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El origen de los números

A partir de hoy y así cada miércoles durante dos meses, haremos un viaje para adentrarnos en el mundo de los números. Esta interesantísima serie es cortesía de nuestros amigos de Pedazos de Carbono y el autor es Juan Navarro, un matemático convertido en computólogo que además es muy talentoso para escribir.

¿Cuándo los seres humanos empezaron a "contar"?

¿Qué son los números imaginarios?

¿Qué es el infinito?

En esta serie exploraremos algunas de estas dudas, empezando por el origen de las matemáticas en esta primera entrega, ¡disfrútenla!

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Hay muchas cosas que, como nos parecen tan simples y cotidianas, no les solemos prestar mucha atención. Fácilmente puedes ir un día a hacer tu súper: una caja de tu cereal favorito; dos litros de leche para el desayuno; cinco manzanas para ese pay que planeas hornear; ¡los mangos tienen hoy 20% de descuento!, será mejor aprovechar y comprar también unos de esos. Al terminar tus compras llegas entonces con la cajera, “Son $159.50”, extiendes tu mano con un billete de $200. Recibes 50 centavos y diez, veinte, treinta, ... ¡hey! ¡faltan diez pesos! “¡Oh! ¡Mil disculpas! Aquí está el cambio que le falta.”

Parecería como si nada extraordinario hubiera sucedido, y rara vez nos detenemos algún momento para pensar en esto. Hoy las matemáticas juegan un papel central en nuestra cultura y nuestra sociedad, se encuentran justo en el corazón de nuestra ciencia y de nuestra tecnología, pero—y esto es quizá difícil de imaginar—las cosas no han sido siempre así. ¿Te has puesto alguna vez a pensar, cómo sería vivir en una época en la que los humanos no teníamos siquiera el concepto abstracto de ‘número’? ¿Cuando incluso el simple acto de contar no se nos había ocurrido aún? ¿Y cómo fue que pasó todo esto? ¿Cómo fue que las matemáticas fueron inventadas por primera vez?

Los humanos modernos, que anatómicamente eran ya bastante similares a nosotros, se separaron de otros homínidos hace unos 200,000 años. Para hace como 100,000 años se había desarrollado ya el lenguaje, y entre unos 60,000 y 40,000 años se dio una primera explosión cultural en la que se originaron la música y la pintura como las primeras formas de arte; todo esto a la par con técnicas más sofisticadas para fabricar herramientas. Y todo esto ocurrió incluso antes de la aparición de la agricultura, que tuvo que esperar hasta hace unos 10,000 años.

Fue también durante esta explosión cultural cuando el concepto abstracto de ‘número’ se comenzó a formar en la mente de los humanos. Los lenguajes primitivos tenían ya palabras para hablar de ‘una’ persona, que quizá había logrado cazar ‘dos’ grandes animales. Pero números más grandes en realidad no existían y, si algún día tuvieras suerte al salir a cazar, estarías contento con anunciar que trajiste ‘muchas’ delicias para la cena.

Pero imagina por un momento, que estás viviendo hace unos 20,000 años, en algún lugar en África—cerca de lo que hoy es Uganda y el Congo. Con curiosidad mirarías al cielo y comenzarías a notar algunos patrones. Algunas veces, durante la noche, la luna parece como un grande y brillante disco de luz; algunas noches después, verías como si una gran porción del disco hubiera sido “devorada” por alguien o algo; hasta que eventualmente la luna se torna toda obscura; sólo para volver a crecer de nuevo y repetir todo el ciclo. Quizá notarías también que estos patrones parecen repetirse en intervalos bastante regulares y, completamente lleno de curiosidad, quieres de algún modo ‘medir’ el paso del tiempo entre un ciclo y otro.

¿Pero cómo podrías hacerlo? Incluso a tu lenguaje le faltan las palabras necesarias para llevar un registro de cuantas “salidas y puestas de Sol” ocurren entre una luna “llena” y la siguiente. Le das y le das vueltas al asunto en tu cabeza. Hasta que de pronto se te ocurre. Es una idea brillante tan sólo por su simplicidad. Tomas el hueso de alguno de los animales que haz cazado y cada noche—justo cuando el Sol se comienza a ocultar debajo del horizonte—usas una piedra afilada para hacer una marca sobre el hueso. Luego, la próxima vez que vuelves a ver una luna llena, empiezas a hacer una nueva hilera de marcas. Y así, después de repetir este mismo ejercicio unas cuantas veces más, comparas el número de marcas que tienes en cada una de tus hileras.

Acabas de aprender a contar.

Ni siquiera tienes aún un sistema formal de numeración pero, al crear esta correspondencia uno a uno entre cada uno de los ‘días’ y las ‘marcas’ en el hueso, has logrado medir la cantidad de días entre una luna llena y la siguiente. Más aún, al establecer una correspondencia similar entra las marcas en dos hileras diferentes, puedes verificar por ti mismo que cada ciclo lunar está compuesto más o menos del mismo número de días. Has logrado confirmar tu hipótesis.

Descubrimientos arqueológicos en área africana de Ishango nos dicen que esta historia quizá no está demasiado alejada de la realidad. En 1960, el explorador belga Jean de Jean de Heinzelin de Braucourt descubrió el hueso de un babuino con varios grupos de marcas hechas sobre su superficie. Técnicas modernas nos dicen que el hueso es de hace unos 20,000 años y estudios del arqueólogo Alexander Marshack sugieren que se trata en verdad de un calendario lunar.

Como la mayoría de las buenas ideas, el uso de marcas talladas sobre huesos o madera para medir y registrar cantidades se comenzó a propagar rápidamente entre todas las civilizaciones humanas. Junto con las primeras formas de escritura, los ‘números’ representados como grupos de marcas comenzaron también a aparecer por doquier manteniendo registros de bienes o pertenencias personales. Y fue entonces cuando los números comenzaron a cobrar un significado, una vida, por si mismos.

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Escrito por Juan A. Navarro Pérez y publicado originalmente en Pedazos de Carbono

La fotografía inicial, en la cual se aprecian una y dos manzanas, es cortesía de Jonathan Cohen.

250+ Jóvenes mexicanos están nominados para los TR35 México Innovadores menores de 35

Una gran respuesta fue la que recibió la convocatoria de la edición en español de Technology Review, una publicación del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Al momento de cerrar la recepción de solicitudes, más de 250 candidaturas habían sido presentadas. De entre ellos, se habrán de elegir a los 10 Innovadores menores de 35 años con mayor potencial para influir en el futuro de la tecnología y la innovación.

Los premios, que cuentan con el apoyo de BBVA Bancomer y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), buscan identificar los mejores trabajos de investigación y reconocer el esfuerzo y dedicación de los jóvenes más brillantes de México, a la vez de ayudar a su promoción profesional.

Los candidatos desarrollan sus proyectos en diversos campos de trabajo. Las áreas más representadas son Biotecnología e Informática, en las que se concentran más de un tercio de los proyectos presentados. Con 250 candidatos, esta segunda edición mexicana es ya una de las más importantes hasta el momento. Como lo explica Pedro Moneo, director de la edición en español de MIT Technology Review, "este hecho simboliza lo importante que es identificar el talento en los países de origen y apoyar a los jóvenes que protagonizarán el futuro de México”, y añade que “ellos, con su trabajo, cambiarán la sociedad y la forma de hacer negocios en la próxima década”.

A partir de este momento los premios entran en su fase de evaluación. Un panel de jueces compuesto por tecnólogos, investigadores, inversores y empresarios del ecosistema emprendedor y científico, evaluará los perfiles de los candidatos. Entre algunos de los miembros destacados de este panel, se encuentran los científicos mexicanos Luis Herrera-Estrella, director del Laboratorio Nacional de Genómica para la biodiversidad y Arturo Menchaca, profesor e investigador del Instituto de Física de la UNAM y miembro del Consejo Consultivo de Ciencias del Gobierno de la República; así como el inversor angelical (business angel) Ariel Poler o María Vallet-Regí, quien se desempeña como catedrática de Química Inorgánica de la UCM y renombrada investigadora en el área de Ciencia de Materiales.

Los nombres y proyectos de los ganadores se publicarán en la edición en español de MIT Technology Review el próximo 23 de mayo. Además, los 10 ganadores tendrán la oportunidad de presentar sus proyectos ante una audiencia de 600 personas en el marco de EmTech México. La ceremonia de entrega de premios se realizará durante la conferencia el día 30 de mayo.

EmTech México tendrá lugar los días 29 y 30 de mayo en el TEC de Monterrey, campus Santa Fe, y será la primera edición de la conferencia de tecnologías emergentes del MIT en México. Dos días de contenido sobre los desarrollos tecnológicos más punteros protagonizados por expertos nacionales e internacionales de gran prestigio. Un encuentro entre empresarios, inversores, emprendedores y el mundo académico para analizar los polos competitivos mexicanos y conocer las tendencias de la innovación tecnológica internacional. Un lugar para inspirar y generar conocimiento con el que transformar ideas en soluciones de futuro.

Basado en la nota de prensa de MIT Technology Review

Entrevista con Antonio Torres: Arte, Tecnología y Creatividad (2a parte)

La originalidad del trabajo de Antonio y Michael atrajo a los curadores de TED, quienes lo invitaron a postularse como TED fellow. De entre más de 1,200 postulaciones, 21 fellows fueron seleccionados. Los otros 20 incluyen artistas, inventores, neurocientíficos, cineastas, fotógrafos y una astrobióloga [ver aquí], cuyos trabajos, proyectos y actividades serán difundidos y amplificados con el apoyo de la red de contactos de TED. Foto: The Gelatinous Armada (Cortesía Antonio Torres)

Para su charla, Antonio se preparó por cuatro meses, y practicó durante todo un mes:"Creo que el momento cuando sentí más nervios fue cuando iba de camino a California. Antes de subir al escenario, me sentía tranquilo y afortunadamente lo disfruté mucho". Durante el congreso, sus pláticas favoritas fueron las de Allan Savory y Ron Finley. Actualmente, Antonio vive en Guadalajara, donde busca reenfocar su pensamiento y su trabajo, y tomarse un tiempo para reflexionar y encontrar nuevas ideas. A la par, trabaja en montajes para Estados Unidos y Europa, y enseña arte en una prestigiada institución de educación superior.

Cuando le preguntamos sobre futuros trabajos, cita a Gelatinous Armanada: "Avizoramos un futuro donde el vasto y profundo espacio del océano se acompañará con arrecifes gelatinosos, los cuales ofrecerán y promoverán nuevos mundos flotantes que podrán sostener grandes cantidades de peces de granja y silvestres. La acuacultura en este proyecto no se muestra como una mono-cultura sino más bien como una creación de nuevas ecologías donde peces, cautivos o no, son crecidos y su potencial estético será disfrutado por exploradores marítimos y pescadores".

Al cuestionarle sobre en dónde y cómo encuentra la inspiración para su trabajo creativo, Antonio responde:

—"Mi mayor fuente de inspiración son la naturaleza y todos sus elementos y procesos; Conforme pasa el tiempo, he descubierto que mi trabajo se basa ahora más en fundamentos científicos que arquitectónicos".

Por último, le pedimos a Antonio nos brindara un mensaje para todos los lectores del Blog de Más Ciencia:

—"El mensaje que me gustaría darle a las nuevas generaciones es que la experimentación es buena. Hay que investigar para poder crear e innovar. A veces, en México existe la percepción de que la investigación es una actividad exclusiva de los científicos investigadores, y que la innovación es resultado de una ocurrencia fortuita. Sin embargo, se trata más bien de actividades muy estructuradas, intencionadas y que pueden ser desarrolladas por cualquier persona y aplicadas a cualquier campo de la actividad humana. Sobre todo ahora que existen herramientas y tecnologías que antes no podíamos ni siquiera imaginar. A aquellos que quieren desarrollar su creatividad, los invito a darse tiempo para observar, explorar, conocer y analizar las cosas de su entorno".

En Más Ciencia, celebramos la creatividad y el talento mexicano. Felicidades, Antonio. Esperamos escuchar más de tu trabajo.

Entrevista con Antonio Torres: Arte, Tecnología y Creatividad (1a parte)

Entrevista con Antonio Torres, arquitecto y naturalista mexicano después de su participación en TED Del 25 de Febrero al 1 de Marzo pasados se llevó a cabo en Long Beach, California el prestigioso congreso global de TED. TED es una organización sin fines de lucro fundada en 1984 como una plataforma para reunir a personajes de los mundos de la tecnología, el entretenimiento y el diseño.

La misión de TED es difundir ideas. Para ello, cada año organiza dos congresos globales (uno en Estados Unidos y otro en el Reino Unido), además de mantener otros programas como el TED Prize, los congresos TEDx, TED Fellows y el sitio de video charlas TED.com.

El programa TED Fellows busca identificar y seleccionar a jóvenes pioneros en diversas áreas creativas que demuestren potencial para transformar el mundo con su trabajo, ideas y proyectos. Este año, el arquitecto y naturalista mexicano Antonio Torres fue seleccionado como uno de los TED fellows que se reunieron en Long Beach, California. Ahí, presentó una interesante charla ante la audiencia de TED sobre el trabajo que viene realizando junto con su socio Michael Loverich en BittertangFarm, una pequeña finca de diseño naturalista que crearon en 2008.

2013-03-016-Antonio Torres en TED

Más Ciencia por México platicó con Antonio, sobre su trabajo y su experiencia como TED fellow. A continuación les presentamos una breve reseña sobre nuestra plática.

