En los últimos meses, la pandemia causada por un nuevo coronavirus, SARS-CoV-2 se ha extendido rápidamente por todo el mundo debido a su rápida tasa de contagio. Una de las principales causas de la propagación de la enfermedad COVID-19 relacionada con este coronavirus, es el movimiento de personas entre ciudades, donde los aeropuertos parecen jugar un papel central.
¿Qué pasa cuando derrites toneladas de hielo de la Antártica? La gravedad de la superficie del planeta se resiente.
Hay dos formas de ver la noticia que científicos de la Agencia Espacial Europea difundieron la semana pasada sobre que el adelgazamiento del hielo en la Antártica ha afectado la gravedad de la zona. Uno puede entender que es un avance tecnológico el combinar los datos de dos satélites que miden cambios ligeros en la gravedad de la superficie del planeta, para que sea posible determinar la cantidad de hielo que se ha derretido, o uno puede entender que la noticia es que el derretimiento de ese hielo ha sido tan intensivo que hasta la gravedad se ha visto afectada.
Es innegable que poder medir las variaciones en la intensidad de la gravedad, debidas sobre todo al relieve de la superficie terrestre y a la deformación del planeta por su rotación, es una herramienta muy útil para campos como el de la minería o la oceanografía (como te lo contamos en esta nota). Pero el equipo de científicos a cargo del estudio, coordinado por J. Bouman, del Deutsches Geodätisches Forschungsinstitut (Instituto Alemán de Investigación en Geodésica), no estaba seguro de que los satélites GRACE y GOCE que han medido las variaciones gravitacionales desde hace varios años,pudieran ser tan precisos como para medir los cambios en la densidad del agua en la Antártica; sin embargo, como lo cuentan en su artículo publicado en la revista Geophysical Research Letters, la combinación de los datos de ambos satélites fue suficientemente precisa.
Por otro lado, surge la pregunta de qué tan grave es ese cambio de gravedad en la Antártica, si satélites en órbita fueron capaces de detectarla. Hay que tomar en cuenta que esas variaciones de gravedad en la superficie del globo son diminutas (no te sentirías más ligero ni más pesado en los diferentes puntos geográficos), pero conocerlas es útil porque puede revelar la naturaleza de lo que está debajo. Mientras más denso sea el suelo debajo, mayor es la masa contenida y por tanto mayor es la intensidad de la fuerza de gravedad. Con gravitómetros suficientemente finos, los científicos pueden detectar incluso cuerpos de agua debajo de la tierra o yacimientos de piedras preciosas. El equipo de Bouman ahora nos dice que con las mediciones gravimétricas también se puede saber qué tanto hielo se ha perdido de la capa que cubre la Antártica.
Un equipo diferente de investigadores, del Instituto Alfred Wegener en Alemania, calculó con datos gravimétricos del satélite Cryosat la cifra de 125 kilómetros cúbicos menos de hielo al año en la Antártica. Y tal vez esa sea la verdadera noticia: que el adelgazamiento del hielo de la Antártica es ahora tan pronunciado que incluso podemos medirlo por sus variaciones en la gravedad de la zona. Pero sin importar cuál sea el dato novedoso, el mero recordatorio de que el hielo de la Antártica se derrite con esa intensidad debería ser capaz de preocuparnos.
Fuentes:
La predicción de una lengua muy larga
“Acabo de recibir una caja de parte de Mr Bateman llena de la asombrosa Angraecum sesquipedalia con un nectario de un pie de largo. Sabrá dios qué insecto puede chuparla” escribió Darwin en 1862 a su amigo Hooker. En ésta y otras cartas muestra su fascinación y sorpresa por esta orquídea de Madagascar que hoy se le conoce comúnmente como la orquídea de Darwin. Fue por estas fechas, en su estudio de Reino Unido, donde Darwin hizo una de sus predicciones más famosas, que redactó en otra carta a Hooker y elaboró con más detalle en su libro La fecundación de las orquídeas: “En Madagascar deben existir polillas con probóscides capaces de extenderse un largo de entre 10 y 11 pulgadas [25-28cm]…Angraecum sesquipedale debe depender de alguna polilla gigante”. ¿Cómo, sin haber visto nunca a la orquídea en su ambiente natural, pudo Darwin elaborar esa predicción? ¿Cómo puede confirmarse un proceso sin que pueda observarse? Según la teoría de la evolución propuesta por Darwin tres años antes en su libro El Origen de las Especies, muchas de las características de los organismos son producto de la selección natural. En este proceso aquellos individuos con características que les den ventaja sobre otros en su reproducción o sobrevivencia tendrán más descendencia; esto, con el tiempo, tendrá como efecto que en la población esta característica se vuelva más y más común, hasta que finalmente sea una característica de la especie. Que algún rasgo sea ventajoso depende del medio ambiente o de las “presiones de selección”. Muy comúnmente, estas presiones de selección tienen que ver con otros organismos con los que se interactúa; cuando la evolución de dos especies está determinada o afectada mutuamente, se le llama coevolución, y el concepto es otra de las grandes aportaciones de Darwin a la biología.
Darwin tenía a la coevolución en mente cuando se preguntó qué insecto podría chupar ese nectario tan largo. Los nectarios son estructuras de la flor donde se guarda el néctar que atrae a animales polinizadores con su dulce olor y sabor. Los polinizadores, al ir en busca de este néctar, se impregnan del polen de la flor y después, al ir en busca de más néctar a otra flor, dispersan el polen. La flor logra así la reproducción y el bicho en cuestión se alimenta. Un nectario tan largo como el de Angraecum sesquipedale sólo podría haber evolucionado en presencia de un insecto con una probóscide o “lengua” igual de larga.
Darwin murió en 1882 sin haber escuchado nunca sobre la polilla que según él, debía existir y polinizar a su orquídea. No fue sino hasta 21 años después de su muerte (y 41 desde su predicción) que un insecto con estas características fue descrito. Xanthopan morganii praedicta es una polilla que habita en el mismo lugar que la orquídea, y tiene una probóscide particularmente larga para el tamaño del animal. Su “lengua” mide hasta 20cm, mientras que la polilla misma de punta a punta de sus alas, mide 16cm. Dada la longitud de su probóscide y el lugar en el que vive, desde que se describió se asumió que es la polilla que Darwin predijo y que poliniza a la orquídea. Sin embargo, fue hasta 1992 en que estas fueron observadas y se tuvo evidencia directa de la relación entre la flor y el insecto.
A pesar de que no existen máquinas del tiempo que nos permitan observar procesos evolutivos pasados, y de que frecuentemente es difícil o imposible la experimentación para probar predicciones en biología evolutiva, éste es un ejemplo de cómo se formulan y comprueban hipótesis evolutivas. La teoría de la evolución tiene un gran poder predictivo y como cualquier ciencia, diferentes métodos para confirmar sus hipótesis. La mayoría de las predicciones basadas en la teoría evolutiva no tardan, como la de la orquídea de Darwin y su polinizador, 143 años en encontrar evidencia directa.
Fuentes:
Aquí se puede ver el video del insecto y la orquídea en acción.
