iguanas marinas

¿Cómo llegar y sobrevivir en una isla “desierta”?

Seguramente has oído hablar de Robinson Crusoe, o ya de perdida ubicas a Tom Hanks en la película Náufrago o la serie televisiva Lost. En la literatura y en la cultura popular, son bastante comunes las historias desarrolladas a partir de la idea de que una o más personas por “x” razón llegan a una isla “desierta” en la que intentan sobrevivir con lo que encuentran. Unas mejores contadas que otras, pero eso ya cada quien lo decidirá a título personal.

¿A quiénes les tocó ver la serie sesentera (o su repetición en los 90) de la Isla de Gilligan? Las aventuras que tuvieron que pasar los personajes para llegar y sobrevivir en la isla no se comparan con las de aquellos organismos que viajan desde zonas continentales para colonizar islas con muy pocas señales de vida.

Sin embargo, hoy les voy a contar una historia mucho más emocionante y, cómo no, basada en hechos reales. Para nosotros, humanitos, una isla desierta es una isla... sin humanos, pero muy probablemente con vegetación y animales que permiten “nuestra” supervivencia. De otra manera, Defoe nunca hubiera escrito su obra maestra porque Crusoe se le hubiera muerto de hambre en la isla, ni los más viejos leyendo esto nos hubiéramos reído con las aventuras de Gilligan, quien no hubiera sobrevivido y más que una serie cómica sería trágica.

Pero imagínate llegar a una isla en donde casi no hay nada vivo; no hay plantas, ni insectos y, mucho menos, animales para cazar. Sólo rocas, montones de tierra y otras cosas que en la escuela nos enseñan a clasificar como “inertes”. Quizás también bacterias. No más.

Pues hace algunos pocos millones de años, algunos seres vivos se enfrentaron al reto de colonizar unas jóvenes islas en medio del Pacífico, separadas por casi 1000 km de Ecuador, en la costa oeste de Sudamérica (más o menos la misma distancia que existe, por ejemplo, entre Puebla y Mazatlán). Seguro ya adivinaron que estoy hablando de las famosas Islas Galápagos.

Volcanes, el inicio de Galápagos

Erupciones volcánicas en medio del océano fueron el inicio de la fascinante historia detrás de estas islas ecuatorianas. Ahí, en medio del Pacífico, muy cerca de donde hoy están las islas Fernandina e Isabela, hay un llamado punto caliente (o hotspot, en inglés), lo cual significa que es un área de alta actividad volcánica.

Las islas Galápagos se encuentran en el Océano Pacífico, a casi 1000 km de distancia de Ecuador. El punto rojo señalado en la imagen muestra en donde se encuentra el hotspot o punto caliente (alta actividad volcánica). Al haber gran cantidad de magma acumulada en esa zona, poco a poco se forma un montoncito que eventualmente sobrepasa el nivel del mar y se convierte en una isla. Todas las islas que ahí vemos se formaron en la zona de dicho punto rojo, pero por el movimiento de placas tectónicas se han ido recorriendo en dirección a Sudamérica.

Imagen de Eric Gaba, retocada por Mathew Stevens y editada aquí para mostrar la región del hotspot

Cada que hay una erupción volcánica se libera magma, y cada que esto pasa se acumulan nuevas capas de magma convertida en lava hasta que, un día, ese montón de lava es tan grande que sale de la superficie del agua… y así se forma una isla.

Por el movimiento de placas tectónicas, las islas se mueven, aproximadamente, unos 6 centímetros por año en dirección a Sudamérica. Es por ello que en el mapa de arriba, las islas se ven a la derecha del punto rojo, porque se han ido recorriendo desde su formación. Así que es probable que, algún día, estas islas dejen de serlo y sean parte de la zona continental de Sudamérica, pero para eso falta mucho. Hagan sus cuentas: si ahora pusiéramos a un saltamontes en medio de la ciudad de Puebla y le diéramos chance de avanzar con un saltito 6cm cada año rumbo a Mazatlán. ¿Cuánto se tardaría en llegar?*

Pero fue así, poco a poco, de a miles y miles de años, que se formó (y sigue formándose) el archipiélago Galápagos.

Lanzarse a la aventura y no morir en el intento

Puedes imaginarte entonces que las islas Galápagos no siempre se vieron como ahora se ven. ¿Cómo aquel árido lugar fue poblándose a través del tiempo? Debió ser terriblemente complicado para organismos que habitaban zonas continentales cruzar, en primer lugar, casi 1000 km de océano.

Pero algunos pocos lo lograron. En Galápagos, los casos exitosos incluyen algunos reptiles, pájaros, invertebrados y unos pocos mamíferos.

La llegada de los pájaros es quizás la más sencilla de explicar. La fuerza de sus alas facilitó su llegada. El viento pudo haber traído a Galápagos también insectos muy pequeños o huevos o larvas de insectos más grandes, así como semillas de plantas continentales.

Los albatros de Galápagos son capaces de volar largas distancias sin parar. La capacidad de vuelo de los ancestros de estas aves les facilitó el viaje y la llegada a Galápagos, aunque tal vez no empezaron a considerarlo su hogar hasta que encontraron las condiciones adecuadas para ahí reproducirse.