Antonio Torres es oriundo de Michoacán. Cuando era niño, se mudó con su familia a Chicago. Afirma que su interés por la arquitectura y el diseño se desarrolló naturalmente, como resultado de una inclinación innata por la creatividad y la observación. Cursó sus estudios universitarios en la Universidad de Illinois en Chicago, con un intercambio en la Escuela de Arquitectura de Versalles en Francia, y de posgrado en la Universidad de California en Los Ángeles. Precisamente durante su maestría fue que, junto con Michael Loverich, ganaron un concurso de ideas de diseño para "farming" (la traducción más aproximada en español sería agricultura, entendida como el "conjunto de acciones humanas que transforman el medio ambiente natural con el fin de hacerlo más apto para el crecimiento de las siembras"). Después de esa experiencia, decidieron fundar Bittertang en Nueva York.

El trabajo de Antonio y Michael se caracteriza por el uso de materiales biológicos en el diseño de entornos interactivos que buscan la inmersión y la conversación entre la arquitectura y los seres vivos. Estos espacios nacen, crecen, se desarrollan y mueren. En el proceso, se combinan y entrelazan elementos de procesos científicos con elementos arquitectónicos. Destaca, por ejemplo, el uso de membranas estructura-substrato con microbios que colonizan superficies, y pieles y capas que permiten una interacción ecológica entre la obra y su entorno.

Uno de sus trabajos es el denominado Palacio de Hielo, que recrea una cueva de hielo de las que únicamente se encuentran en las regiones polares. Estas cuevas son naturalmente creadas mediante cientos de años de acumulación de agua congelada y erosión de capas de hielo.

Foto: Ice Palace (Cortesia de Antonio Torres).

—"Entrar a estos espacios, es estar rodeado de muros transparentes y colores que sólo pueden ser creados por grandes cantidades de hielo compactado. Muy pocas personas tienen la oportunidad de experimentar estos espacios. Por eso, creamos un pabellón que intenta recrear el fantástico ambiente de las cuevas mediante muros verticales de hielo teñido", dice Antonio.

Para construir estos pabellones, Bittertang empleó un original sistema constructivo de membranas, agua, aire y un ambiente congelante.

—"Con este método sencillo, podemos crear efectos espaciales coloridos e imposibles de crear con sistemas tradicionales como el iglú".

 

(No te pierdas la segunda parte de esta entrevista el proximo Lunes.).

 

 

¡Más Ciencia por México te está buscando!

A principio de este año, se anunció que el presupuesto para Ciencia y Tecnología en México aumentaría un 18% con respecto al 2012. Se espera que, al final del período de la administración actual, se destine al menos el 1% del PIB de nuestro país al desarrollo de la ciencia y la tecnología. Esto suena prometedor, a pesar de que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) le recomienda a México asignar el 2.3% del PIB a esta área para lograr alcanzar el nivel de otros de los países miembros de dicha organización.

¿Te parece mucho un aumento del 18%?  En México, hasta finales del 2012 sólo se destinaba el 0.37% del PIB a ciencia y tecnología. Países que se encuentran más o menos al mismo nivel de desarrollo científico y económico que el nuestro, como Brasil y la India, designan el 1.07 y 0.8% del PIB, respectivamente, a estas áreas. No es casualidad que India y Brasil hayan disparado su crecimiento económico y sean ahora países mucho más competitivos en todos los aspectos, no sólo en ciencia y tecnología.

El crecimiento de estos países sucede a partir del momento en que incrementaron considerablemente su inversión en Ciencia, Tecnología e Innovación y su apoyo a la educación en áreas clave como lo son Ciencia, Tecnología, Ingenierías y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).

México se está rezagando. Necesitamos alcanzar un nivel competitivo en las áreas clave previamente mencionadas para mejorar las condiciones del país, no sólo a nivel de investigación y desarrollo científico, sino también a nivel económico y social.

Requerimos urgentemente de recursos financieros para lograrlo, sí, pero también necesitamos recursos humanos. Las personas que tienen inclinación hacia las ciencias o hacia la divulgación y educación en áreas científicas y tecnológicas pueden ayudar mucho haciendo precisamente eso: investigación, divulgación y educación científica en nuestro país.

¿Compartes nuestras inquietudes ?

¿Quisieras colaborar activamente con nuestra organización o bien, no tienes tiempo de involucrarte directamente pero simpatizas con nuestros objetivos?

Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas es sí, consulta nuestra Convocatoria a membresías 2013.

No importa en qué lugar del mundo vivas. Si compartes nuestros objetivos e intereses, eres bienvenido a formar parte del proyecto. En noviembre del año pasado, algunos de nuestros miembros viviendo en Europa asistieron a una reunión de Más Ciencia por México en Ginebra.

¡Te invitamos a formar parte de Más Ciencia por México!

¿XX? ¿XY? ¿De quién son esas manos? [Parte 2 de 2]

El Dr. Snow examinó 6 estarcidos de manos distribuidos en 4 diferentes cuevas de Francia: Pech Merle, Font-de-Gaume, Abri du Poisson y Les Combarelles. La pregunta particular a contestar era la siguiente: Las manos que se utilizaron para crear los estarcidos ¿pertenecen a hombres o a mujeres? En general, las proporciones entre la mano de un hombre y una mujer son diferentes; las manos de un hombre tienden a ser más grandes. Pero también es sabido y fácil de suponer que las proporciones de la mano varían de una población a otra y que no necesariamente son las mismas en poblaciones actuales y poblaciones de hace 40,000 años, fecha aproximada a la que se han atribuido las pinturas. Para resolver estos y otros inconvenientes el Dr. Snow tomó medidas de las manos de 54 hombres y 57 mujeres de ascendencia europea para de esta manera, ya que las manos pintadas son de ancestría europea, tener una idea clara de qué proporciones esperar si la mano en cuestión se trata de una mujer o si en cambio pertenece a un hombre. Así mismo, Dean Snow ha recurrido a evidencia genética reciente para argumentar que la gran mayoría de los europeos modernos pertenece a un grupo de alrededor de 10 grandes linajes con origen exactamente en el paleolítico europeo y los cuales concuerdan precisamente con las fechas y antigüedad atribuida a las pinturas de las cuevas analizadas. Esto, señala Snow, sugiere fuertemente que en general las morfologías entre los humanos que pintaron las cuevas y sus descendientes modernos son prácticamente las mismas.

El paso crucial fue determinar que no sólo existe dimorfismo sexual entre las manos de hombres y mujeres de poblaciones europeas modernas (y por extensión de sus ancestros paleolíticos) sino que también existe la relación siguiente: en el caso de los hombres, el dedo anular es más largo que el dedo índice, lo que en la fig.4 aparece señalado como un índice 2D:4D bajo. Por el otro lado, en el caso de las mujeres, éstas normalmente presentan dedos índices de la misma longitud que el dedo anular, esto es, presentan un índice 2D:4D igual o incluso alto. La mayoría de los lectores de este artículo probablemente posean un componente amerindio + europeo y no sólo europeo en sus genes, sin embargo, los invito y las invito a revisar rápidamente su mano y ver si la época de la Colonia viene o no a su mente. En síntesis y basado en lo anterior, el Dr. Snow concluye lo siguiente: De los seis estarcidos examinados, 4 pertenecen a manos de mujeres adultas, 1 a un hombre adulto y el último a un adulto joven. Vaya revolución.

Las conclusiones del estudio han sido recibidas con escepticismo por parte de la comunidad de especialistas. La mayoría coincide en que ésta y otras hipótesis relativas a los roles de sexo y género en la prehistoria son prácticamente intratables debido a la ausencia de un cuerpo amplio de evidencia desde varias disciplinas y no sólo un estudio aislado como el aquí presentado. Por otro lado, es cierto, la inmensa mayoría del arte sobre el cual se tiene registro de los autores ha sido elaborado por el hombre, esto como consecuencia de particulares contextos históricos que en la gran mayoría de los casos no son favorables para con la mujer. Sin embargo, ¿necesariamente esta situación es extrapolable a la prehistoria? Quizás nuevos estudios, futuros descubrimientos y nuevos adelantos tecnológicos arrojen más información en los próximos años.

Quizás también, similar a Galeano, yo también deseo manos y bisontes estampados en piedra por cromosomas X y cromosomas Y. Los deseos no bastan.

Quizás, como con la interpretación de la frase de Picasso, la verdad sobre estas pinturas y su contexto nunca la sabremos exactamente.

De algo si podemos estar seguros; a futuro el mundo no está hecho, está por hacerse.

Acerca del autor.

José Rodrigo Flores Espinosa estudió la Licenciatura en Ciencias Genómicas y ha colaborado como estudiante invitado en el Wellcome Trust Sanger Institute de Inglaterra.

¿XX? ¿XY? ¿De quién son esas manos? [Parte 1 de 2]

Manos de cavernarojas como la granada que se desangra oscuras como el carbón, que también da luz

Los roles sexuales y de género durante la prehistoria constituyen uno de los temas más fascinantes y difíciles de resolver sobre la historia humana.

Cuentan que Pablo Picasso, después de una visita a las pinturas rupestres en las cuevas de Altamira, comentó a sus acompañantes: "después de Altamira todo es decadencia". Podríamos tratar de llegar a una única interpretación sobre lo dicho por el artista, sin embargo, si se trató de una forma de homenaje a lo que en abstracto es considerado por muchos como el nacimiento del arte plástico, o si más bien fue una metáfora poco optimista de la historia humana, eso no lo sabemos con exactitud. Ni lo sabremos seguramente.

Otro pequeño detalle -o grande, según se vea- acerca de semejantes lienzos paleolíticos, refiere a la combinación de cromosomas sexuales que dio origen a tan cavernarios y avanzados trazos. Nos preguntamos con cierta frecuencia, tanto legos como estudiosos del tema: ¿XX o XY? En otras palabras, ¿eran hombres o mujeres quienes pintaban? ¿O tanto ellos como ellas? ¿Ya había rol de sexo o género en esta actividad? ¿Cuándo nace el simbolismo propiamente? El despliegue de preguntas suele aventajar a las posibilidades prácticas de resolverlas. Sabedores de que en muchas ocasiones la historia pasa por personajes concretos, y fruto de nuestra inercia biológica hacia la competencia y por ende a la veneración olímpica de los primeros lugares, encontramos difícil no preguntarnos también ¿y quién pintó primero? Dejemos las inercias para otra ocasión y quedémonos con la pregunta de quiénes pintaban.

No han sido pocos los antropólogos, historiadores, artistas y aficionados que han imaginado una respuesta a tan viejo y fascinante acontecimiento. Eduardo Galeano, por ejemplo, en el relato Fundación de la belleza, publicado en 2008 como parte de su libro "EspejosUna historia casi universal", fantasea su propia respuesta:

Están allí, pintadas en las paredes y en los techos de las cavernas. Estas figuras, bisontes, alces, osos, caballos, águilas, mujeres, hombres, no tienen edad. Han nacido hace miles y miles de años, pero nacen de nuevo cada vez que alguien las mira. ¿Cómo pudieron ellos, nuestros remotos abuelos, pintar de tan delicada manera? ¿Cómo pudieron ellos, esos brutos que a mano limpia peleaban contra las bestias, crear figuras tan llenas de gracia? ¿Cómo pudieron ellos dibujar esas líneas volanderas que escapan de la roca y se van al aire? ¿Cómo pudieron ellos…? ¿O eran ellas?

Existen ocasiones en que la poesía, los cuentos y las novelas parecen no sólo imaginar realidades de nuestro mundo, a veces también parece que las descubren, cual química o física de laboratorio. Si bien el universo de posibilidades para la respuesta a nuestra pregunta es sólo de 3 en este caso (sólo ellos pintan, sólo ellas pintan, tanto ellas como ellos pintan) y las probabilidades de sospechar y atinar a una respuesta correcta por puro azar son relativamente altas (1/3), Galeano pareciera imaginar e intuir en la dirección científicamente acertada. Parece también desearlo Galeano. Pareciera que imagina e intenta rescatar del Alzheimer de la prehistoria alguna reivindicación arcaica y olvidada para la mujer, tanto milenio después aún necesitada. A futuro, hombre y mujer son capaces de convertir muchos de sus deseos en realidades; un edificio, una guerra, una idea. Sin embargo, cuando voltean al pasado o a los objetos escrutables (pongamos que la palabra existe) por aproximaciones científicas, sus deseos no afectan la realidad. Al menos es mucho más difícil y cuando sucede, el tiempo y nuevas personas han demostrado ser los mejores aliados de esa verdad que tanto hace recordar (y a veces desear) las formas curvas y asintóticas; por siempre llegando, por siempre aproximándose.

La cuestión de si fueron ellas o si fueron ellos es tan vieja como el descubrimiento mismo de las primeras representaciones pictóricas encontradas en cuevas de Francia y España a finales del siglo XIX. Cuando a principios de los años noventa se descubrieron las pinturas de las cuevas de Chauvet y Cosquer en Francia, el famoso historiador de arte Ernst Gombrich recordó y escribió sobre el hallazgo "Magnum miraculum est homo (gran milagro es el hombre)". Históricamente y bajo esquemas interpretativos, la elaboración de arte prehistórico ha sido atribuida en amplia mayoría al hombre y no a la mujer. -¿Quién, sino un hombre enamorado y agradecido pudo haber elaborado tremendas Venus de Willendorf?- Podría afirmar con cierto humor un antropólogo a su colega mujer. -Es evidente que se trata de autorretratos-, podría responder ella en el mismo tono. La situación de asignar la elaboración de pinturas rupestres al hombre ha constituido la generalidad, como es el caso de aquellas encontradas en cuevas como Pech Merle al sur de Francia, afirma el Dr. Dean R. Snow del departamento de antropología de la Universidad de Pennsylvania. En 2006 el Dr. Snow, resultado de una colaboración con la National Geographic, publicó resultados de lo que él considera es clara evidencia física de participación femenina en pinturas rupestres.