Este artículo narra a detalle la historia de la predicción de Darwin. Las citas están traducidas de ahí, que a su vez cita cartas de Darwin y el libro La fecundación de las orquídeas.
En Darwin Online puede consultarse la correspondencia de Darwin, sus libros, y muchos otros textos de él.
Historia Original en el Blog de Historias Cienciacionales.
Imagen del Museo de Historia Natural de Reino Unido.
James Watson vendió su medalla del Nobel y se la regresaron
Los testigos de la subasta dicen que uno de los científicos más importantes en la historia de la biología vio el evento con la boca abierta. Sentado en la parte trasera del salón de actos junto a su esposa y uno de sus hijos, el doctor James Watson era testigo de la puja por la medalla del Nobel que se le fue otorgada cuando a penas tenía veinticuatro años. La oferta comenzó con la nada envidiable cantidad de 1.5 millones de dólares estadounidenses. Los incrementos del precio iban en tantos de cien mil billetes verdes, hasta que sólo dos candidatos continuaron en la competencia vía telefónica. Al final, el vencedor ofreció más de cuatro millones de dólares, casi el doble de lo que Christie’s –la casa subastadora- había estimado.
Aunque en su momento el comprador quedó anónimo, ha salido a la luz su nombre: Alisher Usmanov, el ruso más rico del mundo. Lo impactante de la noticia sobrepasa el hecho de que un magnate de negocios haya adquirido la reliquia o que esta es la primera persona que, aún con vida, vende su medalla del Nobel. Lo impresionante es que Usmanov le regresó la medalla a Watson.
El motivo para regresar la medalla a su dueño se debe al significado del objeto –la descripción de la estructura del ADN- y al valor de su aportación, particularmente en la investigación del cáncer, padecimiento que le quitó la vida al padre del magnate ruso.
“En mi opinión, una situación en la que un científico destacado tenga que vender la medalla que reconoce sus logros es inaceptable,” mencionó Usmanov. “James Watson es uno de los grandes biólogos en la historia de la humanidad y su premio por el descubrimiento de la estructura del ADN le debe pertenecer a él”.
El dinero obtenido de la venta de la medalla otorgada a Watson en 1962 junto con Francis Crick y Maurice Wilkins será repartida entre las instituciones que nutrieron al científico. Éstas serán: la Universidad de Chicago, a la que ingresó cuando tenía quince años para obtener su título universitario; la Universidad de Indiana, donde obtuvo su grado de doctor; la Universidad de Cambridge, donde desarrolló el trabajo que le valió el premio Nobel; y el Laboratorio Cold Spring Harbor, donde trabajó por muchos años.
Watson mencionó que de haber vendido la medalla en diez millones de dólares, hubiera construido un gimnasio en su laboratorio. Sin embargo, aquí consideramos que nada lo detiene a volver a vender la medalla o algún otro artefacto de su pertenencia. Ya antes vendió el discurso que dio al aceptar el premio Nobel, y el manuscrito de la clase que dio el día después de recibir la medalla.
Fuentes:
Nota del periódico The New York Times | Nota de Time | Nota del periódico The Independent (del que se tomó la cita)
Imagen que muestra a James Watson con un modelo del ADN en sus manos; perteneciente a LIFE y tomada de este sitio
Nota Original en el blog de Historias Cienciacionales
De obesidad en perros y bacterias intestinales
En el mundo existen 500 millones de personas obesas, mismas que presentan la diversidad más pobre de comunidades bacterianas en su aparato digestivo. Dicha relación aplica también para los perros obesos. Esta conclusión se obtuvo luego de estudiar a perros conocidos como “Beagle”. Un grupo de investigadores de instituciones coreanos y estadounidenses alimentaron a cierto número de perros con cantidades ilimitadas de comida durante seis meses. En este tiempo, cada animal ganó más de siete kilos, que fue cerca del 67% de su peso inicial. Otro número de perros fue alimentado con porciones controladas de alimento, y éstos no ganaron peso.
Al examinar los restos fecales de todos los perros, los investigadores observaron que el sistema digestivo de aquellos obesos contenían una diversidad pobre comparada con la de los perros en su peso. Además, cada grupo de animales tuvo representado diferentes tipos de bacterias.
Los investigadores mencionan que la abundancia diferencial de microorganismos entre los dos perros puede estar relacionada con el aumento de peso, algo que ya se ha visto con ratones.
Fuentes:
Artículo original | Nota de Science | Nota Original en el Blog de Historias Cienciacionales | Imagen tomada de este sitio.
¿La necesidad es la madre del ingenio?
Muchos de nosotros estaríamos tentados a decir que sí, sobre todo después de haber arreglado un WC roto, una puerta caída o un motor descompuesto con un alambrito de pan Bimbo. Mater artium necessitas es una idea que desde hace siglos ha permeado en nuestras sociedades. Para la sociedad mexicana en particular, esa máxima parece haberse convertido incluso en idiosincracia nacional (los ejemplos proporcionados son enteramente ficticios, o le sucedieron a un amigo de un amigo, y no representan una práctica común en Historias Cienciacionales). Pero, al igual que toda sentencia dogmática, ésta seguro debe tener también sus excepciones.
La primatóloga Kathelijne Koops, de la Universidad de Cambridge, ha puesto a prueba esa idea, buscando más allá de los orígenes de las sociedades humanas: en nuestros primos primates. Ha estudiado por varios años el uso de herramientas en chimpancés en estado natural y sus observaciones le sugieren que, al menos en los primates que usan herramientas, la madre del ingenio no es la necesidad, sino la oportunidad.
Por más de treinta años, los chimpancés de las montañas Nimba en el país africano de Guinea han vivido bajo las miradas de científicos como Koops. Ella estaba interesada particularmente en la forma en que esos primates usan varas y palitos de diferentes árboles para tomar por asalto colonias enteras de hormigas guerreras (aquellas famosas por vivir en un gigantesco ejército nómada que se mueve constantemente por el suelo de la selva). No todos los chimpancés saben usar las herramientas adecuadas para capturar y comer estas agresivas hormigas, así que los primatólogos saben que no es un comportamiento heredado genéticamente. Pero incluso entre las poblaciones cercanas entre sí, algunos grupos de chimpancés comen hormigas guerreras y otros no. ¿Por qué?
Koops y sus colegas razonaban que, si la necesidad es la madre del ingenio, entonces los chimpancés que usan palitos para comer hormigas deben pasar por momentos de crisis en los que se ven forzados a llevar su ingenio al extremo. Si esto era cierto, los primatólogos debían encontrar que, en momentos de escasez de fruta u otros componentes vegetales de su dieta, los chimpancés deberían usar más frecuentemente herramientas para capturar hormigas. Pero eso no fue lo que encontaron.
Luego de diez años de tomar datos, Koops y sus colegas hallaron que los chimpancés capturan hormigas con la misma frecuencia todo el año, independientemente de si escasea o abunda otro tipo de alimento. Lo que es más, encontraron también que la especie de hormiga de la cual se alimentan los chimpancés es la más abundante en esa zona y que la especie de árbol de la cual prefieren tomar los palitos es también de las más abundantes. La madre del ingenio chimpancé no parece ser la necesidad, en forma de escasez de alimento, sino la oportunidad, en forma de abundancia de los recursos básicos para inventar tecnología.