Imagen de D. Gordon y E. Robertson

Otros, más gustosos por los deportes extremos, llegaron por “rafting”, es decir, subidos en troncos. En Sudamérica, las fuertes lluvias pueden arrancar árboles con raíces no muy arraigadas al suelo y los troncos fueron quizás utilizados como medios de transporte para cruzar el océano. Eso sí, son viajes muy difíciles. Entre los que probablemente llegaron a la isla de esa manera están algunos invertebrados y reptiles como iguanas o serpientes, que pueden aguantar mucho tiempo sin agua o comida. No es el caso de los anfibios, que necesitan agua dulce para producir la capa de mucosidad que protege su piel. Hoy en día, sí hay ranas en algunas de estas islas, pero ésas fueron traídas por humanos. Es claro que los propios humanos y otros animales, como patos o gaviotas, pudieron haber sido otro medio de transporte.

Es importante entender que quizás no todos llegaron al mismo tiempo y hacer una reconstrucción de cómo las islas se fueron poblando no es fácil, pero quizás con más estudios de la región podamos comprenderlo mejor. Seguramente la llegada de unos facilitó la posterior llegada y estancia de otros. Vale la pena mencionar, también, que ninguno de estos viajes fueron emprendidos con la intención de llegar a la isla; fueron más bien el resultado accidental de diversas situaciones que enfrentaron estos animales mientras luchaban por sobrevivir.

En fin, cualquier que haya sido el modo y la fecha del viaje, algunos hábiles seres vivos lo lograron, pero no muchos y se puede decir que por ello, la biodiversidad de Galápagos es limitada, pero eso sí, sumamente interesante.

¿Y qué hay para cenar?

Pero una cosa es llegar y otra sobrevivir en un ambiente totalmente diferente del que vinieron. Como en muchas otras islas, la comida no es tan fácil de conseguir: hay bastante menos plantas y animales que en zonas continentales. Pero en esa lucha por la supervivencia, algunas especies evolucionaron nuevos hábitos de alimentación muy particulares.

Mi ejemplo favorito es el de las iguanas marinas en Galápagos, las únicas de su tipo conocidas en este planeta. ¿En qué otro lugar uno puede ver una escena tan impresionante como lo es las iguanas dándose un clavado al agua para buscar su alimento: algas en el fondo del océano? Pero esta curiosa adaptación no la lograron solas. ¿Sabes quiénes les hacen la chamba digestiva tan demandante que requiere el ingerir algas? ¡Unas bacterias que viven en su estómago! De hecho, después de comer, estas iguanas se tumban al sol, lo cual también beneficia a sus bacterias intestinales, que requieren calor para poder digerir el alimento de su huésped.

Las iguanas marinas de Galápagos evolucionaron una dieta muy particular.

Al igual que estas iguanas, muchos organismos en Galápagos evolucionaron hábitos alimenticios y costumbres poco convencionales que les han permitido habitar estas islas. Otro interesante caso es el de los pinzones vampiros que, con pequeños piquetes, obtienen sangre de otra ave, el alcatraz patiazul.

Así que ya sabes, las aventuras de Robinson Crusoe, de Gilligan, de Chuck (Tom Hanks en Náufrago) y de los personajes de Lost, se quedan cortas frente a lo que muchos organismos han tenido que pasar para colonizar islas lejanas y mayormente desiertas.

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*Respuesta al problema del saltamontes: Si le diéramos chance de avanzar 6 cm por año para llegar de Puebla a Mazatlán, tardaría alrededor de 16 millones de años, pero seguro se nos muere antes. En realidad, fue un muy mal ejemplo, porque los saltamontes no llegan ni al año de vida (en su etapa adulta, viven en promedio un mes), pero es para que vean lo diferentes que son los tiempos biológicos de los geológicos. Ah, ¿verdad?

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Bibliografía, recomendaciones y agradecimientos

Esta entrada fue inspirada a partir de una visita al Museo de Zoología de la Universidad de Zúrich, en Suiza, en donde desde diciembre del año pasado y hasta septiembre de 2013 está montada una exhibición de las Islas Galápagos, muy recomendable para los que anden o visiten estos rumbos. Aquí una reseña que escribí en inglés para aquellos interesados.

Gracias a Lukas Keller, profesor de la universidad de Zúrich, biólogo evolutivo y director del museo, quien me concedió una entrevista relacionada con dicha exposición, pero gracias a la cual también aprendí muchas cosas del archipiélago.

Una de mis fuentes principales fue precisamente la guía a la exhibición del museo, escrita por L. Keller, M. Haffner, U. Koller y H. Hoeck el año pasado. La guía se consigue en el museo en inglés y en alemán. Aún será difícil conseguirla en México, pero si a alguien le interesa mucho, dejen un comentario abajito exponiendo su interés. Más que una guía a la exhibición, es un excelente material para entender muchos aspectos de las islas Galápagos.

Les recomiendo también ampliamente la serie de la BBC acerca de Galápagos.

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Acerca del autor

Alejandra Manjarrez es bióloga egresada de la UNAM actualmente trabajando en el Instituto de Biología Evolutiva y Estudios Ambientales de la Universidad de Zúrich, en Suiza. Y, como tal vez ya lo notaron, está perdidamente enamorada de las iguanas marinas de Galápagos.