No te pierdas la continuación de este artículo el próximo jueves.

Acerca del autor.

José Rodrigo Flores Espinosa estudió la Licenciatura en Ciencias Genómicas y ha colaborado como estudiante invitado en el Wellcome Trust Sanger Institute de Inglaterra.

Los juegos del hambre: oro por empleo barato

Recientemente, una empresa minera presentó la propuesta de explotar un yacimiento de oro en el municipio de Temixco, Morelos. La comunidad académica, así como muchos grupos activistas, se oponen a esta actividad. En esta entrada, Antonio del Río Portilla, publicada originalmente en su blog, nos explica por qué.

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El año pasado se exhibió en los cines la película “Los juegos del hambre” donde se narra la inhumana vida de comunidades marginadas en un hipotético mundo futuro. La trama ilustra la lacerante desigualdad entre un grupo frívolo y dominante con diversas comunidades olvidadas del desarrollo enfatizando la inequidad social. No voy a narrar la película solamente comento que algunas grandes corporaciones y gobiernos actuales tampoco han entendido que la equidad social es parte del desarrollo futuro de nuestra especie. La metáfora narrada en esa película está sucediendo en nuestro entorno cercano. En estos días se ha discutido en Morelos la posible instalación de una mina en el municipio de Temixco. Primero estoy convencido que hay recursos naturales que pueden ser utilizados y explotados, pero en una forma racional. Segundo, la propuesta para la región de Tetlama en el municipio de Temixco, una de las regiones más olvidadas del estado de Morelos, es ofrecer empleo, de baja calidad, por solamente 15 años a cambio de explotar yacimientos de oro y plata con una técnica arcaica y altamente contaminante. Analicemos algunos puntos adicionales: comparemos la explotación de petróleo con la explotación minera en el ámbito de los impuestos. Las ventas de petróleo son gravadas con una alta tasa de impuestos, en cambio, las minas minerales casi no pagan impuestos. Esto implica que de la riqueza extraída del suelo Morelense no habrá beneficios a largo plazo para la población de la región y después de esos 15 años de explotación no se podrá desarrollar alguna actividad productiva en la región. Los jales son lugares donde no se puede construir o implantar actividades productivas en el futuro. Es decir, por empleos de baja calidad se está condenando el futuro de la región para dejarla totalmente desahuciada. En la explotación petrolera los salarios son mayores que en una minera, la seguridad social de los petroleros contrasta fuertemente con la inseguridad de los mineros. Es cierto que las explotaciones irracionales de recursos naturales se dan en muy diversos lugares del mundo, por ejemplo la extracción del petróleo a partir de las arenas bituminosas en Canadá que condenan grandes superficies de tierra a la infertilidad por varias generaciones para dotar de energía a la generación actual. Lo mismo sucede con minas a cielo abierto de minerales en muchas otras partes del mundo. Considero muy importante que cambiemos nuestra forma de uso de los recursos naturales no renovables como los metales. En el caso del oro, mineral que en la nanotecnología tiene innumerables aplicaciones que seguramente ayudarán a tener un bienestar social, se utiliza para aplicaciones industriales menos del 5% del mineral extraído, el resto es usado en joyas y en lingotes de oro para respaldo de las diferentes monedas.

(extracto de Vienen por el Oro de Pablo D'Alo Abba y Cristian Harbaruk)
¿Esto es racional?

Lo que se está haciendo es contaminar una extensión de tierra y condenar su uso futuro para hacer joyas o lingotes de oro. Establecer una explotación minera en las condiciones actuales implica que se devastarán decenas de hectáreas y se contaminaran otras tantas; ya que el proceso involucra sustancias altamente tóxicas como el cianuro, plomo y mercurio que se quedarán en el lugar por muchos años (para mayor detalle consultar la Blog de la Cátedra Carlos Montemayor). Esto es realmente “el juego del hambre”: pagar unos cuantos pesos por un tiempo menor a un cuarto de la vida de una persona y desahuciar a su entorno ambiental y social, aniquilando su posibilidad de desarrollo ulterior. Con este tipo de proyectos estamos mandando a nuestros jóvenes a un futuro sin opciones, a una batalla por la supervivencia dejándolos sin recursos. Estoy de acuerdo, de la misma forma que muchos otros morelenses, en que es necesario generar empleos en la zona de Tetlama/Temixco; pero estos empleos deben apuntar hacia el desarrollo sustentable de la región. Claramente, la instalación de la mina no apunta en esta dirección y tampoco resuelve el problema de empleo de calidad en la región. Tengo que decir que en esta ocasión, el gobierno estatal ya se manifestó en contra del proyecto minero basados en la Manifestación de Impacto Ambiental elaborada por la empresa minera y en la opinión del consejo ciudadano de la Secretaría de Desarrollo Sustentable. Además organizaciones sociales preocupadas por el bienestar social hicieron lo propio y también coinciden en que la instalación de la mina es perjudicial para el desarrollo de la región. Las luchas de las poblaciones en contra de los asentamientos depredadores mineros en el mundo ha sido documentada, recomiendo ver “Vienen por el oro, vienen por todo”, película de Pablo D'Alo Abba y Cristian Harbaruk que fue exhibida aquí en el “Cinema Planeta”, donde una comunidad logró que se respetara su decisión y no se instaló la empresa minera preservando sus opciones para el futuro. En mi opinión es hora de cerrar filas e independientemente de las filiaciones partidistas se debe apuntar para conseguir el desarrollo sustentable de Morelos, generemos conocimiento científico y desarrollemos tecnología para usar nuestros recursos naturales de una forma razonable y armoniosa que promueva el bienestar social.

Sobre el autor

El Dr. Antonio del Río es Investigador del Instituto de Energías Renovables de la Universidad Nacional Autónoma de México (IER-UNAM). Miembro de las Academias Mexicana de Ciencias, de Ingeniería de México y de Ciencias de Morelos, siendo presidente de ésta última. Desde su blog, compartirá con nuestros lectores sus propias reflexiones en cuanto a ciencia, innovación, opinión política y divertimentos que pueden ser consultados a más detalle en esta liga.

¿Por qué las mujeres no son buenas en matemáticas?

El pasado viernes 8 de marzo fue el Día Internacional de la Mujer, y a partir de hoy y hasta el viernes, se conmemora la Semana Mundial del Cerebro. Por ello, en esta ocasión queremos compartirles una entrada de nuestros amigos de Pedazos de Carbono en dónde analizan la idea muy generalizada en cuanto a las habilidades matermáticas entre los distintos sexos. ¿Ustedes creen que las mujeres son peores que los hombres en matemáticas? Continúa leyendo, quizá te sorprendas...

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¿Por qué las mujeres no son buenas en matemáticas?

Tradicionalmente ha existido y prevalece en nuestra sociedad la idea de que, por alguna razón, las mujeres no son tan buenas como los hombres resolviendo problemas matemáticos; mientras que ellas son superiores a ellos en tareas verbales de comunicación. Es más, estudios sobre los resultados en pruebas de habilidades tienden a confirman estas ideas: las mujeres obtienen resultados inferiores en pruebas de matemáticas, pero superiores en pruebas de lenguaje. Basados en este tipo de evidencias, por décadas se han reforzado estos estereotipos culturales bajo el lema de que “los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus”, llegando a sugerir incluso que la razón se podría encontrar en diferencias fundamentales en el funcionamiento de nuestros cerebros. Pero, ¿por qué es que nuestros cerebros son tan distintos?

Los psicólogos Bobbi Carothers y Harry Reis de la Universidad de Rochester piensan que han encontrado la respuesta. Y la respuesta es que todo este tiempo hemos estado haciendo la pregunta equivocada, porque hemos estado interpretando los datos de manera incorrecta.

Los estudios que suelen reportar las “diferencias” entre hombres y mujeres se suelen hacer de esta manera: Tomas a dos grupos más o menos homogéneos—misma edad, mismo estrato social, mismo nivel de educación—uno de puras mujeres y otro de puros hombres. A ambos grupos les haces las pruebas psicológicas o de habilidad que te interesan. Colectas los resultados, calculas el promedio de cada grupo, y reportas: “¡Aja! ¡En promedio los hombres son más hábiles en matemáticas que las mujeres!”

Los investigadores de Rochester nos alertan que, sin embargo, las diferencias entre promedios no nos dicen nada sobre las características que podrían ser, o no ser, representativas de cada género. La pregunta que realmente deberíamos hacer es ésta: si te doy los resultados de las pruebas de una persona, ¿puedes determinar con algún grado de certeza si se trata de un hombre o de una mujer? En otras palabras, ¿los resultados en pruebas de habilidades realmente sirven para distinguir el sexo de las personas? Y la respuesta es: No.

No es nada extraordinario encontrar mujeres increíblemente hábiles en matemáticas, al igual que hombres que pueden ser muy empáticos o extrovertidos—características que estudios anteriores típicamente asociaban con el sexo opuesto. Lo mismo concluyeron sobre muchas otras características que típicamente se suelen asignar a uno u otro estereotipo: actitudes frente a sus relaciones de pareja, sexualidad, extraversión, apertura a nuevas experiencias, amabilidad, estabilidad emocional y responsabilidad—todas ellas ocurren por igual en una amplia gama de grados tanto en hombres como en mujeres, sin permitir distinguir entre un grupo y el otro.

Esto es a diferencia de otras características físicas—como por ejemplo la altura, el ancho de los hombros, la circunferencia del brazo, o la razón entre la cintura y la cadera—que al agruparlos y analizarlos estadísticamente permiten distinguir claramente a dos grupos, uno dominado por mujeres y otro por hombres. Lo mismo ocurre con afinidad por actividades extremadamente estereotípicas, como los cosméticos para las mujeres o el boxeo para los hombres, pero no así con la gran mayoría de las características que definen nuestra personalidad y perfil psicológico.

Los estereotipos de género son no sólo en su mayoría falsos, como este estudio lo demuestra, sino también peligrosos porque trivializan el amplio espectro de características que nos definen como individuos. Pueden servir para desmotivar a algunas personas de buscar cierto tipo de metas, o como excusa para otros para no buscar cambiar y resolver nuestros propios defectos.

Es justo que destruyamos ya esta clase de mitos que aún prevalecen en nuestra sociedad.

Escrito por Juan A. Navarro Pérez y publicado originalmente en Pedazos de Carbono

¿Cómo se ven mis pensamientos?

A partir de hoy queremos darle la bienvenida a Juan Antonio, Hekanibru y Starignus, los tres bloggers que mantienen activo el sitio de Pedazos de Carbono y que a partir de hoy colaborarán activamente en nuestro blog. Pedazos de Carbono es un blog en dónde se comenta sobre ciencia, tecnología y filosofía, y estamos seguros que esta colaboración rendirá muchos frutos. En esta ocasión, les compartimos una interesante entrada sobre cómo se ven nuestros pensamientos en un escaner cerebral. ¡Esperamos sea de su agrado y no olviden visitarlos en su página también!

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¿Cómo se ven mis pensamientos?

Todos los días usamos nuestro cerebro como herramienta principal para elaborar nuevos proyectos, para planear lo que comeremos en el desayuno, para escoger la mejor ruta al trabajo. También lo usamos para imaginar, soñar, tocar un instrumento y experimentar diferentes emociones. Esto normalmente lo hacemos sin pensar mucho en los complejos procesos químicos y eléctricos que se producen en nuestro sistema nervioso para llevar acabo nuestra vida día tras día. Muchas de las tareas que nuestro cuerpo realiza—como la digestión, regular la presión sanguínea, la tasa cardiaca, la respiración, la digestión, el sudor—las hace nuestro sistema nervioso de manera inconsciente. Por lo que se podría decir que tanto la parte consciente y la parte inconsciente de ti, son el resultado de la interacción de la materia y de la energía que se encuentra en tu cerebro.

Si todo esto es tan importante para tu vida, ¿cómo es posible que no hayas visto una imagen de tus pensamientos?, de como es que ocurre tanto dentro de un espacio tan pequeño en ti. Es como... ¡si jamas te hubieras observado en el espejo!—porque tu piel y tu cráneo ocultan la “magia” que te hace ser quien eres. ¿No sería increíble ver como tus pensamientos viajan casi a la velocidad de la luz dentro de ti cuando estás experimentando el mundo y el universo que te rodea? Pues quizá en un futuro no muy lejano será posible echar un mirada a tus propias señales neuronales en tiempo real, justo como en el siguiente video.

Lo que el video muestra es la grabación en tiempo real de la formación de pensamientos de un pez cebra al acechar a su presa—la larva de dicho pez tiene la cabeza translúcida. Tal hazaña fue realizada por un grupo de investigadores japoneses, en donde usaron microscopía de fluorescencia—donde se emplea una proteína fluorescente que se ilumina cuando neuronas individuales se activan—mostrando así los caminos que siguen la comunicación entre las neuronas.

Dicho estudio publicado en la revista “Current Biology” explica que los investigadores desarrollaron una proteína llamada “GCaMP7a”, que es la que se enciende cuando las neuronas se activan. Las larvas de los pescados cebra fueron creados para que expresaran dicha proteina en la región cerebral encargada de controlar el movimiento de los ojos cuando el animal ve algo extraño moverse en su medio ambiente.