Poco tiempo después, Koops invitó a otros colegas primatólogos que trabajan con otros primates, como orangutanes o monos capuchino, a analizar sus respectivos datos bajo esta nueva mirada. Este mes, publicaron los resultados de su análisis, en el que concluyen que, en esas especies de primates, la oportunidad ecológica parece ser un factor más importante que la necesidad a la hora de usar herramientas. Así, una de las conclusiones de Koops y sus colegas es que las características del ambiente, junto con las capacidades cognitivas y la organización social, son un factor importante para el desarrollo de tecnología primate no humana. ¿Lo serán también para el nuestro?
Puesto que somos parientes tan cercanos, “estudiar [a los chimpancés] es un modo de informarnos sobre nuestra propia evolución”, dice Koops en una entrevista para la editorial de la Royal Society. Así que, en principio, sus resultados nos pueden sugerir cosas sobre la historia de la tecnología humana. Habría que encontrar los modos de abordar esa pregunta en nuestras propias sociedades, pero mientras eso sucede, en Historias Cienciacionales lanzamos una hipótesis muy particular y local. Quizá los mexicanos somos maestros en la tecnología de arreglar desperfectos con alambritos de pan Bimbo no porque nuestro ingenio se avive son la crisis, sino porque tenemos abundancia de los dos recursos necesarios: alambritos de pan Bimbo y desperfectos.
Fuentes:
Aquí el estudio reciente de Koops y sus colegas, publicado en la revista Biology Letters.| Aquí el estudio de diez años coordinado por Koops, publicado en American Journal of Primatology. | Aquí la nota fuente.| Aquí la entrevista a la Dra. Koops. | Nota original en el Blog de Historias Cienciacionales |Imagen
Tu perro sí entiende lo que le dices y cómo se lo dices
Tu perro reacciona a cada vez que pronuncias su nombre, pero a veces pareciera que entiende perfecto cuando le das una orden en particular o cuando le estás diciendo palabras de amor. ¿Será que su cerebro entiende los sonidos de tu voz? Cuando alguna persona te habla, algunos sonidos de su voz se combinan para formar palabras y otros más transmiten emociones. Tu hemisferio izquierdo es el encargado de procesar el primer tipo de sonidos, mientras que el hemisferio derecho se especializa en los segundos. Los perros tienen el mismo tipo de funcionamiento cerebral cuando se trata de sonidos perrunos, pero quedaba poco claro si era así con sonidos humanos.
Para responder a esta pregunta, un equipo de investigadores británicos les hicieron escuchar a un grupo de perros una orden grabada –ven- y luego observaron hacia dónde se dirigieron los animales.
Los resultados mostraron que cuando los perros escucharon palabras individuales con un énfasis fuerte, voltearon a la derecha, lo que indicó que su hemisferio izquierdo estaba comprometido. Por otro lado, cuando escucharon grabaciones con entonaciones exageradas, voltearon a la izquierda en tanto que su hemisferio derecho estaba respondiendo.
El análisis muestra que los perros procesan los elementos del lenguaje de los humanos de una manera similar a como nosotros lo hacemos. Los investigadores mencionan que nuestros perros sí ponen particular atención a quién lo dice, cómo lo dice y, más importante, qué dice.
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Es tan corta la vida de la batería, y tan larga la pantalla de los Smartphones
El diseño de tu nuevo Smartphone es asombroso, pero la vida de tu batería es decepcionante. Gran parte de la pérdida de energía se debe a su pantalla tan bien iluminada.
La luz de las pantallas apunta en todas las direcciones, misma que, en términos matemáticos, puede ser dividida en dos partes que son perpendiculares a cada una. Ahora, las pantallas de los Smartphones tienen un componente llamado polarizador. Éste permite que sólo una de las dos partes de la luz pase a través de ellas, pero que se desperdicie al menos la mitad de la energía.
Si el polarizador hace que se drene energía, pareciera ser que es ahí donde está parte de la solución para tener una batería duradera. Así que un grupo de investigadores de la Universidad de Utah, Estados Unidos, diseñó un nuevo polarizador con una eficiencia energética alta.
Los investigadores grabaron un patrón de tamaño nanométrico en un pedazo de silicón, lo que permitió que el polarizador interactuara y manipulara la luz. Cuando hicieron brillar luz infrarroja a través de éste, el patrón en el silicón permitió que la luz en una dirección pasara a través y rotara su contraparte perpendicular unos noventa grados.
Con el nuevo polarizador se alcanzó una eficiencia de 74%.
Los trabajos continúan para que ahora pueda ser aplicado con luz visible antes de que se pueda utilizar en las pantallas de los Smartphones para extender la vida de la batería. De ser posible, en el futuro podremos contar con dispositivos móviles de pantallas brillantes por un tiempo más largo.
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A la caza de las personas infectadas y sin síntomas
El de al lado estornudó sin taparse la boca y ya te roció. Lamentablemente, uno de los medios de contagio de muchas infecciones, como el virus de la influenza, son a través de la saliva. La horrorosa noticia es que cada año, este virus genera de 250 mil a 500 mil muertes en todo el mundo, por lo que estudiar la propagación de contagios es de un valor importante. Por muchos años, los investigadores han desarrollado modelos matemáticos para dar explicaciones a las extensiones de infecciones. Uno nuevo propone relacionar el comportamiento humano con el de la epidemia.
Dicha representación matemática considera las distintas velocidades a las que las personas infectadas y aquellos que temen contraerla reaccionan y, por tanto, la distribuyen.
Esto surge debido a que se ha visto que existen personas que, cuando presentan síntomas de alguna infección, toman la iniciativa de aislarse, una acción más relevante que la que efectúan aquellos individuos sanos que evitan áreas contagiosas. Sin embargo, en algunas ocasiones, las personas infectadas y asintomáticas se comportan como si estuvieran sanas, de manera que infectan a los demás.
Dicho modelo, generado por investigadores de diferentes instituciones, como la Escuela politécnica de ingeniería, de la Universidad de Nueva York, se centra en la reacción de aquellas personas asintomáticas, al calcular diversos factores relacionados, como el comienzo del contagio, la mezcla de personas en una población, la contagiosidad de la infección, las tasas de recuperación, y la geografía de las zonas.
Los desarrolladores de este modelo esperan que pueda predecir de forma fidedigna a las primeras personas que deben ser vacunadas y aisladas, así como las restricciones de viajes más efectivas para prevenir una pandemia.
Fuentes:
Artículo original | Nota de la Universidad de Nueva York | Imagen: “Sneeze” by James Gathany - CDC Public Health Image library ID 11162.| Nota original en el blog de Historias Cienciacionales
Los besos saben a miles de bacterias
Un beso de los buenos ayuda a enamorarse de la misma manera en que uno se queda dormido: lento y todo al mismo tiempo. Con los besos, como dijera Cortázar, basta con cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar. Mientras tocamos el borde de tu boca con un dedo, te contamos que por cada beso largo, transfieres cerca de ochenta millones de bacterias a la boca de tu pareja.
