Las plantas con flor embriagan a los insectos polinizadores con aromas que enamoran. Este olor puede ser un arma de doble filo e invitar a muchos comensales.
Si las plantas se llenan de herbívoros, como las orugas, buscarán atraer a insectos que se coman a dichos comensales con la ayuda de señales de olor en sus hojas. Estos podría ser avispas que ponen sus huevos sobre las orugas que comen a la planta, y así matarlas.
Pero no todo es ganancia para las plantas. La combinación de los olores de las flores con los de las hojas reducen su eficiencia mutuamente. He ahí el dilema. ¿Usar energía en la atracción de insectos y en la reproducción, o invertir en la defensa contra los herbívoros?
La acumulación de cambios en el tiempo ha llevado a que las plantas con flor ajusten sus esencias aromáticas a sus necesidades en cualquier momento, y así atraer a un insecto polinizador de una manera más enfocada.
En una investigación llevada a cabo por investigadores de instituciones suizas e italianas, los científicos observaron la reacción de la Brassica rapa, una planta cuya flor es comestible, cuando fue infestada de herbívoros. Los autores del trabajo demostraron que después de que los parásitos invadieron la planta, ésta redujo su aroma floral y comenzó a emitir señales aromáticas provenientes de sus hojas.
Los investigadores aseguran que disminuir el aroma floral hace a la planta menos atractiva a los insectos que la polinizan, y más atractiva para los animales que matan a los herbívoros. Una vez que la planta ya tiene a muchos de los segundos, produce más flores para compensar la pérdida del atractivo, y así tener más polinizadores.
Este es un ejemplo de las interacciones ecológicas entre plantas y polinizadores. Es evidencia de que los aromas florales son parte del intercambio con otros olores, todos con consecuencias para la planta. Y, sobre todo, de la flexibilidad de las plantas para adaptarse a su medio.
Bibliografía:
Nota fuente en EurekAlert! |Artículo en New Phytologist| Nota de Historias Cienciacionales