En un experimento, como lo muestra el segundo video, se tomaron la imagen de la larva de pescado cuando ve un punto en una pantalla parpadeando o moviendose hacia atrás y adelante. Bajo el microscopio, las señales parecen un flash encendiese y apagándose a través de su cerebro, reflejando el movimiento del punto. Esto mismo se realizó sustituyendo el punto por un paramecium—presa del pez cebra—resultando en que las señales neuronales observadas en el cerebro del pez rastreaban el movimiento de la presa. Algo curioso es que estas señales no se detectaban cuando la presa no se movía.

Finalmente, esto se realizó de nuevo pero ahora con la larva de pez y su presa en libertad, es decir que eran libres de nadar en el tanque. Este era el escenario para observar una cacería en acción desde el cerebro del predador. Anteriormente se habían podido obtener imágenes de la actividad de una sola célula cerebral en el pez cebra, pero esta fue la primera vez que se ha dado un vistazo a la actividad neuronal con tanta resolución y con la larva de pez libre de nadar y persiguiendo a su presa.

Esta metodología ha hecho que se comprenda mejor el funcionamiento de los circuitos neuronales involucrados al cazar. Además de que abre la posibilidad de aplicarla para poder observar otras áreas del cerebro—neuronas a cargo del comportamiento y locomoción.

Ahora podrás imaginarte como se puede ver tus circuitos neuronales cuando haces cualquier actividad, incluyendo el sueño.

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Publicado originalmente en esta dirección por Starignus

Convocatoria innovadores menores de 35 México

Tenemos el gusto de anunciarles que ya está abierta la convocatoria de la segunda edición de los premios MIT Technology Review: Innovadores Menores de 35 México (antes Premios TR35 México), dirigida a investigadores y emprendedores mexicanos menores de 35 años.

 Estos premios tienen como fin recompensar y dar visibilidad al trabajo creativo de aquellos jóvenes mexicanos líderes de proyectos innovadores que benefician a la sociedad en su conjunto a través de la creación de nuevos servicios y soluciones a problemas actuales.

 Los premios son organizados por el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), a través de su revista MIT Technology review, así como la red global de innovación Opinno; y  son patrocinados por el grupo BBVA Bancomer. Otras organizaciones que apoyan los premios incluyen a la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Angel Ventures México, Endeavor México, entre otros.

 Si eres o conoces a un ciudadano mexicano menor de 35 años que haya desarrollado un proyecto innovador cuyos resultados representen beneficios significativos para la sociedad mexicana y/o global y en el cual se hayan generado nuevas tecnologías o aplicado creativamente tecnologías existentes  en las áreas de: biotecnología y medicina, hardware electrónico, energía, internet y web, nanotecnología y materiales, software, telecomunicaciones y/o transporte ¡Nomínalo!

 Los 10 ganadores serán seleccionados por un distinguido panel de jueces mexicanos y extranjeros de reconocido prestigio en su área de trabajo, y se darán a conocer en la edición en español de MIT Technology Review y premiados en la conferencia MIT, EmTech México en el mes de mayo.

Los ganadores de la edición previa de los premios (2012) son:

  • Innovadora del año Damar López-Arredondo - Cultivos genéticamente modificados para optimizar el uso de fertilizantes.
  • Innovador Solidario del Año Javier Lozano - Tratamiento integral de la diabetes para comunidades con pocos recursos.
  • José Manuel Aguilar - Plataforma biotecnológica para obtener vacunas de forma más rápida y económica.
  • Juan Pablo Esquivel - Fuentes de energía miniaturizadas para dispositivos de diagnóstico autónomos y versátiles.
  • Javier Gómez - Tecnología móvil y asequible para controlar enfermedades cardiacas.
  • Ana Laborde - Bioplásticos sostenibles fabricados con residuos de tequila.
  • Rodrigo Martínez - Selección y contratación de empleados en línea.
  • Jordi Muñoz - Tecnología de código abierto para robots aéreos de bajo coste.
  • Jorge Soto - Software móvil para nuevos modelos de gobernabilidad y empoderamiento.
  • Manuel Wiechers- Equipos solares inteligentes para llevar luz a zonas marginadas.

 Para saber más acerca de estos jóvenes innovadores así como acerca de las bases del concurso y el proceso de nominación visita:

www.tr35mexico.com

La fecha límite para recibir aplicaciones es el 18 de marzo del 2013

El sorprendente hombre.... ¿tarántula?

La fantasía y la cultura popular (como las leyendas, las películas, los cuentos, los cómics y muchas otras cosas más) son generalmente pésimos para enseñar conceptos básicos de ciencia. ¿Alguna vez has visto La Guerra de las Galaxias? Resulta impresionante que las naves hagan todos esos sonidos cuando están en batalla a la mitad del espacio. Tristemente, todos los pew pew de los láseres y los pam pam de los impactos que se escuchan son... mentira. En el espacio, al no haber un medio por el cual se propaguen las ondas del sonido, simplemente es imposible escuchar algo. Tampoco hay que tomar esto como un "regaño"; George Lucas nunca tuvo la intención de enseñarnos física, su negocio es el de entretener y lo hizo muy bien. Jamás se nos ocurriría pedirles a los escritores de películas o historietas que fueran “científicamente correctos”. Si estas escenas se hicieran con este concepto básico de física, resultarían tan aburridas que nadie las vería. Sin embargo, nuestro negocio es el de aprender algo nuevo todos los días, y encontrar este tipo de inconsistencias es simplemente una oportunidad para lograrlo. Por eso vamos a analizar uno de los casos más curiosos de las "licencias" que se han tomado los creadores de historias fantásticas que simplemente no son verdad, por el mero gusto de aprender. Por ahora, olvidémonos de La Guerra de las Galaxias y empecemos a platicar de El Hombre Araña, el cuál es sólo un pretexto para platicarte datos curiosos sobre las arañas.

 

Seguramente has visto como el sorprendente súper héroe es capaz de lanzar su telaraña a través de sus muñecas. En la serie original y la última franquicia de la versión hollywoodense, esto se lograba con un dispositivo; en la franquicia del 2002, nuestro súper héroe desarrolló una estructura en sus muñecas que le permitía lanzar su seda. Si nos acercáramos a una araña, podríamos ver que tienen dos estructuras como patitas más cortas que el resto de las patas, y un poco más gruesas como si tuvieran guantes. Estas estructuras se llaman pedipalpos. Sin embargo, te tengo malas noticias: los pedipalpos no son las estructuras donde las arañas producen su tela.

Entonces, ¿en dónde se produce la seda que usa la araña para tejer su telaraña? Pues… en el trasero. Sí, como lo leíste. La tela de la araña se produce en su trasero. La seda de la araña se produce en unas glándulas especializadas para esa función que se encuentran ubicadas entre el ano y las gónadas. En la siguiente imagen puedes ver un esquema de la anatomía de la araña para que te des una idea de la ubicación de las glándulas de la seda.

Si al momento de ser mordido por la araña radioactiva, Peter Parker hubiera adquirido los poderes de una araña de una manera “científicamente correcta”, entonces tendría que atrapar a los criminales con una red que saliera de… sí, su trasero. ¡Qué bueno que el hombre araña no es científicamente correcto!

Ahora, hay otro detalle. Las arañas macho no tienen pene. Así que Peter Parker puede agradecer que sus súper poderes arácnidos no lo hayan vuelto un súper héroe anatómicamente en concordancia con una araña de verdad. ¿Cómo se reproducen las arañas entonces? Bien, resulta que el sistema reproductor de las arañas es un poquito más complicado que lo común. Seguramente recordarás los pedipalpos que se mencionaron al principio. Bueno, pues en la araña macho estos pedipalpos sirven para realizar la cópula. El proceso va más o menos así: primero, los machos tejen una pequeña red que después llenan con el esperma. Las arañas macho introducen el pedipalpo repetidas veces en la gota de esperma hasta que éstos han sido totalmente impregnados. Posteriormente, buscará una hembra con quien reproducirse, y una vez que haya cortejado a una, introducirá uno o ambos pedipalpos en la apertura genital de la hembra. ¿Quieres ver a un par de arañas realizando esto? Acá un video de pornografía arácnida:

Como si no tener pene no fuera suficiente, las estructuras que utilizan para fecundar a la araña hembra se rompen después del acto sexual, algo que puede serles útil a la larga. Si las arañas macho sobreviven el proceso de apareamiento sin ser comidos (una conducta más común de lo que se cree y que no es exclusiva de la viuda negra), entonces sus habilidades para el combate incrementan bastante debido a que cada pedipalpo representa aproximadamente el 9% del peso de la araña, y al no tenerlos, éstas pueden durar más tiempo defendiéndose de un ataque.

Quizá sí fuera seda después de todo. Por mucho tiempo se creyó que las arañas no podían producir seda en otro lado que no fuera la glándula en su parte posterior, y técnicamente eso sigue siendo cierto. Se cree que hay algunas especies de tarántulas que posiblemente tengan lo necesario para generar seda de soporte desde sus patas que les permitan caminar y sostenerse en superficies verticales. Hace un momento dije que técnicamente era cierto que las arañas no producen seda con sus patas porque a pesar de este polémico descubrimiento, hay que recordar que las tarántulas no son arañas, sino primas muy cercanas de las arañas. Si bien las observaciones con las tarántulas siguen en disputa, quizá en algún momento se confirmen. Esto haría que eventualmente se despejen todas esas curiosas malinterpretaciones que rodean al simpático superhéroe, aunque quizá tengamos que empezar a llamarle “El Sorprendente Hombre Tarántula”.

Para saber más

Si quieres saber más sobre arañas, tarántulas, y otros bichitos como alacranes, ácaros y las arañas patonas (que tampoco son arañas), te recomiendo ampliamente leas el libro “El maravilloso mundo de los arácnidos” de Anita Hoffman, el cual forma parte de la colección “La Ciencia para todos” del Fondo de Cultura Económica y que puedes leer aquí.

Acerca del Autor José Antonio Alonso es egresado de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM, y de la Maestría en Bioética de la Universidad de Pennsylvania.

Indicadores de Seguridad Ambiental

Más Ciencia por México quiere darle la bienvenida a nuestro más reciente colaborador invitado, el Dr. J. Antonio del Río Portilla. El Dr. del Río es Investigador del Instituto de Energías Renovables de la Universidad Nacional Autónoma de México (IER-UNAM). Miembro de las Academias: Mexicana de Ciencias, Ingeniería de México y de Ciencias de Morelos, siendo presidente de ésta última. Desde su blog, compartirá con nuestros lectores sus propias reflexiones en cuanto a ciencia, innovación, opinión política y divertimentos que pueden ser consultados a más detalle en esta liga.

Esperamos que disfruten de estas colaboraciones tanto como nosotros, y para inaugurar este espacio les dejamos con la reflexión sobre Indicadores de Seguridad Ambiental que publicó hace unos pocos días.

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Indicadores de Seguridad Ambiental, por J. Antonio del Río Portilla

En esta columna hemos escrito muchas veces que el conocimiento científico es importante para decidir. En esta línea de pensamiento, donde promovemos la cultura científica para tomar decisiones fundamentadas, me llamó la atención el artículo “Promocionar la ciencia para … lo que sigue es lo importante”, de Nora Hebe Schiaffino publicado en el foro de la página del Instituto Iberoamericano de Enseñanza de las Ciencias y la Matemática, que invita a reflexionar sobre los cambios que han provocado las actividades del 20% de la población en nuestro entorno. Sí, solamente las actividades de una pequeña proporción de la población están provocando cambios a escala planetaria y, por lo tanto, afectando directamente al resto de las personas y a otro seres vivos con los que compartimos este planeta. En este artículo se menciona el trabajo de un equipo multinacional de científicos sobre los límites de algunos recursos y variables físicas para que la vida de las personas se pueda llevar a cabo en nuestro planeta. En este trabajo publicado en la revista Nature, el equipo liderado por Johan Rockström, encuentra que hay nueve procesos indicadores que amenazan la vida como la conocemos en el planeta. Estos nueve indicadores son: el cambio climático, la tasa de pérdida de biodiversidad, alteraciones del ciclo del nitrógeno y cambios en el ciclo del fósforo, la pérdida de ozono atmosférico, la acidificación de los océanos, el uso global de agua dulce, los cambios en el uso de la tierra, la carga atmosférica de aerosoles y la contaminación química. Los primeros tres indicadores han sobrepasado los límites a nivel planetario y limitan el desarrollo para la población humana, es más el primero ya no puede ser asociado a fenómenos naturales y ahora se habla de cambio climático antropogénico. Los valores de estos indicadores han sido modificados por las actividades humanas con respecto a los que presentaban antes de la revolución industrial. Una parte de la sociedad, sin analizar profundamente la propuestas tecnológicas para aumentar la productividad a toda costa y sin contemplar lo finito de los recursos del planeta y las afectaciones en otros procesos naturales, ha optado por tecnologías que agotan los recursos naturales y comprometen el bienestar del resto de la sociedad.

En el siguiente video se presenta la conferencia de Johan Rockström donde explica, en forma sencilla, estos indicadores.

