A medida que se aproxima el verano, la gente comienza a pasar más tiempo afuera y a tomar vacaciones a lugares donde puede nadar: en lagos, ríos, cerca del mar. Es posible que en estos viajes a lugares húmedos la gente se tope con una multitud de insectos, entre ellos las libélulas. Debido a que no resultan molestas y en general tampoco provocan repulsión, para muchos estos insectos pasan desapercibidos y son tan sólo un elemento pintoresco del entorno. ¡Gran error! Observen más de cerca.
Crónica de una mantis marina conmovida en su mundo multicolor
Me da mucha ternura cuando los humanos se emocionan por los colores que pueden ver. Que si la primavera llena de colores sus jardines o que si la lluvia del verano les pinta el cielo con un arcoíris. Pero ver el mundo con tres receptores de colores está sobrevalorado. Si nos vamos a poner estrictos, mejor verlo con 12, como nosotras. Así como lo dije, nosotras, las mantis marinas, tenemos 12 tipos diferentes de receptores de luz en nuestros ojos. Como si esto no fuera suficiente, un grupo de humanos acaba de observar con sus tres tipos de receptores que seis de nuestros receptores tienen la capacidad de diferenciar entre varios tipos de ondas de luz ultravioleta –cinco ondas, para ser exacta–.
Quienes nos estudiaron, de universidades estadounidenses y suecas, mencionan en su trabajo que hacemos uso de unos filtros ópticos ultravioleta que están presentes en las células de nuestros ojos. Ellos analizaron de lo que están hechos nuestros filtros y detectaron que es una sustancia que se puede encontrar en la piel o esqueleto de algunos organismos marinos.
Los humanos llaman a esta sustancia “protector solar natural”, muy al estilo de la crema que se ponen cuando van a la playa a asolearse. Y es que esta sustancia que encontraron en nuestros ojos nos protege de los daños causados por los rayos UV.
Una cosa es cierta: los humanos entienden muy poco nuestra visión, a la que ellos llaman “compleja”. Ahora, tienen la idea de que esta detección de rayos UV nos permite identificar presas en los corales.
Y claro, yo podría decirles la verdad. Pero prefiero seguir por ahí, andando en mi mundo brillante y lleno de imágenes fascinantes. ___________________
Bibliografía:
Nota fuente en Science Daily | Artículo original en Cell|Nota original en el Blog de Historias Cienciacionales
Observan las escenas más espectaculares y su vista se deteriora
Cuando los astronautas están en el espacio, sus cuerpos cambian: pierden masa muscular y ósea, producen menos células rojas y su corazón se puede atrofiar. Los especialistas en medicina aeroespacial saben de esta situación, por lo que recomiendan contrarrestarlos con ejercicio y una dieta específica. Sin embargo, hay algo que no sabían: la visión también sufre cambios.
El astronauta Michael Barratt, médico aeroespacial, pasó 200 días en la Estación Espacial Internacional y cuando regresó a la Tierra, notó que su visión se había deteriorado. Al consultar los registros médicos de otras misiones, detectó que muchos astronautas reportaron problemas similares, pero a nadie se le había ocurrido que podría haber una causa común.
Por las observaciones de Barratt e imágenes por resonancia magnética, se piensa que la pérdida de la visión que experimentan los cosmonautas es consecuencia de pasar tiempo en el espacio exterior: como sus fluidos corporales no son jalados hacia abajo, la presión en su cráneo aumenta, lo que lleva a que los nervios ópticos se hinchen, los ojos se aplanen levemente y la visión se vuelva borrosa.
Hay dos cosas que no están claras acerca del síndrome ocular del viaje espacial: por qué afecta a más hombres que mujeres, y si esto podría ser un daño permanente cuando los cosmonautas regresan a la Tierra. Aunque seamos honestos: si tuviéramos la oportunidad de pasar unos días en el espacio y maravillarnos con el fabuloso espectáculo ¿cuántos no daríamos nuestra vista a cambio?
Fuentes: Nota de Science | Artículo que muestra la identificación de anormalidades intraorbitales e intracraneales en astronautas que viajaron al espacio.