Llegar a dicha conclusión es complicado, debido a que si los científicos toman muestras de las bocas de los dos en cuestión antes y después del ósculo, la diferencia en la composición bacteriana es pequeña. Hay dos posibles razones para esto. La primera es que, después de ya haberse dado muchos besos, sus bocas se vuelven hogar de las mismas poblaciones bacterianas. La segunda es que, de tener una relación, sus similares estilos de vida influyen en el tipo de habitantes bucales.
Una manera de analizar el número de bacterias compartidas después de un beso es darle de comer a uno de los dos un yogurt con bacterias inusuales en la boca. Esto fue lo que un grupo de investigadores de los Países Bajos practicó con veintiún parejas en un zoológico de Ámsterdam, y cuyo análisis mostró este número de microorganismos transferidos.
Pese a que ochenta millones suena a un número grande de bacterias, el número se queda pequeño cuando lo comparamos con los cerca de mil millones de estos microorganismos que habitan nuestra boca.
Finalmente, hay más que una sola saliva y un solo sabor a fruta madura: para ser precisos, ochenta mil bacterias después de jugar al cíclope.
Fuentes:
Artículo original | Nota de Science | Artículo original en el Blog de Historias Cienciacionales | Imagen tomada de este sitio
¿Qué pasó ayer? Los estragos negativos de beber alcohol en la adolescencia
Nadie tiene alguna anécdota inolvidable de la adolescencia que haya comenzado comiendo una ensalada. Pero ¡cuántas historias de alcohol y borracheras! Los “no me acuerdo de nada” van más allá de la cruda moral que da el día siguiente al atracón de las bebidas alcohólicas. De hecho, beber en la adolescencia puede llevar a presentar cambios en la estructura del cerebro y un déficit de memoria que persiste en la edad adulta.
Algunos científicos tenían la idea de que estos cambios estaban relacionados con la pérdida de mielina, una capa que recubre los axones de las neuronas y que facilita la transmisión eficiente de impulsos nerviosos. Sin embargo, no se tenía claro si el consumo constante y abundante de alcohol era la causa.
Ahora, un grupo de investigadores de diferentes instituciones estadounidenses estudió el área prefrontal de la corteza cerebral de ratas, zona relacionada con el razonamiento y la toma de decisiones. Mientras que a un grupo de estos animales se les dio alcohol, otros consumieron agua azucarada.
Los resultados mostraron que aquellas ratas que consumieron alcohol cuando fueron jóvenes, presentaron reducción en los niveles de la mielina de sus cerebros al momento de alcanzar la adultez. Además, aquellas ratas que bebieron grandes cantidades de alcohol, obtuvieron los peores resultados en tareas de memoria.
Los autores del estudio mencionan que este trabajo muestra los efectos negativos en el cerebro por la ingesta del alcohol en la adolescencia, particularmente durante el desarrollo de éste, así como de las consecuencias a largo plazo.
Fuentes:
Artículo original | Nota de Science daily | Nota original en el Blog de Historias Cienciacionales | [Imagen tomada de este sitio ]
El gris no siempre existe: cuando los extremos te evitan una epopeya.
/Durante el verano pude disfrutar de mis vacaciones en una bonita playa mexicana. Sol, calor, mar y deliciosa comida oaxaqueña. Sonaba demasiado bien como para que solamente a mis amigos y a mí se nos hubiera ocurrido ir: nos tocó compartir el paraíso con gente de distintas partes del país y varios extranjeros que viajaron desde Estados Unidos, Europa o Sudamérica. Algo parecido pasa con las aves. Durante el verano los plumíferos suelen buscar áreas con un buen clima, mucha comida sabrosa y una amplia variedad de árboles y rincones donde poder descansar. Dichos lugares resultan tan buenos que son compartidos por distintas especies de aves cuyo lugar de origen difiere de una especie a otra. Este es el caso de los zorzalitos de Swainson, unos pájaros moteados del tamaño de una golondrina, en especial de dos de sus subespecies: los zorzalitos bermejos y los zorzalitos olivos. Durante el invierno, los zorzalitos bermejos viven en el sur de México, Guatemala y Honduras, mientras que los de color olivo viven en Colombia y Venezuela. Cuando se aproxima el verano, ambas subespecies migran hacia Canadá, cerca de la región de Vancouver y comparten el espacio entre ellas.
El verano para las aves, al igual que para otras especies, no sólo significa calor y un nuevo paisaje; también hay que responder el llamado de la naturaleza y hacer lo posible por perpetuar la especie. Como muchos de los vacacionistas que van a la playa buscando perpetuar la espe… ejem, pasar un buen rato, con algún o alguna extranjera exótica, los zorzalitos terminan compartiendo algo más que la zona de veraneo: hacen caso omiso de la tenue diferencia de color entre las subespecies y ocurren apareamientos entre bermejos y olivos.
Lo que sucede después del verano es lo que realmente diferencia a estas aves tan similares. La ruta de migración es continentalmente opuesta entre las dos subespecies. Los bermejos regresan a sus hogares de invierno migrando a lo largo de la costa oeste de Estados Unidos, y México, hasta llegar a Centroamérica. Los olivos, por su parte, viajan por el lado este, buscando cruzar el Golfo de México en lado más estrecho para llegar a Yucatán y de ahí a Sudamérica.
El desenlace de esa cruza híbrida del verano es un cría que migrará por el medio de las rutas de sus padres.
Esta nueva ruta migratoria representa grandes obstáculos, literalmente, para el ave híbrida. En su viaje atravesará cordilleras de montañas, y el desierto mexicano, con pocas opciones de descanso y en un clima al que no está acostumbrado.
“Es probable que un comportamiento tan complejo como la orientación de la migración sea controlado por múltiples genes” nos cuenta Kira E. Delmore para Historias Cienciacionales, quien junto con Darren E. Irwin (ambos de la Universidad de Columbia Británica en Canadá) estudian a estas aves y quieren saber qué es lo que pasa con la brújula, un tanto desviada, de los zorzalitos híbridos. Al parecer los plumíferos se tomaron muy en serio aquello de recibir la mitad de los genes de la madre y la otra mitad del padre.
El ADN juega un rol bastante importante. En estudios previos, ya se había notado que la cantidad de los individuos híbridos era menor a la esperada, finalmente, si las dos subespecies comparten una zona de apareamiento y son bastante parecidos –“es difícil ver [la diferencia]; normalmente usamos un espectómetro para distinguirlos” confiesa Kira- deberían de existir varios ejemplares, o incluso, observar que las dos subespecies se vayan disolviendo en una sola.
Al parecer hay cosas que no se deben de mezclar, e instintos que no se deben de contradecir. La migración es una parte muy importante en la vida de los zorzalitos de Swanson. Así como nosotros no saltamos a un precipicio, estas aves deben de ser capaces de ver un desierto y saber que por ahí no se debe cruzar, o pondrán su vida en peligro. El bajo número de indivíduos híbridos se debe, en gran parte, a que su ruta alterna de migración resulta demasiado exigente para las aves, y muchas mueren en el camino.