La determinación de estos indicadores ha sido realizada con información global del planeta, pero en nuestro país no hemos desarrollado un conjunto de parámetros similares a nivel local que ayuden a comprender los cambios en la región alrededor de los trópicos, y mucho menos a nivel del estado de Morelos. Considero muy importante conocer los indicadores que debemos monitorizar en el país y en cada estado, en particular en Morelos, para garantizar un desarrollo sustentable de la región. Claramente, no podemos analizar la acidificación de los océanos en Morelos, por eso debemos conocer qué indicadores requerimos analizar para contribuir a determinar los procesos que conducen a la acidificación de los océanos. Por esta razón, es necesario generar los datos y con ellos los indicadores correspondientes en el nivel local a los que hemos mencionado a nivel mundial. En mi opinión, el impulso a la determinación de estos indicadores es una responsabilidad del gobierno compartida con los ciudadanos. Las herramientas recién creadas: las secretarías de Innovación, Ciencia y Tecnología, así como, de Desarrollo Sustentable pueden proponer estudios de largo plazo con los Fondos Mixtos con el CONACyT. La utilización de estos recursos para generar estos indicadores y sus métodos de actualización es una inversión social a largo plazo que podrá ser utilizada por las futuras generaciones para tomar decisiones. En estos momentos carecemos de ellos y nos encontramos ante situaciones donde la información parece no ser suficiente para decidir. También es importante hacer notar que estos indicadores solamente se refieren al ambiente y que para propiciar un desarrollo sustentable se requieren los correspondientes a los ámbitos económico, social e institucional, es decir debemos contemplar todos los aspectos de la sustentabilidad con una visión integral. Todos los mexicanos, y en especial todos los morelenses, podemos contribuir asumiendo que somos capaces de generar conocimiento y con ellos contribuir, desde la ciencia ciudadana, a definir estrategias de largo plazo que consideren todos los ámbitos de la sustentabilidad.

Una versión previa de ste artículo fue publicada el día 13 de Febrero

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Puedes seguir al Dr. Antonio del Río en Tuiter.

A hombros de gigantes

El pasado 17 de enero del 2013, el programa Charlas con Científicos de la Academia de Ciencias de Morelos en el cual participa Más Ciencia por México tuvo un invitado muy especial: el Dr. Arturo Álvarez Buylla. Además de su participación en este programa, el Dr. Álvarez Buylla dio una plática el viernes siguiente como parte del evento de la Academia en donde se renovó la mesa directiva de la misma y se admitieron nuevos miembros. En la plática, llamada “Células Madre y los Rehiletes del Cerebro”, la cual compartió con la comunidad académica del estado así como estudiantes de distintas preparatorias, Arturo comunicó el trabajo que llevó al descubrimiento de las células madres en ciertas regiones del cerebro, trabajo por el cual fue galardonado en el 2011 con el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. No puedo hacerle total justicia a la fluidez y el encanto con los cuales Arturo relata los vaivenes y resultados de su trabajo en un pequeño texto como el que quiero escribir, así que no lo intentaré y mejor lo que les propongo es que se tomen un descanso de una hora para escucharlo por ustedes mismos dando click en este enlace.

Además, no es precisamente esto lo que quería compartirles hoy. Lo que más me llamó la atención de la plática de aquel viernes fue como los grandes avances en ciencia toman tiempo y se construyen sobre bases más sencillas. A Isaac Newton se le atribuye la cita "Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes", aunque el mismo Newton estaba citando a Bernardo de Chartres. Esto quiere decir que para poder avanzar en cualquier proyecto científico, debes partir de la mejor información disponible al momento que inicias. Afortunadamente, los científicos ahora tenemos varias herramientas y muchos colegas que nos permiten comenzar a vislumbrar un nuevo horizonte con el trabajo previo que ya han realizado. Si esto no fuera así, tendríamos que iniciar nuestra ciencia desde cero, un reto bastante complicado tal y como lo expuso Alicia Mastretta hace algunos meses en este mismo blog. ¿De qué manera se relaciona esto con la investigación de células madre en el cerebro? Bueno, resulta que por mucho tiempo se creyó que el cerebro, una vez formado, no podría regenerarse. Hay que recordar que las células madre son aquellas células que tienen potencial de convertirse en muchas otras clases de células, como las epiteliales o las sanguíneas. Así, el descubrimiento de las células madre nerviosas rompió con un paradigma dogmático que sostenía que la regeneración de tejido nervioso en cerebros adultos era imposible. Todo gracias al cantar de los pájaros.

A principios de los 80s, Fernando Nottebohm, investigador argentino del Laboratorio de Conducta Animal de la Universidad Rockefeller, comprobó la capacidad del cerebro adulto de los vertebrados estudiando la manera en que los canarios aprenden y ejecutan sus cantos. Nottebohm descubrió que las áreas del cerebro de los canarios asociadas con la formación de su trinar tenían variaciones estacionales: había un crecimiento de esta región durante la primavera cuando los canarios necesitan hacer uso de sus dotes artísticos para atraer parejas, para después disminuir durante el verano. En el otoño vuelve a haber un incremento en el volumen cerebral justo cuando los canarios necesitan aprender nuevas tonadas, para después disminuir de nuevo en el invierno y recomenzar el ciclo. Estas fluctuaciones en el tamaño cerebral se explicaba sólo de una manera: existían neuronas que se formaban durante la primavera y el otoño, y que después desaparecían en verano y en invierno.

De esta historia quiero rescatar una gran moraleja que nos ayuda a comprender dos aspectos cruciales del quehacer y del conocimiento científico. Martín Bonfil, divulgador de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, publicó en el número 171 de la revista ¿Cómo Ves? las Tres Metáforas de la Ciencia en su columna Ojo de Mosca. En ella, nos menciona como la el conocimiento científico se construye día a día con las explicaciones, interpretaciones y herramientas que tenemos a la mano, pero hay que mantener la mente abierta porque el conocimiento científico no es completo, sino una imagen incompleta que si bien nos permite aventurarnos a proponer hipótesis que están sujetas al mismo proceso de comprobación que el resto. La Ciencia quizá no nos brinda una verdad absoluta, pero nos plantea el camino para realizar pequeñas pero constantes aproximaciones hacia la verdad, y a la fecha es el mejor modelo explicativo del cual disponemos los seres humanos. Así es como cada vez que te subes a los hombros de un gigante para ver más allá de lo que éste pudo haber visto, estás aproximándote cada vez más al horizonte del conocimiento que para todos los que vinieron antes que tú resulta quizá increíble, y aun así, quizá tampoco tú puedas lograr a contemplar la totalidad del horizonte. Eventualmente alguien tendrá que venir a posarse en tus hombros cuando tú seas un gigante.

Para terminar, otra reflexión. El dogma que sostenía que el cerebro no podría regenerarse en los adultos se tuvo que replantear como resultado de las observaciones de Nottebohm, lo que además lleva otra lección en sí misma: no se debe menospreciar la investigación básica, por “absurda” o “inútil” que nos pueda parecer. Quizá en su momento habrá parecido una empresa inútil estudiar el canto de unos pajaritos, sin una “utilidad práctica”, y ahora reconocemos éste como un trabajo pionero. El trabajo teórico y básico es la base de toda aplicación técnica en el futuro, así que el apoyo a la misma debe ser fundamental. Nunca sabremos si los hombros de un determinado gigante nos permitirán descubrir nuevos horizontes hasta que nos trepemos en ellos.

Para saber más:

Si deseas profundizar en el trabajo de Fernando Nottebohm, te recomiendo visitar Bird Brain, una crónica detallada de los descubrimientos aquí mencionados sobre el trabajo de Nottebohm. Si deseas conocer cómo influyo el trabajo de Nottebohm en la investigación de Arturo Álvarez Buylla, te recomiendo leer el discurso que ofreció durante la ceremonia de premiación donde recibió el premio Príncipe de Asturias.

Acerca del Autor

José Antonio Alonso es egresado de la Licenciatura en Ciencias Genómicas de la UNAM, y de la Maestría en Bioética de la Universidad de Pennsylvania.

 

La desigualdad de género en la academia mexicana

Recientemente me enfrenté al tedioso, pero necesario y enriquecedor proceso de solicitar financiamiento a una fundación para llevar a cabo una estancia postdoctoral. Dicha fundación ofrece apoyo exclusivamente a mujeres provenientes de países en vías de desarrollo para realizar estudios de doctorado o postdoctorado en países desarrollados y, que a su vez, tengan la intención de regresar a su país de origen a contribuir en el desarrollo académico de otras mujeres en su especialidad.

El proceso de elaboración de la solicitud fue largo y laborioso y, aunque al momento de escribir estas líneas, la autora ignora la resolución de la fundación, el aprendizaje adquirido durante la escritura de la misma, representa per se una ganancia muy valiosa. Es precisamente ese aprendizaje, o parte de él, lo que pretendo compartir en las siguientes líneas.

En primer lugar, los requisitos de la fundación eran diferentes a los que yo había previamente observado en otras convocatorias. La fundación requería la elaboración de varios ensayos que demostraran no solo la trayectoria académica de la solicitante y el dominio de su área de estudio, sino también la comprensión a profundidad sobre la desigualdad de género en su país, con un énfasis en la brecha de género en la academia y las ciencias. Éste requisito representó el verdadero reto a vencer en el proceso de aplicación.

Si bien era consciente de la ‘desventaja’ de ser mujer en México y la generalizada discriminación contra mi género, nunca antes me había detenido con tanta minuciosidad a investigar el tema, mucho menos a nivel de la academia/comunidad científica mexicana, a quien siempre tuve en alta estima. Los resultados me dejaron la piel de gallina, y fue con un torbellino de sentimientos encontrados, que emprendí la tarea de escribir mi ensayo. Sin duda, el proceso conllevó a momentos de realización, aterrizaje, e incluso de revelación  para mí. Fue también un proceso doloroso, pero me dio las herramientas para, independientemente del resultado de mi solicitud, tener la convicción de ser un agente para alcanzar la igualdad de género en mi país.

La primera observación en mi ensayo fue que, para mi sorpresa, según la ONU, México tiene un Índice de Desarrollo Humano (IDH) alto (lo cual de entrada me podía descalificar como candidata a la beca). ¿Alto? Sin embargo, al ajustar dicho índice por ‘desigualdad’, México cae varios lugares y se ubica en un nivel medio. Por otro lado el Índice de Desigualdad de Género se ubica en niveles comparables al de otros países en desarrollo (es decir, con un IDH menor al de México).

Durante mi investigación me enfrenté también a datos escalofriantes, como que la violencia contra las mujeres ha aumentado terriblemente en los últimos cinco años, evidenciado por el aumento de las tasas de feminicidios. No olvidemos a Ciudad Juárez, ciudad con una de las mayores tasas de feminicidios en todo el mundo.

Difícil de asimilar también, fue descubrir que a nivel educativo también se reproduce la disparidad de oportunidades entre el hombre y la mujer en México. Según la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), a pesar de que la participación de las mujeres en los programas de pregrado a nivel nacional es equilibrada (49,3% mujeres), hay un evidente sesgo de género en los programas de ingeniería (30,2% mujeres). Este patrón es similar en el nivel de posgrado, donde la proporción de mujeres estudiantes de doctorado en la misma área es solo de 31% (ANUIES 2007).

 Al investigar la brecha de género en mi alma mater, la UNAM, también pude encontrar que ésta existe y es particularmente frecuente en ciertas disciplinas. A nivel de pregrado, las facultades de ciencias e ingeniería son los que tienen la menor participación femenina. La Facultad de Ingeniería tiene la menor representación de mujeres con sólo el 18%, seguido por el Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada (28.3%), y la Facultad de Ciencias (42.2%). Los programas de doctorado con menor participación femenina son programas físico-matemáticas e ingeniería, los más afectados son, por ejemplo, ingeniería mecánica (9.3%), física (13%) y ciencias de la computación (36.8%).

La brecha de género se amplía conforme se asciende en la jerarquía académica. En la UNAM, por ejemplo, la proporción de investigadoras es de 35%, mientras que la fracción de las mujeres dentro de la categoría de investigador emérito es sólo 17,6%. Las áreas con menor participación de docentes mujeres son Matemáticas e Ingeniería, con el 9,5% y el 25%, respectivamente, de representación femenina. La disparidad en la academia no sólo es evidente en el número de mujeres académicas, sino también en sus ingresos, que es en promedio son un 10% inferior a la de los investigadores hombres.

La prospectiva de esta situación tampoco es muy esperanzadora. De acuerdo a las tendencias del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), la proporción de mujeres registradas como "investigadoras nacionales” aumentó de 21% en 1991 a aproximadamente un 33% en 2011, lo que indica que, a este ritmo, la igualdad de género en el SNI apenas se alcanzará en el 2060. Esta disparidad es aún más importante cuando se contrasta la proporción de género, en los diferentes niveles del SNI. A nivel emérito, el máximo obtenible en el sistema, el número de mujeres alcanza aproximadamente sólo el 15%, evidenciando que la participación femenina en actividades de investigación se diluye conforme se asciende en la jerarquía académica.

Éstos son solo algunas de las observaciones resultado de mi breve pero intensa investigación. Más allá de cumplir un requisito para obtener la beca, siento que la experiencia me abrió los ojos a una realidad que no había tenido el lente para percibir. Me parece que esto conlleva una responsabilidad que espero ejercer cada día de la mejor manera posible tanto en mi vida académica como personal. Fue precisamente este sentimiento, la principal motivación para escribir estas líneas y compartirlas con los lectores de este blog; espero en el futuro contribuir con más entradas en la misma dirección y generar un espacio de reflexión sobre el tema entre las lectoras y los lectores.

