que te gustaría que escribiera en el blog, y (2) Dejarte la opción de dar click al siguiente link para que descargues el artículo completo de Scientific American MIND [en inglés]: (Get Attached).
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Acerca del autor: Miguel E. Rentería es egresado de la UNAM y actualmente estudia un doctorado en genética y neurociencias en la Universidad de Queensland, Australia. Twitter: @mkrente
Otros textos del autor: El reto Pepsi dentro de un escáner cerebral Cucarachas biónicas para la enseñanza de las neurociencias