Aparentemente, el comportamiento durante la migración, la ruta elegida por cada ave, tiene grandes repercusiones para su sobreviviencia, haciendo de este comportamiento, un recurso más de la selección y la evolución. Aunque aún no es claro qué tan fuerte es su influencia, Kira intuye que es parte de la razón por la que hay una gran diversidad en ese grupo de aves: “Las divisiones migratorias son muy comunes en los pájaros cantores (miembros del orden Passeriformes) y pueden jugar un rol importante en generar la asombrosa diversidad de este grupo”.
Al mantenerse separados, sin formar una sola especie, generan una mayor diversidad. Tal vez lo único que puedan compartir estos zorzalitos es un lugar de veraneo. Si estas divisiones son la razón de por qué escuchamos tan distintos trinos en las aves, que alegría, que se mantengan como están.
Fuentes:
Esta es la cuarta colaboración de Agustín B. Ávila-Casanueva para Historias Cienciacionales. Egresado de la carrera de Ciencias Genómicas, Agustín piensa que la divulgación de la ciencia puede llenar espacios culturales, de comunicación, científicos y lúdicos. Agustín pasea a sus perros por las mañanas, lee novelas negras y juega basquetbol. Puedes leer las anteriores colaboraciones de Agustín aquí. Ha colaborado también en Cienciorama. Puedes seguirlo de cerca en su blog.
Artículo original publicado en la revista Ecology Letters.
[Imagen: Mapa tomado del artículo original. Foto tomada del sitio de Kira Delmore. En el mapa se muestran en negro las rutas migratorias de los zorzalitos de cada subespecie y en colores las rutas de los zorzalitos híbridos. En la foto se ve a uno de los zorzalitos con uno de los localizadores GPS que les fueron montados para conocer su localización.]
Tu ropa de ejercicio es la que te hace apestar.
¡Puaj! Esa peste repugnante que emana de tu habitación, te informa que es momento de lavar tu ropa deportiva. Lo peor de todo es que no puedes culpar a nadie más por tan asquerosa situación. En realidad, sí puedes. Las bacterias que se localizan en nuestra piel y ropa son las responsables de darle el olor a nuestro sudor. Sin embargo, hay otro factor que determina si la magnitud de la fragancia que despide tu cesto de ropa sucia es suficiente para matar a alguien de asfixia: los textiles.
El crecimiento bacteriano es diferente en algodón y en poliéster. Si se realiza ejercicio intenso usando cualquiera de estas dos telas y se les deja reposar por un día –para que las bacterias transformen las moléculas de nuestro sudor en potentes bombas olorosas- se obtendrá una tela sintética de poliéster mucho más apestosa que la de algodón.
Dicha asquerosa experiencia fue llevada a cabo por diferentes investigadores belgas y neerlandeses. Una vez que olieron los dos tipos de telas, observaron bajo el microscopio que el poliéster no absorbe la humedad, sino que la almacena entre las fibras sintéticas.
Como si no hubiera sido suficiente oler la ropa de veintiséis participantes, los investigadores ahora trabajan en determinar la razón por la que el poliéster es un refugio para las bacterias. Y mientras tanto, ellos recomiendan que para no ofender con su olor letal, los deportistas cambien sus ropas sintéticas por unas de algodón.
Fuentes:
Artículo de libre acceso| Nota de Science | Nota original en el Blog de Historias Cienciacionales| Imagen tomada de este sitio
Un vaso de pulque teotihuacano para llenar la panza.
En una de las cartas dirigidas al rey Carlos I de España, Hernán Cortés escribe que “El pulque es un vino que ellos beben”. Para cuando el conquistador español llegó al actual México, esta bebida alcohólica era consumida por los aztecas. Sin embargo, antropólogos y arqueólogos han tenido poco claro si el pulque era popular en Teotihuacan. El pulque, una bebida alcohólica preparada a partir de la fermentación de la savia que se extrae del corazón del agave maduro, se asocia fácilmente con celebraciones y rituales, aunque también es una fuente importante de nutrientes y agua.
Un grupo de investigadores de diferentes centros de estudio, como el Instituto Nacional de Antropología e Historia, realizaron excavaciones en Teotihuacan con el objetivo de analizar vasijas de cerámica utilizadas para almacenar el pulque y examinar si los habitantes de la ciudad más grande de la Mesoamérica precolombina consumían pulque.
El estudio de los residuos químicos mostró que catorce vasijas dieron positivo para ingredientes clave en la producción del pulque, como es la bacteria llamada Zymomonas mobilis.
Las vasijas, que datan de entre los años 200 y 550 de esta era, dan evidencia de la producción de alcohol más temprana en Mesoamérica. Además, los autores del trabajo proponen que el pulque que alguna vez estuvo contenido en éstas, sirvió como un suplemento en la dieta de los teotihuacanos, pues un solo vaso les proveía el sentimiento de saciedad en las épocas en que el alimento escaseaba.
El método novedoso de esta investigación permitirá identificar en futuros estudios antropológicos y arqueológicos -con un alto grado de eficiencia- a bacterias fermentadoras en diferentes bebidas alcohólicas, como es la cidra, el vino o la cerveza.
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Artículo original | Nota de Science| Artículo Original en el Blog de Historias Cienciacionales | Imagen del archivo Casasola llamada “El brindis”. Tomada de este sitio
Emancipando a Nemo: la travesía kilométrica de las diminutas larvas de pez payaso.
Es noche de luna llena y las aguas al sur de la costa de Oman se manchan de enjambres de pequeños animales que flotan bajo las olas. Entre ellos, hay cientos y cientos de larvas de peces payaso, que pasarán algunos días a merced de las corrientes hasta llegar a un puerto seguro: una anémona instalada en un arrecife. Sin embargo, algunas cuantas de esas diminutas larvas no podrán instalarse tan pronto en un hogar. Algunas larvas boyaran bajo las olas y sin rumbo fijo por cientos de kilómetros, y encontrarán refugio en un arrecife completamente ajeno, que los ojos de sus padres y los de los padres de sus padres nunca vieron. Es una travesía de tintes épicos que, sin embargo, no es rara entre los peces payaso.
Un grupo internacional de científicos, coordinado por Stephen D. Simpson de la Universidad de Exeter en el Reino Unido, ha descubierto que las larvas de una especie de pez payaso, llamada Amphiprion omanensis, pueden trasladarse hasta 400 kilómetros entre un arrecife y otro, a pesar de que en esos kilómetros no haya nada más que mar abierto. Este viaje es sorprendente porque las larvas de estos peces no pueden nadar, sino que flotan y se dejan llevar por las corrientes océanicas. Y es aún más sorprendente porque deben atravesar un mundo submarino en el cual lo que flota termina siendo la comida de lo que puede nadar. Pero al final, los pequeños peces payaso llegan a una nueva comunidad y allí sus congéneres los adoptan como propios.