 

Para saber más:

http://www.revistaciencia.amc.edu.mx/index.php/ediciones-anteriores/201.html

Acerca del autor: María Ávila es egresada de la UNAM, así como recientemente doctora en bioinformática por el Centro de GeoGenética de la Universidad de Copenhague, Dinamarca. Actualmente se encuentra realizando un postdoctorado en este mismo centro.

 

Desde mi telescopio: Saturno y sus anillos sí existen (parte 2)

De vuelta con la construcción del telescopio, en tiempos de Newton era difícil construir un buen espejo, y como ya vimos en el post anterior, ésta es una parte crucial para que el telescopio nos dé una imagen nítida. Para solucionar este problema, Newton usó una aleación de cobre y estaño que reflejaba bien, pero que era difícil pulir en una curvatura regular. Hoy el espejo sigue siendo la parte más difícil del telescopio. En el curso en donde construí mi telescopio los estudiantes cortamos y pintamos el tubo, armamos la base y las patas, calculamos dónde colocar el ocular y cómo ajustar la posición de los espejos. Pero no hicimos el pulido de los espejos. De eso se encargaron los especialistas del Taller de Óptica de la BUAP.

Entre más grande es el diámetro del espejo primario mayor es la capacidad de aumento del telescopio.  El telescopio que Newton construyó en 1668 (por cierto como parte de sus experimentos para probar que la luz blanca está compuesta por un espectro de colores, y no para realizar observaciones astrofísicas per se) tenía un espejo primario con un diámetro de más o menos 2.5 cm y podía amplificar una imagen lo suficiente para medio distinguir las cuatro lunas galileanas. El espejo de mi telescopio es más grande, tiene un diámetro de 14 cm. Pueden verse no sólo las lunas de Júpiter, sino también el mayor vórtice anticiclónico que ocurre en su atmósfera, una especie de tormenta conocida como la Gran Mancha Roja cuyo largo ronda el doble del diámetro de nuestro planeta.

Lo que una puede observar en mi telescopio al enfocar Júpiter no se ve, para nada, como en la imagen de la izquierda. Esas fotografías las toman con telescopios mucho más potentes, o con misiones espaciales, como la misión Galileo, enviadas hasta el planeta con ese propósito. Cuando una mira Júpiter con mi telescopio lo que se ve es una bolita, un círculo perfectamente definido color plateado. No sé, ¿unos 2 mm? A veces la Gran Mancha Roja se puede ver como una mancha rojiza pero pálida. Las lunas se ven como puntos brillantes, parecido a ver una estrella a simple vista. Pero a pesar de ser tan diferente la imagen, resulta mucho más impactante: está ahí, la vemos con nuestros ojos y gracias a dos espejos, un lente y un tubo de PVC. Sin cuentos, sin Photoshop. Ahí.

La primera vez que me asomé temblé de la impresión, como si hubiera sido yo quien descubriera las cuatro mayores de sus lunas y no Galileo en 1610. Durante las primeras semanas que tuve mi telescopio pasé cada noche apuntándolo al cielo. Varias lunas llenas hicimos lunadas en las que armados con chocolate espumoso salíamos a ver los detalles de los cráteres hasta que la vista se cansara de tanta luz. Mis amigos siguieron siendo mis amigos después de que más de una vez los sometí a ser devorados por las hordas despiadadas de mosquitos que se instalaban en la azotea o el jardín tan pronto aparecía el telescopio.

De Saturno se pueden ver los anillos. Unos aros que rodean un círculo más pequeño que el que se ve en Júpiter. Los anillos de Saturno se ven nítidos, definidos de forma perfecta. No se pueden distinguir todas las divisiones, pero a veces sí la mayor: la División de Cassini. Así, lo que a simple vista es un punto brillante, una estrella apenas distinguible de las otras, gracias al trabajo de la óptica del telescopio se revela como un planeta, orbitado en el ecuador por millones de partículas de roca y agua congelada. Una belleza absoluta.

Eran poco antes de las 2 am del primero de enero del 2006. Apunto hacia Saturno. Enfoco. Cedo el ocular a mi abuela Ángeles. Veo su pupila dilatarse con la luz, la contracción de sus párpados. Se queda quieta. Me voltea a ver. –Sí existen, Saturno y sus anillos, existen– me dice a mí casi hablando para sí. Usa un tono que recuerdo bien y que me cuesta describir: calmo y prudente mas al mismo tiempo al borde del quebranto, como abrazado algo desde dentro.

La que hablaba era una mujer de 82 años que nació en el México postrevolucionario; que creció con todo el catolicismo de la muy conservadora ciudad de Puebla; que a los 55 años (viuda y con cinco hijos ya haciendo sus vidas) decidió estudiar la preparatoria; que años más tarde se recibió de la carrera de antropología; que dejó de ir a la iglesia los domingos creo sólo cuando la enfermedad la postró en la cama; que era una persona maravillosa y cálida, pero que no perdió ocasión para reprocharme con una severidad inverosímil los hoyos de los jeans y cualquier otra de mis faltas.

Qué habrá pasado con exactitud por la mente de mi abuela en el instante que sus ojos contemplaron Saturno y sus anillos es algo que sólo sus cenizas saben. Yo creo haber percibido en su rostro y sus palabras eso que se siente cuando se comprueba algo por uno mismo, esa sensación cuando la realidad se vuelve una pizca más descifrable y al mismo tiempo un tanto más asombrosa.

Llegó el turno de otros de usar el telescopio. Ajusté su posición. A mi abuela no le pregunté nada, no hablamos sobre el tema nunca. Pero ese momento es el más preciado de mis recuerdos sobre ella. Jamás me he vuelto a emocionar así, a sentir una felicidad tan súbita y silenciosa como la que me invadió cuando vi sus pupilas dilatarse y cuando la escuché decir que Saturno y sus anillos sí existen.

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El siguiente curso de construcción de telescopios abierto a todo el público se llevará a finales de año en las instalaciones de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP. Escribo esto en enero y falta mucho, pero estén pendientes. Cuando se acerque la fecha quién esté interesado puede informarse en el teléfono 229 55 00, extensiones 7551 y 7552.

En cambio, como les conte previamente, la convocatoria de Del Aula al Universo está abierta. Así que ahora es cuando. La información completa está en el link de arriba, pero en resumen lo que hay que hacer para inscribir a una secundaria es:

  1. Formar un club astronómico integrado por cuatro estudiantes y un maestro (a). Este club deberá ir a la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP a construir su telescopio durante tres viernes (o sábados) de 10 a 14 horas y a aprender a usarlo por los mismos tres días de 17 a 21 horas.
  2. El Club astronómico elaborará un proyecto donde se especifiquen las actividades que realizarán con el telescopio durante los siguientes tres años (círculos de estudio, conferencias, exposiciones científicas, prácticas de observación, veladas astronómicas, observaciones astronómicas para los estudiantes de la escuela, observaciones públicas para  la comunidad, entre otros).
  3. El director(a) de la escuela deberá recibir el telescopio y entregar un documento oficial donde especifica que lo integrará al patrimonio escolar.
  4. La escuela aportará la cantidad de $2000.00 pesos como parte de los gastos efectuados para la construcción de su telescopio. Mientras la BUAP, el INAOE y Victorinox aportan los restantes $4000.00

 

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Acerca del autor

Alicia Mastretta Yanes es Bióloga egresada de la UNAM y actualmente cursa su doctorado en la University of East Anglia, Inglaterra. Su proyecto de doctorado explora la relación entre las características físicas del paisaje y la distribución de la diversidad genética en plantas de alta montaña de México.

Twitter: @AliciaMstt

Desde mi telescopio: Saturno y sus anillos sí existen (parte 1)

En algún momento de las reuniones familiares decembrinas escuché que una tía mía nunca había visto y deseaba ver los anillos de Saturno. No en foto, sino en vivo, en un telescopio. De todas las veces que he visto los anillos de Saturno y las lunas de Júpiter, mi memoria saltó a la última noche del 2006. Estábamos el jardín de casa de mis padres. Además de mis progenitores y de mis hermanas, estaban mi tía abuela materna y mi abuela paterna. Ambas con más de ochenta y algo años. Estaba también el telescopio.

Se trataba de un telescopio newtoniano, un tipo de telescopio reflector. Un telescopio newtoniano puede ser un simple tubo de PVC de más o menos un metro de largo con un espejo cóncavo en la base (el espejo primario); y un espejo plano (el espejo secundario) suspendido cerca de la abertura del telescopio y con un orificio donde se coloca un ocular y donde se fija con asombro la mirada.

Diagrama básico de un telescopio newtoniano. Las líneas rojas representan la luz. Imagen modificada de Wikipedia.

El funcionamiento de los telescopios newtonianos es simple, elegante y genial: la luz (de la luna, de una estrella, de Saturno o de las casas al otro lado de la ciudad vistas desde la azotea) entra por la boca del telescopio y llega al espejo primario. Dado que el espejo primario es cóncavo, no sólo refleja la luz, sino que la concentra de una manera ordenada, tanto que forma una pequeña imagen de los objetos observados. Dicha imagen puede verse bien en el punto en el aire donde los rayos de luz convergen en el foco. La distancia entre el vértice del espejo y este punto es la distancia focal. Por ejemplo, mi telescopio tiene una distancia focal de 120 cm y forma una imagen de la luna llena de 1 cm de diámetro. Esta imagen se forma dentro del tubo, por lo que al asomarnos para verla estaríamos obstruyendo la entrada de la luz. Este problema lo soluciona el espejo secundario: se coloca en el camino de los rayos creados por el espejo cóncavo de modo la imagen se refleja 90º hacia un orificio donde la podemos observar. Las imágenes que el espejo cóncavo forma son muy pequeñas, así que para poder observarlas se usa una lupa muy potente: el ocular.

Los telescopios newtonianos son un tipo común entre los telescopios amateurs. Uno de mediano tamaño, digamos con un lente de unos 10 cm, es un juguete caro pero relativamente accesible. El encanto del mío es que es de manufactura casera. Lo hice cuando iba en secundaria, en un curso que recuerdo bajo el nombre de Construye tu propio telescopio pero que ahora descubro en realidad se llama Curso de Diseño, Construcción y Pruebas de Telescopios Astronómicos. Esta actividad no formaba parte del programa de mi escuela en forma alguna, era un curso organizado de forma independiente por el Taller de Óptica de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y se llevaba a cabo en las instalaciones de la universidad.

El curso es uno de los mejores ejemplos de divulgación de la ciencia que conozco y se lleva a cabo cada otoño-invierno desde hace 16 años. Yo he de haber construido mi monstruo en 1999. El curso consiste en sesiones teóricas y prácticas. Cuando yo lo tomé, las sesiones teóricas eran un par de horas en la tarde donde se nos platicaba desde la historia de la astronomía hasta los principios ópticos bajo los que operan los telescopios, pasando por supuesto por introducirnos a los astros que vemos en el cielo. Las prácticas eran de día (no recuerdo si falté a clases o si era en fin de semana) y consistían en armar el telescopio.

En aquella ocasión yo era la participante más joven en un grupo de una tal vez veintena de participantes. Los demás han de haber sido estudiantes de prepa y algunos adultos. Lo digo no por presumir, sino para constatar que el nivel era lo suficientemente básico para que yo pudiera entenderlo. Las cátedras las daban varias personas, pero a quien recuerdo bien es al Dr. Alberto Cordero Dávila. Él era de los principales organizadores y en cada término científico ponía un entusiasmo tal que era imposible no sucumbir ante lo fascinante que resulta la refracción de la luz. Ahora imaginen cuando hablaba del origen de la Luna.

Según me enteré cuando empecé a googlear para escribir esta entrada, el curso ahora se extendió al programa Del Aula al Universo: un telescopio para cada escuela, en el que participan la BUAP, el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) y la marca Victorinox. La idea es que chavos de secundarias de Puebla y Tlaxcala tomen el curso y construyan un telescopio para su escuela. Según su página, ésta es la distribución de algunas de las 92 escuelas que ya tienen telescopio:

Escuelas que ya tienen acceso a telescopio gracias al programa "Del aula al Universo: un telescopio para cada escuela"

Creo que el proyecto ha sido todo un éxito. Una de esas cosas de las que enterarse da un gusto inmenso, de ese que sirve para agarrarse cuando todo en el mundo parece solo desgracia.

Jóvenes y maestros durante la construcción de un telescopio. Fotografía del archivo de Del aula al Universo, cortesía del Dr. Alberto Cordero Dávila.

En estos momentos está abierta la convocatoria de Del Aula al Universo. Así que pasen la voz y/o inscriban a su secundaria.

Observación astronómica en una secundaria. Fotografía del archivo de Del aula al Universo, cortesía del Dr. Alberto Cordero Dávila.

No es necesario ir al curso para poder ver las estrellas en estos telescopios. El proyecto organiza también una Noche de las Estrellas en la que cualquiera puede acercarse a observar. Los telescopios son llevados por varios ex-participantes del curso. Por ejemplo, el 5 de junio del 2012 miles de personas observaron el tránsito de Venus desde los 113 telescopios que se reunieron en la explanada del estadio Universitario de la BUAP.

La explanada de la BUAP durante el tránsito de Venus. Fotografía del facebook de Del Aula al Universo.

Estén pendientes del facebook de Del aula al Universo para la siguiente Noche de las estrellas y chequen también las actividades de la  Subsecretaría de Matemáticas y Astronomía de Tlaxcala. En el D.F., la Nibiru, sociedad astronómica de la Facultad de Ciencias de la UNAM, realiza actividades similares. Estoy segura que en otras partes del país habrá otras organizaciones que brinden una oportunidad semejante.

