Revista Homeostasis

A 50 años de prevención de tabaquismo…

Es bien conocido que el tabaquismo representa una de las principales causas de muerte, y la más importante correspondiente a las enfermedades que se pueden prevenir.  Sin embargo no siempre fue así. En  1962 el “Royal College of Physicians” de Londres fue el primero en publicar un reporte relacionando al consumo de tabaco con el cáncer de pulmón y otras enfermedades.

Y es que apenas hace 50 años, en este reporte se especificaba que el 70% de los hombres y el 40% de las mujeres eran fumadores activos. Después de publicadas estas cifras reveladoras fue que se iniciaron acciones para la prevención del tabaquismo y con ello de las enfermedades asociadas al mismo. Gracias a esta iniciativa la OMS estima que actualmente el 21% de la población mundial es fumadora activa. Considerando el porcentaje previo, ha habido una reducción significativa. Aunque en definitiva no es suficiente. Y es por eso que desde 1987, el 31 de mayo fue declarado como el Día Mundial de la Lucha contra el Tabaquismo por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Con el objetivo de crear conciencia sobre los efectos nocivos del consumo de tabaco.

A lo largo de este lustro, y como parte de las medidas de prevención, nos han bombardeado con información sobre los efectos dañinos del tabaco en nuestro cuerpo, particularmente del daño que hace a nuestro sistema respiratorio por su innegable relación con el cáncer de pulmón. Pero también se relaciona con enfermedades cardiovasculares, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), y más.

¿Y qué es lo que realmente sabemos de tabaquismo? Pues todos conocemos que el principal componente de los cigarrillos es la nicotina, pero también que contiene sustancias tóxicas y cancerígenas como arsénico, alquitrán, y otros componentes que se encuentran en productos tan tóxicos como los plaguicidas. Y si conocemos los daños potenciales, ¿Por qué es tan difícil dejar de fumar?

 

Sobre la dependencia a los cigarrillos, empezaremos por decir que la nicotina es el componente que causa la sensación de bienestar, relajación muscular y disminución de la ansiedad y por lo tanto del apetito. Además produce neuroadaptación, esto quiere decir que el organismo tiene la capacidad de tolerar y al mismo tiempo necesitar más cantidad de nicotina para reproducir estos efectos conforme pasa el tiempo. La exposición al tabaco a corto plazo provoca aumento en el flujo sanguíneo cerebral, y por otra parte en los fumadores crónicos observamos el efecto opuesto.

La nicotina actúa en nuestro cuerpo uniéndose a los receptores de acetilcolina que se encuentran en el cerebro y ganglios autonómicos. Los ganglios autonómicos son aquellos que conectan el sistema nervioso central con el sistema nervioso autónomo, este último es el encargado de las reacciones involuntarias de nuestro cuerpo. Existen diversos subtipos de receptores colinérgicos de nicotina, y cada uno tendrá una ubicación y efecto específico. Además, la nicotina se encarga liberar hormonas como beta-endorfinas, hormona adrenocorticotrópica, cortisol, epinefrina, norepinefrina, endocanabinoides y vasopresina. Todas estas hormonas tienen efectos específicos estimulantes a nivel de sistema nervioso central y sistema circulatorio.

Esto último explica porque al momento de dejar de fumar, especialmente si se hace súbitamente, los pacientes presentan síntomas como ansiedad, depresión, irritabilidad, dolores de cabeza, falta de concentración e incluso alteraciones del sueño. Sin embargo también mejora la presión arterial, y disminuye la frecuencia cardiaca, además de haber una mejor ventilación y oxigenación en todo el cuerpo.

En conclusión, el tabaquismo es la toxicomanía permitida socialmente más peligrosa, ya que es la causante de más muertes previsibles a nivel mundial. Ahora sabes que no es fácil dejar de fumar por todas las reacciones que se generan a nivel de sistema nervioso, pero con un adecuado enfoque en el tratamiento (enfocado en los síntomas al suprimirlo) y determinación será más sencillo suspenderlo. Recuerda que la decisión es tuya. Acércate a tu médico y pide orientación y apoyo para este proceso. Y si tienes dudas o comentarios escríbenos a info@homeostasis.com.mx o comenta en este espacio. Con gusto te responderemos.

Acerca del Autor: La Dra. Mariana Estela Arzate López es médico Cirujano egresada en 2011 de la Universidad Ánahuac del Norte. Actualmente es cofundadora y directora en la Revista Homeostasis, y practica la medicina privada en su consultorio.

Efectos del alcohol en nuestro cuerpo

El alcohol en nuestra sociedad es una droga legal y aceptada socialmente. Se consume en momentos de alegría, de tristeza, de victoria y de derrota. Tomamos por todo lo que se nos puede ocurrir y, conociendo el efecto que tiene en nuestro cuerpo, es entendible por qué nos gusta tanto consumir bebidas alcohólicas.

Se ha visto que el consumo de alcohol tiene un patrón en forma de J o de U, es decir, la relación tiene 3 fases: En la primera fase el consumo mínimo de alcohol disminuye el riesgo de morir. En  la segunda, consumiendo mayor cantidad de alcohol el mismo o parecido al de las personas abstemias (que no ingieren alcohol). En la tercera etapa la cantidad de alcohol ingerida por arriba de cierta cantidad, es directamente proporcional al riesgo de morir.

¿Cómo saber si mi consumo es el adecuado?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) toma en cuenta 4 parámetros para definir y clasificar el consumo   de alcohol: cantidad, frecuencia, duración y las consecuencias o daño por el consumo del  mismo. En promedio, se considera como consumo de bajo riesgo cuando el alcohol ingerido es hasta de 2 copas al día y hasta 5 días a la semana.

El Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo (NIAAA) tiene una propuesta diferente, ya que además se aumenta el parámetro de velocidad de consumo y se recomiendan unos parámetros para hombres y otro para mujeres, tomando en cuenta las medidas promedio de peso y estatura para ambos géneros dentro de un mismo rango de edad.

Mujeres: 1 copa por hora, hasta 3 copas por ocasión, hasta 3 veces por semana. Hombres: 1 copa por hora, hasta 4 copas por ocasión, hasta 4 veces por semana.

Las 2 clasificaciones arrojan estimados similares, ingerir bebidas alcohólicas no es malo, mientras se haga con medida.

Por lo tanto, podemos decir que el uso de alcohol por encima de estos parámetros se considera como consumo de riesgo, ya que aumenta la probabilidad de que la persona sufra de consecuencias adversas en él o los demás. Sin embargo, la OMS tiene clasificadas las ocasiones en que el consumir alcohol, por mínimo que sea, equivale a consumo de riesgo, como son:

- Al manejar un automóvil o maquinaria pesada. - Durante el embarazo o la lactancia. - Cuando se toma algún medicamento que pueda interaccionar con el alcohol. - Cuando se tenga alguna condición médica que empeore con el alcohol. - Cuando la persona NO es capaz de controlar el consumo de alcohol.

El consumo perjudicial o abuso se logra al exceder la cantidad y frecuencia de consumo de alcohol y que además ha tenido una duración prolongada o un patrón de consumo y que esto causa un daño que genera signos y síntomas biológicos, psicológicos y sociales.

El alcohol, como cualquier droga adictiva, causa cambios paulatinos en quien lo consume de manera crónica. Las personas comienzan a tener cambios en todas las esferas de su vida, biológicas, psicológicas y sociales. Las personas se adaptan al consumo de alcohol, es decir, cambian sus conductas, pensamientos, emociones y hasta su vida social para que el punto central sea el conseguir, consumir y recuperarse de los efectos del alcohol. Cuando estos cambios producen malestar en la persona y en quienes lo rodean se considera que la persona tiene dependencia al alcohol.

¿Qué produce el alcohol en el cerebro?

El alcohol interactúa con diferentes proteínas en nuestras neuronas,  esta interacción produce cambios en la actividad de diferentes enzimas y reguladores de las neuronas y altera su función normal.

El alcohol interactúa principalmente con 2 receptores en las neuronas que interaccionan  con 2 neurotransmisores, que son los encargados de mandar y modular las diferentes señales entre las neuronas. El primero se llama GABA y es un inhibidor del Sistema Nervioso Central (SNC). Ahí, el alcohol potencia su efecto produciendo, entre otras cosas, la letargia y mala coordinación. El otro neurotransmisor es el glutamato, el cual es un excitador del SNC, y el alcohol en esta ocasión inhibe su trabajo, lo que ocasiona trastornos en la memoria y el aprendizaje, además de los famosos “blackouts” o el olvidar lo que pasó durante el consumo del alcohol.

Sin embargo, el alcohol tiene interacciones con otros neurotransmisores como la dopamina, serototinay en receptores opioidesy nicotínicos, lo que produce un sistema de recompensa al consumir alcohol, y es por eso que factores externos (una persona, un olor, un lugar, etc.) o factores internos (alegría, ira, tristeza, etc.) contribuyan a querer consumir alcohol y a que por la activación de las mismas se experimente sensación de bienestar y relajación por falta de interés momentáneo en los problemas.

Cuando el alcohol se consume de manera crónica, el cuerpo produce cambios adaptativos, lo que produce que cada vez se necesite consumir mayor cantidad de alcohol para obtener los mismos efectos, lo que se conoce como tolerancia.

Son tan radicales los cambios adaptativos hacia el consumo del alcohol, que el cuerpo aprende a  funcionar con niveles altos de éste, e inclusive ayuda a mantener un equilibrio. Por  lo tanto si se suspende el consumo de alcohol de golpe, se sufre el llamado “síndrome de abstinencia al alcohol”. Este puede ir desde irritabilidad hasta convulsiones y alucinaciones. En este caso es necesario acudir inmediatamente al hospital.

Es importante estar conscientes de nuestro consumo de alcohol y reconocer cuando se abuse de él y las causas que nos orillan a hacerlo, ya que es una sustancia psicoactiva que nos aleja de nuestra realidad y en el periodo de intoxicación se puede hacer daño uno mismo y a los demás. También debemos de recordar que el alcohol en las medidas adecuadas evita el riesgo de eventos vasculares coronarios y cerebrales y el abuso nos puede afectar a otros órganos como hígado, estómago o páncreas, entre otras complicaciones. Recuerden… Nada con exceso, todo con medida.

COLABORACIÓN ESPECIAL DE HOMEOSTASIS

Como parte de una estrategía para ampliar y mejorar la difusión de contenido de éste espacio, Más Ciencia por México Blog tiene la intención de compartir publicaciones y colaborar con grupos y blogs con objetivos similares al nuestro. Esta es la primer entrega de Homeostasis, un equipo conformado por un grupo de médicos con una visión enfocada a la prevención. Su contenido es accesible a todo tipo de público y busca crear conciencia sobre la salud y los hábitos contidianos con base en el bienestar biopsicosocial. Los invitamos a visitar su sitio!

Acerca del autor:

Dr. Manuel Oyosa Alvarez es egresado de la Universidad Anáhuac en la licenciatura de Médico Cirujano. Actualmente comenzará la especialidad de Psiquiatría en el Hospital Español de México.

Ayesta, F.Y. (2002) Bases bioquímicas y neurobiológicas de la adicción al alcohol.  Adicciones , Vol 14, Supl 1

Ducci F, Goldman D (2008) Genetic approaches to addiction: genes and alcohol. Addiction 103:1414–1428

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