Todo esto lo saben los investigadores no porque hayan seguido de cerca a las larvas durante su viaje (algo casi imposible por el tamaño microscópico de esos animales) ni porque les hayan puesto transmisores de ningún tipo (una segunda imposibilidad). Lo saben porque compararon el ADN entre los peces payasos de dos diferentes arrecifes.
Luego de que un equipo de 22 buzos se sumergiera casi 100 veces, buscara y capturara a los peces payaso adultos de esa especie, les tomara una pequeña muestra de una de sus aletas y los devolviera a su hogar, los investigadores extrajeron el ADN de todas esas muestras en busca de diferencias entre los peces de los diferentes arrecifes. De la misma forma en que los argentinos tienen diferencias lingüísticas con los mexicanos, los peces payaso de un arrecife ubicado al sur de la costa de Oman tenían diferencias genéticas con los peces de una arrecife ubicado al norte. Y de la misma forma en que se puede identificar a un argentino viviendo en México por la pura forma de hablar, así los investigadores identificaron a los peces norteños en los arrecifes del sur por su firma genética. Y como los peces payaso adultos sólo abandonan la seguridad de su anémona en las películas, los científicos concluyeron que debían ser las larvas las que se trasladaban de un arrecife a otro.
Este descubrimiento no sólo genera asombro, sino también es importante porque muestra que los peces payaso de arrecifes diferentes pueden seguir emparentándose, pueden seguir siendo parte de un mismo grupo que intercambia información genética. En otras palabras, los arrecifes no son islas submarinas de las cuales las especies no pueden escapar. Pero los peces a tierna edad son los que experimentan un viaje de libertad, en el que terminan por explorar y mezclarse con otras colonias en arrecifes lejanos. Todo lo contrario a la trama de Hollywood, cierto, pero la naturaleza tiene esa mala costumbre de ser más extraña que la ficción. Llamemos a esta historia, pues, “Emancipando a Nemo”.
Fuentes:
Aquí el artículo original de Simpson y sus colegas, publicado en PLOS One (de libre acceso) | Aquí la cobertura de National Geographic | Aquí una galería de fotos de diferentes especies de peces payaso.
Bacterias que producen un combustible fósil alternativo.
Investigadores del Imperial College en Londres han logrado modificar genéticamente a una bacteria para que produzca propano, un combustible fósil. “Los combustibles fósiles son un recurso finito y conforme nuestra población sigue creciendo tendremos que recurrir a nuevas formas de cumplir con las crecientes demandas de energía,” comenta Patrik Jones, el coordinador del estudio, para el sitio de noticias de su universidad.
Jones y su equipo modificaron el metabolismo de la bacteria Escherichia coli (vieja conocida de la ciencia y de los sistemas digestivos humanos): aprovechan la forma en que la bacteria produce ácidos grasos y los integra en su membrana celular, para agregar algunas enzimas al proceso y terminar con un producto diferente, el propano.
Por ahora, el estudio sólo logró producir una cantidad muy pequeña, insuficiente para comenzar a generarla a nivel industrial, pero el propano conseguido es prácticamente igual al que se usa en la industria. “Aunque esta investigación está en una etapa muy temprana, nuestro estudio proporciona un método de producción renovable de un combustible que anteriormente sólo era accesible a partir de reservas fósiles”, agrega Jones.
Además, los investigadores comentan que siguiendo esta línea de investigación podrían llegar a la producción de combustibles a partir de la energía solar: usando bacterias fotosintéticas en lugar de E. coli.
Fuentes:
Nota fuente en ScienceDaily | Artículo original en Nature | Nota original en el Blog de Historias Cienciacionales | Imagen
Los volcanes y la nueva idea de su formación.
¿Recuerdas esos esquemas en alguna de tus clases en donde se veía la vista lateral de las partes de un volcán, en las que el magma se elevaba desde lo profundo de la Tierra en una columna que terminaba en el cráter? Pues, lamentablemente, muy probablemente ese recuerdo que tengas esté mal. Pero no por culpa de tu profesor, sino porque la pluma mantélica, como se le conoce, “nunca ha tenido bases físicas ni lógicas”, cómo comenta Don Anderson, Geofísico de la Universidad de Miami, quien corrobora estas ideas en un estudio publicado en la revista Proceeding of the National Academy of Sciences.
La existencia de plumas mantélicas se propuso a principios de la década de los años 70 por William Jason, quien las concibió como una explicación para la aparición de puntos calientes. Estas, hipotéticamente hablando, se generan a través de chorros de magma estrechos que borbotean por el manto y hacia la superficie. Así, el chorro actuaría como una tubería y de esta forma el calor se transferiría desde el centro. Con base en esto, muchos geólogos han buscado estos chorros analizando información proveniente de diversas estaciones sismológicas, pero hasta el momento su formación se desconoce y solo se ha dado por hecho que existen. Sin embargo, ahora que hay un mayor número de estaciones sismológicas en una misma región, la información ha sido mucho más amplia y ha permitido confirmar que no existe tal cosa como las plumas mantélicas y, en su lugar, se observó queexisten pedazos gigantescos del manto, de movimiento lento y ascendente.
La nueva información sugiere la existencia de amplias corrientes ascendentes, que son balanceadas por canales angostos de materiales en hundimiento que se llaman losas. Además, la idea de las plumas mantélicas asume que el movimiento de este sistema se da por el calor de la Tierra, pero Anderson sugiere completamente lo opuesto y alude a la frialdad de la superficie. De hecho, esto no es nada nuevo, pues quien lo propuso fue Lord Kelvin hace más de un siglo.
La nueva propuesta va más o menos así: Las corrientes ascendentes en el manto se extienden a través de miles de kilómetros, lo que las sujeta a la tectónica de placas. El magma, siendo menos denso que el manto que la rodea, se eleva hasta alcanzar el fondo de las placas o llega a las fisuras que poseen. Las placas se tensan, se agrietan y otras fuerzas tectónicas sacan el magma de ahí. Algo así como si las placas fueran esponjas que absorbe magma y luego las exprimieran. Pero en este caso, el magma brotaría a la superficie por medio de los volcanes. Así, el magma que vemos proviene de 200 kilómetros de profundidad y no de los miles de kilómetros que se pensaban.
Ahora, si lo que sugiere Anderson es correcto, el motor de los procesos interiores de la Tierra no sería calor del núcleo, sino el enfriamiento proveniente de la superficie. Este enfriamiento y la tectónica de placas llevarían a la convección del manto, el enfriamiento del núcleo y la generación del campo magnético de la Tierra.
Fuentes:
Nota en la página de Caltech | Artículo en PNAS | Nota original en el Blog de Historias Cienciacionales
Spinosaurus: el dinosaurio carnívoro más grande que, por si hiciera falta, también nadaba.