En la próxima entrada les contaré más detalles acerca de los telescopios y como mi abuela y yo pudimos comprobar que Saturno y sus anillos  sí existen.

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Acerca del autor

Alicia Mastretta Yanes es Bióloga egresada de la UNAM y actualmente cursa su doctorado en la University of East Anglia, Inglaterra. Su proyecto de doctorado explora la relación entre las características físicas del paisaje y la distribución de la diversidad genética en plantas de alta montaña de México.

Twitter: @AliciaMstt

De juguetes mexicanos ganadores de competencias alemanas y de diseñadores apasionados por la evolución de la vida [Parte 2 de 2]

En la primera parte de la entrevista a Gilberto, nos contaba cómo se acercó al mundo del diseño, así como el proceso detrás de Ollin. Y con este tema, nuestra charla continuó: -          ¿Qué tanta investigación tuviste que hacer, por ejemplo, para entender el mundo del juguete? Y, paralelamente, ¿tuviste que consultar más para abordar el tema de evolución?

“Los primeros bichos que construí ni siquiera tenían cabeza. Para ellos no me inspiré en algo en particular, simplemente experimenté que era lo más simple que podía construir con las piezas. Es una alternativa muy libre y puede ser interesante. Pero el resto de lo que hice venía de mis animales favoritos. Fue una excusa para contagiar mi pasión.

En el área de historia natural tenía un bagaje, pero sí investigué para escribir el documento. No quiero estar adivinando, había que dar datos duros. Y más que nada, sí me sirvió mucho el concepto de evolución como una herramienta para hacer una analogía con el mundo del juguete. El mundo de los juguetes también es como un ecosistema. Hay selección natural, hay depredación, canibalismo, hay un montón de cosas. Es un mundo agresivo y muy dinámico. Y básicamente, como en la selección natural, un mal juguete no va a sobrevivir, porque finalmente el niño no juega.

Desgraciadamente, a nivel corporativo, no se toma tanto en cuenta el asunto de la actividad del juego, más bien se desarrollan productos a partir de la mercadotecnia y de las posibilidades para asociar un juego con más consumo. En el proceso también me enteré de cosas no tan gratas, casi casi los ‘wikileaks’ de estas empresas para ver el lado oscuro del juguete.”

-          ¿Y ya ha habido la oportunidad de que algún niño juegue con el material que tienes?

“Han jugado con piezas sueltas, unas que hice con caucho de silicón para representar las formas diseñadas virtualmente. No son el producto final pero sí la idea. Y algo interesante que no había contemplado en la investigación es que, más allá de ser un juguete en sí mismo, puede darle vida nueva a otros juguetes. Los niños empezaron a tomar las piezas y a utilizarlas como armaduras para otros muñecos. Y me gustó la idea de que Ollin pueda jalar parte de su inercia creativa hacia otros juguetes que quizás se estaban acercando al fin de su vida útil. Finalmente es la idea de este proyecto. Es una inversión: se obtiene más por las horas de juego e incluso los papás obtienen más por el dinero que invierten en un juguete. Además, la huella ecológica del producto es más pequeña y el juguete puede ayudar a evitar compras compulsivas.”

Me confiesa que cree que, de cualquier manera, esto no es suficiente. Planea, en un futuro, involucrarse más en el asunto del material. Quiere buscar alternativas biodegradables para su construcción.

“Me encantaría también que fuera un juguete para generar conciencia sobre la administración de recursos naturales y que transmita la idea de que todo es finito. Incluso me atrae la idea de desarrollarlo en algún momento como un juego de estrategia, un juego de mesa: ir conquistando ecosistemas con tus habilidades y administrar tus recursos. Pero también podrán ocurrir cosas de repente, una crisis ecológica por ejemplo. Claro, en este caso tendría que informarme aún más acerca de cuestiones paleontológicas y evolutivas, para poder contar con datos y hacer analogías.

Otra de las bondades del proyecto es que puede tolerar exteriores. No es sólo imaginar el entorno, podemos ir y jugar con Ollin en el lodo o en la arena. Si quieres generar conciencia no va a ser sólo a través de moralejas, el niño tiene que interesarse en la naturaleza y comprometerse con ella. Si no la conoce, no hay forma de inculcarle un interés sincero.”

Y regresando al tema de los niños, me comenta que también está investigando la posibilidad de que Ollin esté disponible en ludotecas.

“En México me ha sido difícil encontrarlas pero son muy populares en Europa y Asia. Son lugares donde los niños llegan y rentan un juguete. Si el niño decide que le gustó tanto un juguete como para comprarlo después, bien, pero mientras ya probó 10 o 15 juguetes. Me parece una buena idea.”

-          Llegamos al tema del concurso, ¿cómo te enteraste? Cuéntanos cómo fue el proceso de participación y las emociones tras haber sido ganador.

“Es un concurso famoso, así que lo tenía ubicado desde hace mucho y de hecho antes ya había intentado participar. Y me animé porque particularmente este año tenía el slogan de ‘por una vida diaria mejor’ y pensé que Ollin podría ser parte de ello. Es curioso pero es mucho más difícil participar en muchos concursos llevados a cabo aquí en México. Muchos cobran inscripción y además te piden un modelo físico. Y esto, en algunos casos, es una limitante, sobre todo si eres estudiante.

El proceso de registro fue sencillo y después de confirmaciones de ‘todo se recibió correctamente’ y ‘estamos trabajando en ello’, siguieron meses de incertidumbre. Hasta que un día me mandaron un email que me avisaba que estaba en los 50 finalistas, creo que esa fue la parte más emocionante. Días después me mandaron un correo que anunciaba que era el ganador de la categoría de estudiantes de la región de América Latina.”

El premio Braun ofrece 15 premios internacionales: una por región. Sin embargo, su definición de región parece un poco arbitraria. Gilberto me dio su opinión al respecto:

“Se me hace curioso ver que América Latina es una región mientras que, Ucrania por ejemplo, es otra. Por una parte me dio gusto porque tuve que competir con más gente para lograr esto, pero por otro lado siento que no nos están dando nuestro lugar. Pienso que países como Brasil y Colombia están siendo muy destacados en diseño y, recientemente, México también se está recuperando en está área.

Por cierto, en la categoría de ‘profesionales’ del Premio Braun región América Latina, también ganó un mexicano, Alberto Villarreal, ex alumno del CIDI, UNAM. Nos llevamos el carro completo.”

De fósiles de dinosaurios enterrados en gomas y bichos para perseguir en la oscuridad

Pero Ollin no es el único proyecto exitoso de Gilberto. Hace algunos años, diseñó, junto con Ariel Rojo, unas gomas que al borrar, asemejan la erosión geológica y dejan al descubierto el fósil de un dinosaurio. Pueden conseguirlas en Kikkerland. Me cuenta que su deseo era en realidad diseñar una goma para cada era geológica con su respectivo organismo representativo. Pero al final sólo se concretó aquella que contenía al dinosaurio.

También con Ariel Rojo, diseñó lo que él llama un “bicho correlón” con material e ideas semejantes a los animales de Ollin. La creatura tiene un foto-resistor y, cuando está cerca de la luz, el cuerpo del insecto vibra, provocando que se mueva erráticamente. La idea es que sea un juego en la oscuridad, en donde uno persigue al bicho, lo cual no es una tarea fácil ya que si lo hacemos con ayuda de una lámpara, su captura se complica. Gilberto está ahora rediseñándolo y le interesaría que pudiera ser parte de campañas de comunicación para, de vez en cuando, apagar la luz en casa y jugar en familia.

 

Le agradecemos mucho a Gilberto que se haya tomado el tiempo para platicar con nosotros y, sin duda, Más Ciencia por México se entusiasma por sus logros y lo felicita por su reciente premio.

Para aquellos que se preguntan si podremos conseguir pronto a Ollin, Gilberto nos adelantó que ya está en términos de producción. Estoy segura que no sólo los niños lo estarán esperando. Conozco  a más de un adulto que se divertiría mucho con estos bichos.

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Acerca del autor

Entrevista realizada por Alejandra Manjarrez, bióloga egresada de la UNAM actualmente trabajando en el Instituto de Biología Evolutiva y Estudios Ambientales de la Universidad de Zúrich, en Suiza. Al igual que a Gilberto, le apasiona el estudio de la historia de la vida, y a eso se dedica.

De juguetes mexicanos ganadores de competencias alemanas y de diseñadores apasionados por la evolución de la vida [Parte 1 de 2]

De niño soñaba con ser paleontólogo. Sin embargo, antes de terminar la prepa, Gilberto decidió que lo suyo era el diseño industrial. Su pasión por el pasado de los seres vivos, ahora combinada con su talento creativo y formación profesional, lo ha llevado a diseñar objetos que aluden a la historia de la vida en este planeta. Una de sus creaciones, un juguete denominado “Ollin” ha llegado hasta Alemania a uno de los concursos de diseño más reconocidos a nivel internacional: el Premio Braun. El diseño de Ollin, así como sus posibilidades lúdicas, le valieron este reconocimiento al mejor diseño de Latinoamérica en la categoría de estudiante.

Ollin consiste en un set de construcción que contiene partes rígidas y flexibles con las que se puede formar el cuerpo de una gran variedad de individuos. Algunas de las piezas se asemejan a las partes del cuerpo de animales que conocemos, pero el número de posibles combinaciones puede dar como resultado figuras no necesariamente vistas antes ‘en vivo y a todo color’. Gilberto quiso representar lo que, de alguna manera, se ha visto en la historia de la vida: las mismas piezas pueden dar origen a una gran diversidad de formas. Las partes básicas que necesitamos para construir, por ejemplo, las extremidades de un individuo para jugar en la tierra, son las mismas que, con pequeños cambios, pueden dar lugar a unas alas o a unas aletas en otros.

Curiosa por las ideas detrás de estas creaciones, decidí buscar a Gilberto para que nos platicara acerca de ellas y de las peripecias que ha pasado estos años para desarrollar lo que nosotros ya sólo vemos como el producto final.

- ¿Cómo te acercaste al mundo del diseño?

“Fue chistoso. En la prepa daban pláticas de orientación profesional y en esos exámenes siempre me aparecían las ingenierías como primera opción. Pero la verdad yo soy muy malo en física y matemáticas, así que desconfiaba un poco de esos resultados. Fue a través de una plática de diseño industrial cuando me empecé a acercar a esa área; se me hizo interesante. Pero como comento, eso fue en el último año de prepa, no fue para nada mi sueño de la niñez. Más bien mi sueño desde los tres o cuatro años era ser paleontólogo, pero investigando cómo era la forma de trabajo, decidí que no era lo mío.”

Me confiesa que no se veía trabajando en campo. Ahora más bien es un lector y conocedor de lo que otros paleontólogos hacen.

En cuanto a la carrera, Gilberto dice que ya está a poco tiempo de terminarla. “Sólo me falta entregar la tesis, que ya está hecha, es justamente este proyecto (refiriéndose a Ollin). Me faltan algunos asuntos burocráticos, pulir un poco el documento y ese tipo de cosas.”

Relata, entusiasmado, que recientemente abrió un despacho con otros dos colegas. Así, entre el arranque del despacho y proyectos en los que ya se empiezan a involucrar, ha estado muy ocupado. Pero se alegra de ya tener por fin una oficina. Trabajar en casa no es lo mismo, me dice. Yo apoyo su comentario y, pensando en mi propia experiencia, le confieso que cuando tengo que escribir, prefiero salirme de casa y buscar un café o una biblioteca. Pero pronto caigo en cuenta de que escribir no es lo mismo que ‘ser un diseñador’, supuse que estarse moviendo de lugar es imposible porque hay que tener acceso a materiales y otras herramientas. Gilberto me corrige y me explica que su trabajo poco a poco se aleja de las tareas manuales y de la diversidad de materiales:

“No sé si llamarlo desilusión, pero sí fue un cambio. En la carrera todo es mucho más didáctico, trabajas con muchos materiales. Y ya en la profesión, te la vives en la computadora y todo lo que a ti te gustaba hacer manualmente, ya sólo lo diriges.”

Hacemos entonces la transición para hablar de Ollin, ese juego que le valió el famoso premio Braun y lo que le llevó a aparecer en muchos periódicos mexicanos el diciembre pasado.

- ¿Lo hiciste solo? Confieso que me impresiona que haya sido tu proyecto de licenciatura.

“Ahora se está convirtiendo en un proyecto de nuestro despacho. Pero sí, lo hice solo, aunque me llevó mucho más tiempo de lo que usualmente uno invierte en una tesis. Deben durar un año, éste se extendió mucho. Así que en realidad llevo años con este ‘hijo’. Y los profesores me decían ‘ya acábala, ya acábala’ y yo seguía haciendo bichos. Porque también se volvió una vorágine de ocio y locura. Además, me di cuenta de que si era divertido armarlo en la computadora, que era lento y nada práctico, pues ya como juguete tiene potencial. Pero sí hubo una parte en la que quise hacer todos los bichos que me gustaron.”

- Veo que gran parte del trabajo fue a través de la computadora, ¿qué tan difícil es lograr que un trabajo virtual tenga viabilidad en la realidad?

“Así es, este trabajo fue un peloteo entre la computadora y la realidad. Pero sí llega un punto en el que ya tienes la experiencia de decir: esto es práctico hacerlo a mano, no voy a estar tres horas en la computadora simulando algo que puedo hacer en 15 minutos en papel. Y también tuve que utilizar diversos materiales para asegurarme que las uniones entre piezas interactuaban correctamente. Es una labor mixta: la mitad del tiempo estás en la computadora y la otra mitad estás haciendo pruebas. A veces se corren riesgos si no se hacen las pruebas adecuadas, me pasó a mí. De repente me confiaba en mi simulación en la computadora y en la realidad no funcionaba bien y tenía que cambiar una pieza. El problema es que una pieza implica cambiar otra y otra y se vuelve una cadena que toma tiempo resolver. Entonces todas las piezas las volví a hacer desde cero unas tres veces. Al principio eran como 75 piezas por juguete y después fue bajando como a 30 o 35. La idea era poder hacer más cosas con menos piezas, también eso fue lo que tomó tiempo.”

- ¿Y cómo se te ocurrió la idea? Por un lado que fuera un juguete y por otro lado que abordara el concepto de evolución.

“Fue una cosa que empezó hace varios años. Todo empezó con un juguete para armar. Esto fue en cuarto semestre de la carrera. Había que canalizar el mecanismo de un automóvil, replicarlo en una maqueta de una forma muy básica, abstraerlo y ver cuáles son los elementos indispensables de ese mecanismo. Y después de eso aplicarlo a un juguete. A mí me tocó el mecanismo de elevación de las ventanas. Es un engrane y una tijera y eso lo usé para hacer un pescado. Para generar volumen en la pieza pensé en utilizar piezas de acrílico termoformadas que hicieron como un cascarón. Y para ello, me inspiré en los placodermos, que son peces del Devónico que tenían un exoesqueleto, algo así como una armadura, que le generaban un volumen. Así que de ahí vino una de las ideas que después llegaría a Ollin: generar volumen con piezas planas. Daba un resultado interesante, mucho más orgánico que otros juegos de armar, como Lego o Mecano. Ese fue mi proyecto favorito de la carrera.”

Basado en eso, cuenta que se le ocurrieron diversas ideas, también inspiradas por su pasión por la paleontología, pero al final Ollin fue tomando forma.

“Lo de abordar ya específicamente el tema de evolución pasó sobre la marcha. El primer juguete era una salamandra, tal cual. Tenía cuestiones de evolución pero era pescado o salamandra, no más. Pero entonces sentí que me estaba quedando un poco corto con esto, porque estaba desarrollando muchas piezas y ya estaba siendo muy complicado. No se iba a justificar ni mi inversión de tiempo, ni de costos si se fuera a producir. Eran muchos moldes y materiales sólo para dos juguetes. Así que el asunto evolutivo fue surgiendo del mismo proceso de diseño y después pensé que podría ser un juguete educativo. De hecho, al principio desarrollé formas más apegadas a lo que fueron y son los animales en la realidad, pero eventualmente me di cuenta de que esto también era impráctico.”

Al final llegó a la conclusión de que lo más interesante era representar el tema, no tenía que imitar a los animales que vivieron en otras épocas, simplemente transmitir los cambios por los que pasan los organismos durante el largo proceso de adaptarse a los lugares que habitan, las mutaciones y transformaciones que ocurren durante ese juego de supervivencia, así como Ollin fue mutando hasta que se convirtió en esa idea que le permitió llegar a conquistar nichos lejanos.

“Además, así, les daba oportunidad a los niños de que investigaran más si el tema les interesaba. Eso es parte de lo que puede hacer más interesante a un juguete educativo. La mayoría suelen ser contemplativos, te dan una lección, pero aquí podemos dejarlos con muchas dudas, para que investiguen.

Ese fue el proceso de cómo fue creciendo la familia. Eventualmente tuve el problema contrario: ¿cómo parar y saber cuándo ya ha sido suficiente? Realmente nunca hubo un punto claro de decir ya acabé, pero sí me di cuenta en algún momento de que las ideas empezaban a ser repetitivas y entonces decidí cortar el proceso creativo y dedicarme ya a la documentación.”

Continuará …

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Acerca del autor

Entrevista realizada por Alejandra Manjarrez, bióloga egresada de la UNAM actualmente trabajando en el Instituto de Biología Evolutiva y Estudios Ambientales de la Universidad de Zúrich, en Suiza. Al igual que a Gilberto, le apasiona el estudio de la historia de la vida, y a eso se dedica.

De los volcanes al laboratorio de biología molecular

Escribo mientras pienso en la ciudad de Puebla. Pienso en la ciudad de Puebla y no entiendo por qué es que a pesar de tener al Popocatépetl, la Iztaccíhuatl, el Citlaltépetl y la Malinche por paisaje, su nombre fluctúa entre de los Ángeles y de Zaragoza y no es, en su lugar, de los Volcanes. Creo que ya somos varias las generaciones que esperamos ese cambio de nombre.

La madrugada de un 31 de diciembre comencé a subir la Malinche con T y F, las dos personas que logré convencer unas escasas horas antes. He caminado esa montaña muchas veces, pero si traigo a cuento ese último día del 2009 es, primero, porque nos regaló un espectáculo que es un placer evocar: el amanecer púrpura pálido en el oriente, acompañado de una luna naranja de invierno ocultándose en el poniente. Y segundo, porque entre cuatro días antes y cuatro días después de esa mañana, fue que se definió el que el tema de mi tesis de doctorado esté relacionado con estas montañas.

Mis acompañantes de caminata, incautos, escuchaban entre la curiosidad y el hartazgo todas mis explicaciones, entre otras, el porqué el que nuestros pasos estuvieran por dejar el bosque de pinos para adentrarse en el pastizal de alta montaña tenía que ver con un principio muy básico: que la temperatura disminuye con la altitud y que diferentes especies están adaptadas a diferentes temperaturas. Escucharon también, con esa paciencia infinita que a veces se nos tiene a los biólogos, cuando les dije que durante los períodos glaciales del Pleistoceno, como el que tuvo su máximo glacial hace 21 mil años, las condiciones eran en promedio más frías, y que, por consiguiente, las especies que veíamos crecer hoy (un cálido interglacial) en la cima misma de la Malinche podrían antes haber crecido a una menor elevación. Así, estando ahí arriba donde estábamos, viendo al Izta y al Popo emerger entre la neblina como islas en el cielo, había que imaginar un valle de Puebla, un valle de Atlixco y una cuenca de México distintos, mucho más fríos y habitados por especies diferentes que o bien se extinguieron o migraron a la parte alta de las montañas. Y que es por eso que especies como el junípero (Juniperus montícola, un abusto, pariente de los pinos y los cipreses, o en otras palabras: una especie de conífera) que veíamos en ciertas formaciones rocosas a unos 4,000 metros de altura sobre el nivel del mar, tiene una distribución fragmentada, con poblaciones restringidas a la parte alta de montañas aisladas entre sí.

No sé si les dije algo más. Recuerdo a F bajar corriendo los arenales y a T comentar alguna memoria de tiempo atrás, pero no el resto de la conversación. Lo que sí recuerdo, como ya había dicho, es que por esas fechas fue que se definió que mi doctorado sería en un proyecto de filogeografía comparada. Me había comenzado a escribir con mi actual asesor hace unas semanas y  para mi dicha había la posibilidad de hacer un proyecto con especies mexicanas y sobre un tema que no sé como no le quita el sueño a todos: el efecto de la topografía en la distribución de la diversidad genética de las especies.

No se me había ocurrido aún —a pesar de ser tan obvio— que Juniperus montícola y otras plantas de alta montaña que investigo representarían mejores sistemas de estudio que especies de menores elevaciones con las que había considerado trabajar en un principio. Pero de algo sí estaba segura: quería saber más de la historia de los bosques mexicanos, de ese vínculo entre el endemismo, la historia del clima en la Tierra y el aislamiento geográfico ocasionado por la forma del relieve. Estudiar estos procesos a un nivel infraespecífico (es decir entre las poblaciones de una especie) como un acercamiento microevolutivo para entender más la enorme diversidad biológica de nuestras montañas. Quería manejar por enésima y no última vez la México-Puebla y poder recordar con detalle la edad y los procesos geológicos con los cuales se crearon el Tlaloc, la Izta y el Popo. Quería saber si la biota de altura que crece en el Nevado de Colima, allá lejos del resto de las grandes elevaciones del centro de México, había permanecido aislada desde hace varios períodos glaciales-interglaciales o si las poblaciones habían podido extenderse lo suficiente como para que ocurriera flujo génico. De hecho, no me quedaba claro si siquiera entre la Malinche y el Popo había habido una conexión, si el pastizal alpino había podido bajar tanto, tal vez las poblaciones habían estado aisladas desde un par de millones de años, en vez de veinte mil. O por el contrario quizá a la fecha había flujo génico (semillas o polen voladores) aunque la distancia nos parezca tanta. En fin, quería subir la Malinche y poderle decir a T, a F y cualquiera que quisiera escuchar, que ya sabíamos más de la evolución de la flora de estas montañas, que entendíamos el papel de la topografía de la Faja Volcánica Transmexicana en la distribución de sus endemismos, que esto nos había ayudado a planear la conservación considerando no sólo las especies que existen, sino los procesos evolutivos detrás de su formación.

Estoy empezando el tercer año de dedicarme mal que bien a llenar esos quereres. Siento que apenas araño la superficie de la roca. Todavía no sé la mitad de lo que debería. El conocimiento a veces se siente tan abarcable como puede serlo el infinito. Cuando empiezo a leer sobre un tema para responder una pregunta en concreto caigo en un fractal, hermoso, sí, pero que se traga no sé cómo el tiempo y me aleja de los otros tantos detalles que también esperan atención. Si eso es leyendo, pueden imaginar lo que es montar un experimento con herramientas y métodos cuyos pormenores hay que entender.

No busco quejarme, la verdad es que he aprendido mucho: desde la historia geológica de nuestras montañas hasta hacer modelos de distribución de nicho pasando por técnicas de biología molecular. Hoy traigo el entusiasmo alto porque estoy empezando el laboratorio de un método relativamente nuevo. Los modelos que quiero poner a prueba requieren de más variación genética de la que puedo obtener secuenciando pedacito por pedacito de ADN de cloropasto. Ahora vamos a utilizar un tipo de secuenciación de nueva generación que utiliza unos marcadores moleculares llamados “ADN Asociado a un sitio de Restricción” (RAD, por sus siglas en inglés). En realidad la idea se basa en los mismos principios biológicos sobre cómo se duplica el ADN dentro de las células y utiliza técnicas similares que la secuenciación Sanger que son el pan de cada día en los laboratorios de biología molecular. A grandísimos rasgos, el método RAD consiste en primero digerir el genoma con una (o dos) enzimas de restricción, es decir unas proteínas que cortan el ADN, de modo que lo que era un genoma completo queda reducido a millones de fragmentos pequeños. Luego se amplifica (se copia millones de veces) cada fragmento y se secuencia un subconjunto de ellos. La ventaja es que no hay que secuenciar cada fragmento de forma individual, sino que se pueden hacer muchísimos y provenientes de varios individuos al mismo tiempo. Hay dos trucos: primero, a cada fragmento se le pegó un adaptador y un barcode (algo así como un código de barras) que lo identifica. Y segundo: todas las muestras se corren en paralelo, en un sistema llamado Illumina. Por lo pronto con explicar ese detalle basta. La gran ventaja de este método, si logro hacerlo funcionar con mis muestras (oh, por favor), es que nos permitirá tener miles (en vez de unos pares) de secuencias a lo largo de todo el genoma (en vez de sólo del cloroplasto) de mis especies.

Estoy de visita en otra universidad para realizar el laboratorio de este método. Me pidieron que diera una presentación sobre mi proyecto, para que el resto de la gente del departamento sepa con qué trabajo y podamos discutirlo. Hace unos días expuse frente a un público que hizo preguntas difíciles (lo cual, claro, es muy útil) y al que le gustó el sistema de Sky Islands (islas en el cielo) que son los volcanes mexicanos. Y fue ahí, en medio de mi presentación, mientras señalaba una línea en el mapa entre la Malinche y la Iztaccíhuatl, que empecé a pensar en la ciudad de Puebla y en la cadena de motivos y eventos que me habían llevado ahí.

A veces siento lejanos los volcanes mexicanos, no sólo porque nos separa el mentado Atlántico, sino porque los meses de laboratorio pueden ser arduos. Yo, contrario a lo que parece últimamente, no soy una genómica o una bióloga molecular. Me gustan estas disciplinas, sí, las encuentro muy interesantes, pero para mí son una herramienta. Las preguntas que quiero responder, que me quitaban los ojos del volante en esa curva de la carretera donde la Iztaccihuatl se ve majestuosa, son otras. Están relacionadas con entender la distribución espacial y temporal de la biodiversidad. Este tema a la fecha es el foco de mucha investigación en evolución y ecología, y contiene aspectos que insisto querer encajar dentro del complejo marco de la conservación en México. Así, la ciencia de unos es la herramienta para la ciencia de otros. —Es interesante ver lo que la gente hace con esto, no tenía idea —escuché que decía un bioinformático en una miniconferencia donde otras personas presentaron cómo han aplicado los RADs a cuestiones evolutivas. —Sí que lo es —pienso ahora en voz alta, con la emoción de pronto tener mis propios datos y poder empezar, quizás, a responder mis preguntas.

Amaneció, me voy al lab.

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Acerca del autor

Alicia Mastretta Yanes es Bióloga egresada de la UNAM y actualmente cursa su doctorado en la University of East Anglia, Inglaterra. Su proyecto de doctorado explora la relación entre las características físicas del paisaje y la distribución de la diversidad genética en plantas de alta montaña de México.