Si uno sabe donde buscar, de la aparente uniformidad de las rocas se pueden extraer grandes sorpresas. De vez en cuando, esas sorpresas cambian la forma en que entendemos la historia de la vida. Hace más de 100 años, el paleontólogo alemán Ernst Stromer encontró en Egipto los primeros restos fósiles de Spinosaurus, un dinosaurio carnívoro que lo intrigó por las extrañas espinas óseas que tenía en las vértebras de la espalda. Ese esqueleto cambió la historia porque Spinosaurus se convertiría en el dinosaurio depredador más grande que haya pisado la Tierra (mayor que el mismos T. rex) y porque, después de que sus fragmentos fueran destruidos en la Segunda Guerra Mundial, no se volvería a encontrar un ejemplar tan completo. Hace unos 5 años, el paleontólogo germano-marroquí Nizar Ibrahim, que actualmente trabaja en la Universidad de Chicago, encontró en Marruecos nuevos restos de Spinosaurus que al fin rivalizaban con los de Stromer en lo abundantes y completos. Este esqueleto, reportado en la revista Science la semana pasada, podría cambiar la historia porque es evidencia de queSpinosaurus fue un dinosaurio acuático: el primero y único dinosaurio acuático conocido hasta ahora.
“Es el primer dinosaurio que muestra estas adaptaciones realmente increíbles”, comenta Ibrahim para el sitio de noticias de la revista Nature. Luego de pasar un par de años siguiendo la pista de unos misteriosos huesos que un lugareño del Sahara marroquí le llevara en una caja de cartón, Ibrahim consiguió llegar a una cueva donde encontraría más restos de Spinosaurus, restos que le harían pensar a él y a los colegas de su universidad que ese dinosaurio carnívoro, que podía medir hasta 15 metros de largo, tenía un estilo de vida acuático o semiacuático al menos.
Desde los tiempos de Stromer los paleontólogos han averiguado mucho sobre los dinosaurios. Ahora se tiene una idea más acabada sobre su diversidad e importancia. Reinaron la Tierra durante millones de años y, de manera parecida a los mamíferos de la actualidad, probaron con muchas formas de vida. Los había herbívoros grandes, herbívoros pequeños, carnívoros grandes, carroñeros pequeños, carnívoros descomunales y herbívoros aun más descomunales. Había los que cuidaban a sus crías y los que podían morir por probar el bocado de las crías de otros. Había los que andaban a pasos agigantados, los que se movían con un andar de avestruz y los que, ahora sabemos, aleteaban, planeaban y volaban. Pero entre toda esta diversidad, nunca se había encontrado alguno que pasara la mayor parte de su vida en el agua, nadando.
Lo importante de este descubrimiento, según Claudia Serrano Brañas, paleontóloga de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, es que amplía la visión que teníamos de los dinosaurios. “Anteriormente, se creía que los dinosaurios estaban restringidos a un ambiente netamente terrestre y que tal vez algunos de ellos pudieron haber hecho ciertas incursiones dentro de un medio acuático, pero eso simplemente eran inferencias al respecto”, comenta en entrevista para Historias Cienciacionales. “Por primera vez dentro del registro fósil de este grupo de organismos, tenemos la presencia de un dinosaurio acuático.”
A partir de los nuevos huesos encontrados en Marruecos, y de fragmentos de diferentes esqueletos que hay regados por el mundo, Ibrahim y un equipo internacional de paleontólogos reconstruyeron la anatomía ósea de Spinosaurus. Paul Sereno, paleontólogo estadounidense y coautor del estudio, afirma, en un video para el sitio de noticias de la Universidad de Chicago, que las características de estos nuevos huesos “se asemejan mucho a las de animales que pasan mucho tiempo en el agua”.
¿Exactamente qué historia cuentan esos huesos? Las fosas nasales de Spinosaurus están muy atrás en el cráneo, en un lugar similar a las de un cocodrilo; esto le permitiría respirar mientras nadaba medio sumergido. Sus patas eran más cortas que las de otros dinosaurios carnívoros con los que estaba emparentado (los terópodos, en los cuales se encuentra T. rex), y los científicos piensan que eso es seña de que pataleaba en lugar de correr o cazar en tierra firme. Sus huesos eran de una densidad algo mayor a la de otros dinosaurios, lo cual le habría ayudado a la hora de sumergirse o flotar a voluntad. Además, su cuello alargado y sus patas traseras cortas hacían que, a diferencia de sus primos, le fuera más fácil nadar que caminar sobre sus patas traseras. Este mismo rasgo lo obligaba, según Ibrahim, Sereno y sus colegas, a andar a cuatro patas cuando se aventuraba fuera del agua, una forma de moverse muy inusual para un carnívoro de su tipo.
Todos esto son indicios de que Spinosaurus era un dinosaurio que nadaba; sin embargo, para algunos científicos sigue siendo arriesgado afirmar que se trataba de un animal verdaderamente acuático. Paleontólogos de otras instituciones, así como paleo-ilustradores profesionales (que se dedican a reconstruir la anatomía de animales extintos a partir de fragmentos de esqueletos), señalan que el principal problema del estudio de Ibrahim y sus colegas es que trabajaron con partes ajustadas de diferentes esqueletos y, sin embargo, sacaron conclusiones como si fueran un mismo individuo. John Hutchinson, de la Universidad de Londres, comenta para el sitio de noticias de Nature que “hay que tener cuidado con estar creando una quimera”. En su blog personal, el paleoilustrador Scott Hartman cuestiona la forma en que Ibrahim y sus colegas ajustaron la proporción de las patas traseras del nuevo fósil a los demás restos conocidos del dinosaurio, pues esto cambiaría algunas de las conclusiones del estudio. “Por lo menos, pone en tela de duda la idea de que Spinosaurus era un cuadrúpedo obligado en tierra”, escribe.
Estas críticas son normales y bienvenidas en cualquier campo científico, y mucho más en la paleontología. “Hay que recordar que, cuando hablamos del registro fósil, éste por lo general es incompleto, por lo que siempre hay que proceder con cautela cuando se hacen inferencias sobre el modo de vida de organismos que se extinguieron hace millones de años”, nos recuerda Claudia Serrano.
Con todo, junto a las evidencias anatómicas, Ibrahim y sus colegas contaban con datos anteriores que mostraban que Spinosaurus comía principalmente peces (tiburones y celacantos, por ejemplo) y que, por la composición química de sus huesos, pasaba una gran parte del tiempo cerca o dentro del agua, así que los paleontólogos tienen un buen grado de confianza en sus conclusiones, las cuales, de confirmarse, cambiarían nuestra forma de ver a los dinosaurios. “Este tipo de descubrimientos son sensacionales, ya que sacuden los cimientos de la paleobiología de dinosaurios”, concluye Claudia Serrano en sus comentarios, “y nos dejan en claro que la clase Dinosauria todavía nos tiene guardadas muchas sorpresas.”
Fuentes:
Artículo original en la revista Science | Nota en Nature | En el blog de Scott Hartman | Video de Paul Sereno | Nota de El País | Nota original en el Blog de Historias Cienciacionales | Imagen
Pensar fuera de la caja: reacomodar neuronas.
Tu cerebro está formado por aproximadamente 86 miles de millones de conexiones neuronales y aún así cuando te piden que seas creativo, tu cerebro parece no darte para más. ¿Será que no tienes el número de neuronas o de conexiones necesarias?
La intuición diría que para poder aprender tareas nuevas y pensar fuera de la caja, lo mejor sería tener conexiones neuronales nuevas. Un estudio ha demostrado que en realidad, reacomodar conexiones existentes en vez de crearlas es más eficiente. Para llegar a dicha conclusión, un grupo de investigadores de diferentes instituciones estadounidenses estudió la actividad eléctrica en el cerebro de unos monos, con la finalidad de entender cómo es que operan las conexiones neuronales.
Para esto, los autores del trabajo colocaron electrodos en los cerebros de los animales. Una computadora convirtió las señales en comandos para mover un aparato, como un brazo robótico. Así, estudiaron la corteza motora, la parte del cerebro que controla el movimiento. En tanto que los animales aprendieron a mover el brazo, la computadora mapeó la actividad cerebral del aprendizaje. Así, ésta creaba circuitos para mejorar la habilidad del animal al usar sus pensamientos y así mover el aparato.
Los autores del trabajo observaron que un grupo de neuronas tenían un conjunto de patrones que eran usados para mover el brazo. Después de determinar las características de este grupo, ellos reprogramaron el mapa entre la actividad neuronal y el movimiento. Así, pudieron observar si los animales aprendieron a generar los patrones de actividad neuronal apropiados para compensar los cambios. Esto significa que el experimento hizo lo que te pasa cuando volteas el mouse de la computadora y tienes que aprender a usarlo de esta nueva forma.
Los resultados mostraron que los monos aprendieron fácilmente cómo mover el brazo con los patrones dentro de sus neuronas. En contraste, el aprendizaje fue más difícil cuando las maniobras requerían patrones de actividad neuronal que estaban fuera de la agrupación de neuronas. Esto es algo así como si el cerebro tuviera restricciones en la velocidad a la que aprendemos nuevas cosas. Caracterizar dichas limitaciones permitirá predecir qué habilidades serán más rápidas de aprender, y cuáles tomarán más tiempo. Lo que los científicos predicen es que, en humanos, pensar fuera de la caja requiere más cambios en la actividad neuronal.
Este trabajo se suma a los estudios que ayudarán a crear nuevos tratamientos para accidentes cerebrovasculares, así como otros desórdenes neuronales.
Fuentes:
Artículo original en la revista Nature | Nota en Eurekalert | Nota original en el Blog de Historias Cienciacionales | Imagen
Estos animales marinos son un eco de hace 600 millones de años y no se le parecen a nada.
En el fondo de los mares de Tazmania esperaba una sorpresa que ha de sacudir el árbol de la vida animal desde su tronco, si lo que proponen sus descubridores resulta verdad. Hace más de 27 años, el zoólogo Jean Just, del Museo de Historia Natural de la Universidad de Copenhague en Dinamarca, recogía los ejemplares de animales recolectados entre 400 y 1,000 metros de profundidad sin sospechar que entre las redes tenía ejemplares de un tipo de animal que no se podría ubicar en ninguna clasificación conocida. Se trataba de organismos milimétricos en forma de hongo que, sin embargo, mostraban las características básicas de los animales: son multicelulares y sus células tienen núcleo (así que no son bacterias ni protozoarios) y tienen estructuras para digerir la comida que ingieren (así que no son algas ni plantas). Esto, no obstante, Just no lo sabría hasta años después, cuando se puso a analizar a detalle todo lo que tenía pendiente de aquel crucero del ‘86. Y fue hasta esta semana que publicó, junto con algunos colegas suyos de su universidad, el resultado de sus análisis: estos animales, a los que bautizó con el nombre de género Dendrogramma, no se pueden ubicar en ningún grupo conocido y los organismos con los que guardan más similitud son fósiles que existieron hace unos 600 millones de años. Uno de los científicos que primero leyeron su artículo, según relatan los autores en el mismo texto, sugirió que estos animales debían fundar un nuevo filo en la clasificación. Los filos, (o phyla, como prefieren decirles los científicos), son las ramas más gruesas de la taxonomía tradicional sólo después de los reinos. Además, por las características de estos minúsculos organismos, probablemente sean uno de los filos más antiguos del reino.
Una forma de hacer una división gruesa de todos los animales es por su simetría. Se traza una línea imaginaria en el cuerpo del animal y se busca si los lados son un reflejo uno del otro. Si es así, se tiene a un animal de simetría bilateral. Esto ocurre con casi todos los animales en los que uno pueda pensar: humanos, cangrejos, escorpiones, tiburones blancos, moscas de la fruta, lombrices, nematodos, pulpos... Si no ocurre así, probablemente se trate de una medusa o una esponja. A las medusas se les puede partir en “rebanadas”, así que tienen simetría radial (si se les mira desde arriba) y las esponjas no tienen simetría en absoluto. Esta forma de dividir a los animales no sólo es geométricamente divertida, sino que también informa sobre la antigüedad de los grupos. Se cree que los animales sin simetría en sus cuerpos surgieron antes que los de simetría radial, y éstos surgieron antes que los de simetría bilateral. Los animales que Just examinó durante varios años en la mesa de su laboratorio, y que sólo mostró al mundo después de estar seguro de lo que veía, tienen a duras penas una simetría radial, y esto le hace pensar que pueden ser más antiguos que las medusas. ¿Serán tan antiguos como los primeros animales?
“Sería increíblemente emocionante si los autores hubieran encontrado un grupo desconocido de animales que divergió de los otros animales hace tanto tiempo”, dice un biólogo evolutivo entrevistado para el sitio de noticias de la revista Nature. Los 600 millones de años de antigüedad que tienen los fósiles con los que Just y sus colegas le encuentran parecido a Dendrogramma trazarían su rama del árbol de la vida hasta el momento en el que surgían los primeros esbozos de lo que significa ser animal.
Aquellos fósiles pertenecen a un grupo de animales llamados “fauna de Ediacara”, nombrados así por el estrato geológico en el que se les encontró. En ellos no hay rastro de patas, aletas, conchas, apéndices, órganos, sistemas o casi todo lo que vemos en los animales actuales. De hecho, muchos de ellos probablemente tenían una vida parecida a la que hubiera tenido una hierba submarina. Se piensa que, salvo contados casos, esos primeros intentos de animales no dejaron descendencia hacia eones posteriores, porque sus extrañas formas no tienen ningún eco en los animales que les siguieron. Hasta que Just y sus colegas encontraron a Dendrogramma.
Una forma adicional de encontrar similitud entre estos animales y todos los demás que existen en el mundo sería a través de su ADN. Desafortunadamente, por las técnicas de preservación que los zoólogos usaron durante su colecta, les es imposible recuperar esas moléculas de los tejidos. Hasta que se vuelvan a encontrar más ejemplares vivos de Dendrogramma, se podrán hacer los estudios necesarios para averiguar si estos animales, con su extraña forma fungoide y su actitud de “soy de lo más básico que un animal podría ser”, realmente provienen de las raíces del árbol de la vida que se hunden en las nieblas del tiempo evolutivo.
Fuentes:
Artículo Original en laRevista PLOS | Nota en la Revista Nature | Nota original en el Blog de Historias Cienciacionales